El frío tiene un efecto directo sobre las arterias y venas, es vasoconstrictor, lo que provoca un menor caudal de sangre a determinadas zonas del cuerpo, especialmente las más distales como son las manos, pies, nariz, orejas y mejillas, de ahí que cuando tenemos frío, estas zonas se ven enrojecidas o frías al tacto. Pero estos no son solo los efectos que tiene una exposición al frío, ni el frío del exterior el único motivo por el que se nos enfrían los pies.
Principales causas de tener los pies fríos
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Problemas circulatorios: La sangre que irriga los pies, también es responsable de mantenerlos calientes. Una buena circulación podrá regular la temperatura, aumentándola cuando sea necesario. Por el contrario, una mala circulación hará que los pies estén fríos e incluso cambiar a un color rojo o morado.
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Problemas neurológicos: El pie es una zona del cuerpo muy sensible y esta sensibilidad es la que permite “solicitar” un mayor o menor riego sanguíneo para aumentar el calor. Si existe un problema de tipo neurológico esta función puede verse comprometida e impedir que los pies entren en calor.
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Calzado y calcetines: tener los pies fríos no siempre responde a una causa patológica, también puede ser por unos malos hábitos. Llevar calcetines demasiados gruesos que opriman el pie, calzado poco aislante o inapropiado por la estación del año, también contribuye a que nuestros pies no estén en una situación confortable.
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Sudoración excesiva: Si además utilizamos calzado y calcetines fabricados con materiales sintéticos que impidan que el sudor que se genera se evapore, el pie se mantendrá en un ambiente demasiado húmedo que hará bajar de manera drástica su temperatura.
Lesiones habituales en los pies causadas por el frío
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Congelación: Puede afectar tanto a manos, pies, nariz, orejas y mejillas. Se trata de una dermatosis externa, no causada por una vasoconstricción, sino por un corte del riego sanguíneo en esa zona. La piel se ve de color azulado negruzco y se produce una necrosis. Es una lesión típica de montañistas o personas que viven a la intemperie.
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Pie de trinchera: Es una lesión producida por la falta de riego sanguíneo en los pies. Se describió durante la I Guerra Mundial y la principal causa no era tanto por el frío sino por llevar las botas demasiado apretadas, lo que impedía una buena circulación de la sangre y el exceso de humedad en el interior del calzado acababa provocando la bajada de la temperatura de los pies, la piel se maceraba y en demasiadas ocasiones se acababa perdiendo algún dedo.
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Acrocianosis y eritrocianosis: Son afecciones de la piel, dermatosis causadas por la sensibilidad al frío. La piel se muestra con manchas rojas y azuladas por vasoespasmos de los vasos en respuesta al frío. La eritrocianosis es de mayor gravedad y puede llegar a producir úlceras.
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Fenómeno de Raynaud: producido por los espasmos de los vasos sanguíneos en respuesta a las bajas temperaturas y en situaciones de estrés. La piel se ve de un tono blanquecino y en las zonas distales enrojecida, frío al tacto y con poca sensibilidad.
La mejor manera de combatir el frío de los pies
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Calzado adecuado: El mejor calzado es el que tiene suela de goma, ya que aísla de la humedad y frío del suelo. También es interesante que el forro interior aporte calor sin ser excesivamente grueso y que el exterior del calzado tenga propiedades aislantes, como la piel, que es flexible y protege del exterior.
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Calcetines: han de ser de un grosor y espesor adecuado. Si el pie nos queda muy apretado puede dificultar la circulación y por lo tanto enfriarlo. La lana y el algodón dan calor y no son excesivamente gruesos.
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Ejercicio: Activar la musculatura del pie hará que llegue más sangre y por lo tanto calentar el pie. Por ello, cuando estés de pie o sentado durante mucho rato realiza movimientos a nivel del tobillo, en sentido circular y en flexión y extensión y mueve los dedos hacia arriba y hacia abajo.