La cocina es la estancia de la casa que más se ensucia y que, por lo tanto, más tiempo hay que dedicar a su limpieza, y eliminar los restos de comida, la grasa y el aceite.
En este artículo nos centraremos en la grasa de la cocina, y para ello lo primero que necesitamos es contar con los productos adecuados. Una esponja suave es la mejor opción porque así no se rayará ningún elemento más sensible.
Una vez tenemos la esponja podemos optar por varios productos:
Una de las opciones es el vinagre mezclado con agua tibia, muy eficaz para eliminar la grasa de los lugares más sencillos. Lo mismo se puede hacer con limón, que además aportará buen olor.
Por otro lado, el bicarbonato no falta en la lista de opciones de los remedios caseros, y en este caso es el mejor para quitar la suciedad del extractor, mezclado también con un poco de agua. Cuando empiece a hervir, se enciende el extractor para que el vapor suba y limpie el interior del aparato.
La grasa empezará a aparecer a la hora de haber llevado a cabo este proceso, por lo que lo mejor es proteger los fuegos. Por otro lado, cuando este pase, es la señal que necesitamos para saber que podemos limpiar el aparato con una bayeta.
Extractor de acero inoxidable
Si has comprado recientemente este electrodoméstico, es posible que hayas adquirido un modelo de acero inoxidable. Lo mejor para limpiar esta superficie, en la que hasta un dedo se nota, es emplear un producto adecuado a su cuidado o bien un remedio casero con un trapo impregnado en aceite de oliva para que quede reluciente como el primer día.
Tanto para este tipo de acabados como para casi todas las campanas, lo mejor es emplear un paño húmedo o una esponja suave para limpiar su exterior. Olvídate de estropajos más ásperos o de productos abrasivos que pueden destrozar la superficie.
Cambiar los filtros una vez al mes
Una de las recomendaciones es quitar los filtros, para mejorar el sistema de extracción y el ruido, y ponerlos a remojo durante un par de horas en agua caliente y con el mismo jabón con el que friegas los platos. Si son de metal, incluso, se pueden meter en el lavavajillas sin problema, pero usando un programa corto o ecológico.
Para terminar, déjalos secar al aire sobre un trapo que absorba la humedad y colócalos de nuevo en su lugar.
Sobre el autor:
Laura Moro
Laura Moro es graduada en Periodismo y Comunicación Audiovisual por la Universidad Carlos III de Madrid, y está especializada en temas de salud y género. Su trayectoria profesional comenzó en Onda Cero Talavera.