Mariola Báez
Practicopedia
¿Puede tu gato trasmitirte la enfermedad de la toxoplasmosis?
Mariola Báez
Foto: Bigstockphoto
Miércoles 19 de febrero de 2020
ACTUALIZADO : Miércoles 19 de febrero de 2020 a las 6:43 H
3 minutos
Verdades y mitos sobre esta patología infecciosa que preocupa a todo el que tiene un felino en casa
La toxoplasmosis es una enfermedad causada por un protozoo parásito, el toxoplasma gondii, uno de los agentes que más infecciones de este tipo provoca en el ser humano, según apuntan miembros de la Sociedad Española de Enfermedades Infecciosas y Microbiología Clínica (@SEIMC_).
Sobre la "culpabilidad" del gato en la transmisión de esta enfermedad, existen teorías de todo tipo. Es cierto que los felinos pueden convertirse en “hospedadores” definitivos del parásito, pero solo si antes ellos mismos han sido contagiados. Por tanto, la idea de que todos los gatos transmiten la toxoplasmosis a las personas que conviven con ellos no es verdadera. Un gato sano, no podrá hacerlo.
Como explica el Ilustre Colegio de Veterinarios de Valencia (@ICOVValencia), los gatos contraen la infección, normalmente, a través de la ingesta de alguna pieza de carne ya infestada (un ratón o cualquier pequeño pajarillo) o, también, al acercarse más de lo debido a los excrementos de otros animales que tuviesen la enfermedad. El parásito se reproduce en el intestino del gato y es expulsado a través de las heces, volviéndose infeccioso, es decir, con capacidad de contagiar a otra persona o animal en cuestión de días.
¿Cómo puede adquirir toxoplasmosis un humano?
Conociendo cómo puede llegar el parásito al organismo humano, es más fácil tener claro cuándo existe mayor riesgo de contraer toxoplasmosis. En primer lugar, un gato doméstico bien alimentado, con sus revisiones veterinarias y desparasitaciones periódicas y que, además, no acostumbra a escaparse es poco probable que tenga acceso a carnes infestadas por el parásito. Aunque su instinto cazador hace que esta posibilidad no pueda descartarse, las probabilidades son menores que en el caso de un gato callejero o silvestre.
Por otra parte, hay que recordar que el toxoplasma gondii solo puede llegar al humano si este entra en contacto con las heces contaminadas del animal. Unas mínimas precauciones a la hora de retirar los excrementos del arenero, como el uso de guantes, pueden evitar la transmisión. Es cierto que acariciar al gato puede hacer que te lleves el parásito a la boca, pero es algo poco frecuente porque, para que esto ocurriese, el gato tendría que haber estado en contacto con sus propias heces y ya sabemos lo escrupulosos que son los felinos a este respecto.
Como resumen, puede decirse que, efectivamente, los gatos pueden transmitir la toxoplasmosis, pero no como “dogma”. Han de confluir distintas circunstancias para que la enfermedad llegue de un felino a un ser humano.
La toxoplasmosis en personas puede permanecer asintomática durante un tiempo o presentar síntomas como cansancio, fiebre y malestar general. La enfermedad requiere un tratamiento específico pero, generalmente, no supone graves riesgos, excepto en dos casos en los que toda precaución es poca: mujeres embarazadas (el parásito podría afectar a la salud del feto) y personas con el sistema inmunitario debilitado, en cuyo caso sí existe el riesgo de serias complicaciones.