El hormigueo o el adormecimiento de las partes más distales de las extremidades superiores e inferiores es una sensación molesta muy habitual, de la que, en ocasiones, no sabemos cuál es el motivo real.
La mayoría de la veces se trata de un problema puntual asociado a un bloqueo motor y desaparece con el movimiento. Pero también puede ser un síntoma de que algo no marcha bien, estando su origen en una alteración vascular o neurológica, es decir a problemas asociados con la correcta circulación sanguínea o enfermedades o alteraciones que afectan al sistema nervioso.
Origen en el sistema nervioso
El sistema nervioso es el encargado de percibir las sensaciones a través de los receptores y trasladar la información al cerebro para que este reaccione a los estímulos. Existen algunas sustancias que pueden afectar el nervio y también patologías propias del sistema nervioso que cursan, entre otros, con síntomas de adormecimiento y hormigueo de pies y que deben ser indiscutiblemente tratadas por un especialista.
Esclerosis múltiple.
Tumores en los nervios.
Neuropatías periféricas.
Pinzamiento del nervio (hernia de disco, síndrome del tarso).
Quimioterapia.
Alcoholismo.
Tabaquismo.
Intoxicación por plomo.
Infecciones víricas, etc.
Origen vascular
Las patologías vasculares que tienen como uno de los síntomas el adormecimiento de las extremidades, en este caso de los pies, son:
Arterioesclerosis o endurecimiento de las arterias producido, entre otras cosas por el acúmulo de placas de colesterol en sus paredes.
Trombosis en arterias y venas o formación de coágulos que impiden la correcta circulación de la sangre.
Estrechamiento de las pequeñas arterías que irrigan la piel con limitación del riego sanguíneo propio de la enfermedad de Reynaud.
Hipotermia con principio de congelación.
A pesar de las causas patológicas del adormecimiento y hormigueo de los pies, también existen otros motivos de esta molesta sensación que nada tienen que ver con las patologías y, en cambio, sí con un hábito muy común que acaba afectando, igualmente, tanto a nivel vascular como a nivel nervioso leve: utilizar uncalzado demasiado estrecho que comprima el pie.
Toma nota de estos consejos para evitar que se adormezcan los pies
Usa zapatos anchos: el calzado ha de ser un espacio donde el pie esté cómodo, sujeto, pero no aprisionado. Si usas zapatos de cordones, estos deben sujetar firmemente el pie, pero la lazada ha de permitir la correcta circulación de la sangre. El calzado ha de estar fabricado con materiales que se adapten bien a la forma del pie, de esta manera también evitarás la aparición de juanetes, rozaduras u otras alteraciones producidas por la presión del zapato.
Ejercita el pie: Mantener durante mucho rato una misma posición o cruzar las piernas puede hacer que las arterias y venas de los pies queden comprimidas, se impida la correcta circulación de la sangre y se produzca un entumecimiento del pie acompañado de hormigueo. Para evitarlo cambia de posición y mueve periódicamente los pies, así facilitarás el riego sanguíneo.
Relaja los pies y las piernas: Una manera de mejorar la circulación de la sangre es aplicando un masaje. Después de una largo día podemos regalarnos un masaje de pies y piernas para favorecer el retorno venoso, empezando por la parte más distal, los dedos, y siguiendo por la planta, talón, tobillo y pierna. También podemos relajarnos con un baño de contraste, primero agua fría seguido de agua caliente, finalizando con la aplicación de crema hidratante.
Sobre el autor:
Rosa Roch
Rosa Roch es redactora especializada en temas de salud, alimentación y gastronomía.