Rosa Roch
Rosa Roch es redactora especializada en temas de salud, alimentación y gastronomía.
… saber más sobre el autorPensamos que cada movimiento que realizamos lo hacemos por voluntad, pero lo cierto es que nuestro cuerpo tiene una serie de reacciones automáticas controladas por el sistema nervioso, que hace que respondamos de manera involuntaria ciertas acciones.
Hablamos del estornudo, el bostezo, la piel de gallina, los tics o la sensación de caerse de la cama cuando estamos casi dormidos.
Y es que nuestro cuerpo es más sabio de los que pensamos y él mismo sabe responder con acciones fisiológicas tan habituales como sorprendente es el mecanismo que lo provoca.
Según la terminología médica, la piel de gallina la definimos como piloerección y nos ocurre cuando tenemos frío o cuando ciertas cosas nos “tocan la fibra”, es decir tenemos una reacción a una emoción.
Esta reacción tiene su explicación para cada uno de los casos. Cuando sentimos frío, los pelos se ponen de punta por la contracción de un músculo erector que está bajo la piel. Al contraerse, se crea una capa de aire alrededor del cuerpo que nos protege del frío. Otra de las causas que provocan la piel de gallina está relacionada con un aumento de la producción de adrenalina en situaciones de fuertes emociones, sean de miedo o de placer. Es una acción similar a la que se produce en otros animales como los gatos o los perros cuando se les eriza el pelo al pelearse o ante una amenaza, una manera de parecer más grandes ante un contrincante; o en las aves macho cuando cortejan a su hembra.
Seguro que, en alguna ocasión, cuando estás a punto de coger el sueño o ya has caído rendido en los brazos de Morfeo has tenido la sensación de caerte de la cama o de lo alto de un edificio. Este fenómeno recibe el nombre de espasmos mioclónicos y consiste en pequeños movimientos bruscos e involuntarios producidos por contracciones repentinas de los músculos o bien por su relajación. Aproximadamente un 70% de la población lo ha sentido en alguna vez y, habitualmente, no son acciones de carácter patológico, aunque si se producen de manera frecuente y repetitiva no está de más consultarlo con el médico para descartar un origen grave.
Se dice que uno bosteza por hambre, sueño o aburrimiento. No sé qué hay de científico en esta afirmación que he oído desde siempre en casa. Lo que sí está científicamente probado es que el bostezo es un mecanismo biológico que se realiza para tener un aporte extra de oxígeno en el cerebro, una manera de oxigenarlo. Como curiosidad, se ha calculado que de media un bostezo dura unos seis segundos, pero el tiempo varía en función del tamaño del cerebro y su complejidad. En los mamíferos, la diferencia en la duración de los bostezos responde a un aumento de las capacidades cognitivas.
Un episodio de hipo suele estar generado por la irritación del diafragma y normalmente desaparece al cabo de unos minutos. Y es que el diafragma es un músculo en forma de arco que se encuentra en la parte baja del tórax e interviene en la respiración: baja y se contrae cuando cogemos aire y sube y se relaja al expulsarlo. Generalmente, los movimientos son suaves y acompasamos, como la respiración, pero, en ocasiones, cuando se come demasiado deprisa o a grandes bocados, se irrita, bajando de manera brusca. Ello hace que entre aire en la garganta, también de manera brusca, choque contra la laringe, las cuerdas vocales se cierren de forma repentina y se produzca el hipo.
Se trata de un estímulo reflejo en el que, de manera defensiva, se expulsa compulsiva y fuertemente el aire de los pulmones hacia la nariz o la boca. Esta reacción está provocada por partículas que irritan la fosa nasal o por una infección vírica. El mecanismo del estornudo es complejo: la base de la lengua se eleva, el paladar blando desciende, cerrando parcialmente el fujo de aire a través de la boca y dirigiéndolo hacia la nariz. Los músculos de la boca, la garganta y el pecho se mueven de manera coordinada para expulsar el aire de los pulmones a gran potencia, expeliendo mucosidad, gotículas y las partículas que irritaban las fosas nasales.
Médicamente se denomina mioquimia palpebral y son esos pequeños tics que se producen en el párpado, superior o inferior de forma unilateral o bilateral. Estos temblores tan molestos se producen al contraerse el músculo orbicular y las causas pueden ser de diferente índole. Las más comunes son el estrés físico y/o emocional, la fatiga, la falta de descanso o cualquier otro motivo que estimule este músculo. También la ingesta de bebidas con algún compuesto estimulante como el café, el té o las bebidas energéticas o simplemente por sequedad ocular. La mejor manera de aliviar las mioquimias y que estas desaparezcan es poniendo remedio directo sobre la causa que lo produce: lacrimal si se tiene sequedad ocular, relajarse si se tiene demasiado estrés o se consumen ciertas bebidas y descansar.