Carlos Losada
Porqué
¿Por qué el regaliz ya no se consume tanto como golosina?
La inmensa oferta y algunas propiedades perjudiciales han podido con su sabor y sus beneficios
Hace unas décadas, el regaliz era una de las golosinas más populares. Ya fuera en formato gominola, como una pastilla o directamente como una raíz, raro era el niño que en algún momento no se comía alguno. Con el tiempo, las chucherías se han multiplicado hasta límites insospechados y los niños (y padres) tienen otras opciones mucho más atractivas, de modo que a día de hoy es extraño ver a un pequeño comiéndose una barrita de regaliz.
Beneficios del regaliz
Lo más curioso es que el regaliz aporta beneficios al organismo (y también algún que otro peligro que a continuación señalaremos). Su raíz lleva siglos consumiéndose y tal y como apuntan desde los laboratorios Bayer (@BayerEspana), “tiene propiedades antiespasmódicas y antiinflamatorias sobre la mucosa gástrica, por lo que ayuda a prevenir algunos síntomas o a aliviarlos una vez ya se han presentado: pesadez de estómago, gases o flatulencias, indigestión y sensación de ardor propia de las náuseas”.
Eso sí, cuando más procesado esté, más propiedades irá perdiendo, de modo que las chucherías más populares no albergarán tantas propiedades. En este punto, seguramente recuerdes las pastillas Juanola, que se han comercializado en las farmacias desde el año 1906. Además de regaliz, incluyen mentol, eucalipto y otros aceites esenciales, por lo que siempre se han comprado como ayuda a nuestra salud.
El palulú
Como hemos apuntado, es posible que hayas comido regaliz en rama hace muchos años (aunque en los años 80 volvió a haber un leve repunte de la venta de palulús, que es como lo llamaban los niños). Este “palo” de interior casi amarillo se mordisqueaba insistentemente hasta extraer ese inconfundible jugo dulzón que le daba una sustancia llamada glicirrina. Esta es la clave de todas sus virtudes medicinales y, al tiempo también es la culpable de que pueda llegar a ser peligrosa, ya que ingerida en exceso puede provocar un aumento en la tensión arterial, la formación de algún edema, e incluso calambres.
Eso sí, es muy probable que cuando se vendía como golosina para los niños (y los mayores) la mayoría no sabía nada de esto, simplemente era lo más dulce que se podían comprar.