Lidia Lozano
Practicopedia
Mitos y verdades de las gafas de sol: ¿son mejores las polarizadas?, ¿protegen si están rayadas?
La protección ocular es igual de importante que la cutánea
En la mayoría de los casos se buscan unas gafas de sol que nos queden bien y sean cómodas por encima de la protección real frente al sol. Los ojos son muy sensibles a las radiaciones solares y por ello cuentan con un sistema de defensa natural.
Las cejas hacen sombra sobre el globo ocular, el párpado bloquea la entrada de las radiaciones, la contracción de la pupila disminuye la cantidad de radiación que entra en el ojo y el cristalino y la córnea absorben ciertas cantidades de radiación UV evitando que llegue a la retina. Aun así, es necesaria una protección extra: gafas de sol.
Protección solar para los ojos
Desde el Consejo General de Colegios Farmacéuticos recomiendan evitar las exposiciones prolongadas, especialmente entre las doce del mediodía hasta las cuatro de la tarde. Además, es necesario el uso de sombreros de ala ancha o gorras con visera, así como gafas de sol homologadas con filtro UV.
Esas gafas de sol deben guardarse en su funda, para que los filtros o las lentes no se dañen. Para limpiarlas, se debe utilizar agua y jabón, no paños sucios o abrasivos. Tampoco hay que dejarlas en lugares sometidos a altas temperaturas, ya que pueden deformar y alterar los filtros. En el caso de necesitar gafas graduadas, también deben llevar filtro UV.
Las gafas de sol son para todas las personas, pero hay colectivos más vulnerables que otros. Es el caso de los niños, cuyos tejidos oculares aún no están desarrollados del todo, su pupila es más grande, el cristalino es más permeable y transparente y la retina está menos pigmentada. También se considera población vulnerable a los adolescentes, adultos y mayores, a quienes puede afectar el uso de dispositivos electrónicos y medicamentos fotosensibles.
Asimismo, necesitan gafas de sol personas con ojos claros, operadas de cataratas, con alergias y ciertos problemas de salud (queratitis, melanomas, neoplasias, diabetes con retinosis...). También personas con ojo seco, que se agrava con la radiación infrarroja del sol y aquellas que trabajan o practican deportes al aire libre, más expuestas a la radiación UV.
Mitos y verdades de las gafas de sol
- Las gafas de sol son solo para el verano. Esto no es verdad, puesto que las radiaciones solares son perjudiciales en cualquier época del año.
- Si está nublado no son necesarias. Falso. Las radiaciones UV pueden atravesar las nubes, por lo que es necesario protegerse del sol incluso en días nublados.
- Todas las gafas oscuras protegen de los rayos UV. No todas lo hacen. La protección de las gafas viene dada por la categoría del filtro solar. Hay gafas oscuras con filtros de baja calidad que pueden debilitar las pupilas y favorece la entrada de más radiación UV; y otras lentes transparentes pueden llevar filtros UV y proteger de radiaciones nocivas del sol.
- Las lentes polarizadas son mejores. Estas lentes facilitan una visión sin reflejos, más nítida y sin contrastes; disminuye la fatiga ocular y la visión de los colores tiene un aspecto más natural. Por lo que esta afirmación es cierta.
- Da igual que estén rayadas. Unas gafas rayadas pueden producir deslumbramientos, reduciendo la agudeza visual, produciendo cansancio y estrés visual y afectando a la calidad de la visión.
- Las gafas de sol caras son mejores. No siempre es así. La calidad de las lentes es por la calidad de sus filtros y la protección UV, no por el precio.
- La radiación UVB no atraviesa los cristales, pero la IR y la UVA sí. Verdadero.
- Los niños no tienen que proteger sus ojos del sol. Esto es falso. Los niños son más sensible ante la radiación, por lo que deben protegerse con mayor motivo.
Qué provoca el sol a los ojos
Los daños que puede causar la radiación pueden aparecer en cualquier parte del ojo. En los párpados se puede desarrollar blefaritis, inflamación de los párpados que suele ir de la mano del ojo rojo, ardor, picazón, hinchazón, lagrimeo, orzuelos recurrentes y sensibilidad a la luz; queratosis actínica o solar, lesiones ásperas y duras que aparecen en la piel del párpado y afecta a personas mayores y de piel muy clara; enfermedad de Bowen, lesión descamativa y roja que se asemeja a la psoriasis y puede evolucionar a cáncer; o tumores ulcerativos, que pueden ser basales, escamosas o de las glándulas sebáceas del ojo.
En la conjuntiva puede aparecer fotoconjuntivitis, un tipo de conjuntivitis provocada por el sol con irritación, picor y lagrimeo; pterigium, malformación de la conjuntiva que suele aparecer por la exposición frecuente y excesiva a radiación UV; o pinguécula, degeneración de la conjuntiva que se manifiesta como una mancha amarilla y redonda.
En la córnea se desarrolla la fotoqueratitis, producida por la radiación UVB que se manifiestan como pequeñas abrasiones y enrrojecimiento de la conjuntiva y los párpados, causando dolor, fotosensibilidad y sensación de arenilla. En el cristalino se dan las cataratas, que pueden aparecer debido a una protección inadecuada y hace que el cristalino se vuelva opaco.
Por último, en la retina se puede desarrollar degeneración macular asociada a la edad (DMAE); melanoma uveal, que surge por la exposición intensa a radiación UV; y rinopatía solar, una quemadura en la retina que suele ir acompañada de hinchazón y se produce por la exposición a una fuerte intensidad a la luz visible, como la observación directa de eclipses solares.