La cebolla es un alimento controvertido porque tiene tantos amantes como retactores. Pero lo cierto es que, pese a que su sabor disguste a algunos o nos haga llorar cada vez que la cortamos, lo cierto es que la cebolla es una hortaliza que posee propiedades muy saludables para nuestro organismo. Entre los grandes beneficios que proporciona a nuestra salud, podemos destacar su capacidad para reducir el nivel de azúcar en sangre, aliviar las digestiones pesadas, inhibir el crecimiento de bacterias patógenas, prevenir el riesgo de algunos tipos de cáncer e incluso mejorar los resfriados y los ataques de asma.
A pesar de todos los beneficios, hay personas que tienen problemas tras consumir este alimento porque les produce malestar. Lo primero que tienes que saber es que, las cebollas son ricas en fructosa, haciendo que cuando se descompone dentro de nuestro organismo, se produzcan gases.
Trucos para que no se repita
Pero, como todo problema, existe más de una solución, que te exponemos a continuación:
Hielo y limón
Trocear la cebolla y dejarla reposar durante unos minutos, ya hará que el sabor sea mucho menos intenso, pero además lo que puedes hacer es llenar un bol de agua con hielo y medio zumo de limón, y dejar reposar durante 15 minutos después de trocearla.
Sal
Este truco también es muy sencillo y asequible. Cogemos un plato y cubrimos el fondo con sal. Tras trocear la cebolla, la colocamos en dicho plato, y volvemos a echar de nuevo sal.
Después de 15 minutos, solo tendríamos que enjuagar este alimento con agua para quitar toda la sal.
Leche
Al igual que con el truco del hielo, lo que habría que hacer en este caso es sumergir la cebolla cortada durante 10 minutos en leche fría. Después solo hay que aclararlo con agua, y el sabor será más suave.
Cómo cortar cebolla sin llorar
Existen varios trucos que, aunque no lo pueden evitar, sí ayudar a reducir su impacto y obstaculizan que cortar la cebolla sea un sufrimiento culinario.
Para empezar, con el frío, la intensidad de las sustancias irritantes que emite la cebolla disminuyen. Por ello, uno de los trucos más eficaces consiste en introducirla en el congelador unas horas antes de cortarla y, para que se note este efecto, debes picarla mientras aún esté fría con un cuchillo bien afilado.
Si no te importa que el sabor de la cebolla sea alterado ligeramente, puedes probar otra técnica: frota la verdura o el cuchillo con el que vayas a cortarla con un poco de vinagre de manzana.
Otro método se basa en sumergir la hortaliza en agua templada unos minutos antes de tratarla, de esta forma, se reduce la irritación. Y no solo eso, aunque resulte un poco incómodo, cortar la cebolla dentro de un recipiente con agua también parece dar resultado.
Asimismo, la forma de cortar adquiere una relevancia inesperada a la hora de evitar este síntoma. Cuanto mejor sea el cuchillo y más rápido lo hagas, el corte será más fino y así se desprenderán menos las sustancias. La pulpa de la cebolla será menos maltratada, por lo que los gases de azufre no saldrán despedidos con tanta facilidad. En definitiva, un cuchillo bien afilado y sin muescas puede convertirse en tu mejor aliado.
Por otro lado, cabe señalar que otros trucos populares como masticar un chicle de menta, sostener un trozo de pan o una cerilla entre los dientes, ponerse en la cabeza piel de cebolla, colocar sal al lado mientras cortamos, pinchar una miga de pan en la punta del cuchillo o ponernos una cáscara de plátano en la cabeza, no dejan de ser ideas un tanto extrañas y sin base científica.
Sobre el autor:
Laura Moro
Laura Moro es graduada en Periodismo y Comunicación Audiovisual por la Universidad Carlos III de Madrid, y está especializada en temas de salud y género. Su trayectoria profesional comenzó en Onda Cero Talavera.