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"Buscamos que el familiar del desaparecido por la DANA encuentre un equilibrio entre vivir y buscar"

Patricia Matey

Jueves 31 de octubre de 2024

ACTUALIZADO : Jueves 31 de octubre de 2024 a las 15:54 H

13 minutos

Dos psIcólogas del Grupo de Intervención Psicológica en Desapariciones nos hablan de su labor

"Buscamos que el familiar del desaparecido por la DANA encuentre un equilibrio entre vivir y buscar". Europa Press
Patricia Matey

Jueves 31 de octubre de 2024

13 minutos

España sigue conmocionada tras la llegada de la DANA al país y el rastro trágico que ha dejado a su paso. La huella es profunda y dolorosa, habiéndose producido decenas de muertes y desapariciones. Se suma a ello que las inundaciones causan un gran impacto al medio ambiente y al entorno trayendo problemas a las personas que ocupan las llanuras de inundación, como la pérdida de bienes materiales, la proliferación de enfermedades transmitidas por el agua y destruyendo los cultivos, como refleja un estudio de 'Revista de ingeniería de la construcción'’.

Pero lo más importante son las víctimas y sus familiares. Sin creer en casualidades, psicólogos españoles del Grupo de Intervención Psicológica en Desapariciones del (GIPD), único especializado en las mismas del Colegio Oficial de Piscologia de Madrid (COP), acaban de publicar un artículo en ‘Papeles de Psicólogo’ que relata cómo unas buenas prácticas en la atención dispensada a estos últimos, se hace imprescindible por sus beneficios asociados, siendo esencial aquí el papel del/de la profesional de la Psicología, con especialización en materia de desapariciones, tanto en el ámbito de la prevención, como de la intervención y posvenció

Problemática de las Personas Desaparecidas en España

Ha sucedido ahora con la llegada de la DANA pero, cada año, se interponen en nuestro país una media de 23.000 denuncias por desaparición de personas. Desde que se tienen registros en el actual Sistema de Personas Desaparecidas y Restos Humanos (PDyRH), un sistema dinámico en constante actualización que comenzó su funcionamiento en el año 2010 y del que se extraen las estadísticas oficiales por ser el más específico para ello, como se recoge en el informe de 2022 del Centro Nacional de Desparecidos del Ministerio del Interior hse habrían interpuesto un total de 270.093 denuncias.

De ellas, 6.192 permanecerán activas, por no haber sido resuelta. Una desaparición supone un impacto en diferentes ámbitos (económico, legal, social, psicológico…) y a muy diversos niveles. Desde el entorno más cercano de la persona desaparecida, o la propia persona si no se ha ausentado de manera voluntaria, hasta los profesionales de la intervención, que pese a los esfuerzos se ven incapaces de lograr una resolución favorable de la situación; la comunidad de pertenencia de la persona desaparecida, que toma conciencia de lo injusto que puede ser el mundo y de la vulnerabilidad del ser humano; o la sociedad, que a pesar de los recursos materiales y humanos invertidos no logran proporcionar respuestas a lo ocurrido, como se ilustra en la 'Revista Técnica de Cuerpo Nacional de Policía'. 

Las desapariciones son una problemática común a todas las sociedades y culturas, con independencia del sexo, la edad o la condición socioeconómica de la persona (Ministerio del Interior, 2017). Los familiares y allegados que experimentan esta problemática, suelen presentar multitud de emociones desasosegantes, transitando por una total incertidumbre que les hace deambular entre la esperanza de encontrar a su ser querido cuanto antes, el temor a hacerlo en condiciones desfavorables y el deseo de que esa situación, en la que el tiempo parece congelado, tenga un final, aunque esto suponga una resolución fatal para la persona ausente.

Emociones y reacciones se suceden ante la falta de respuestas. Culpa, por acción u omisión, frustración, impotencia o tristeza, pueden darse con frecuencia. También puede aparecer la ira hacia la persona en paradero desconocido, hacia ellos mismos por no haberlo sabido o podido evitar o bien ante la idea hipotética de actuar de otro modo una vez constatada la ausencia; pero también puede manifestarse esta emoción ante una entidad superior por no interceder, o dirigirse a los profesionales de la intervención, instituciones y autoridades a cargo de la investigación, por considerar que el trato recibido no es correcto y el tiempo y recursos dedicados no son adecuados o suficientes). 

Diferentes estudios, como el publicado en 'Psicología Social' muestran que la desaparición de personas tiene una idiosincrasia propia basada en la incertidumbre, que dificulta notablemente el proceso de adaptación a la situación por parte de familiares y allegados ), en los que con el tiempo pueden observarse, dentro de las reacciones más frecuentes: duelo prolongado, depresión y estrés postraumático de manera diferenciada a la vivencia de otras pérdida

La convivencia de la ausencia física de la persona desaparecida con la total presencia psicológica de la misma, en lo que ha venido a denominarse pérdida ambigua, es una constante que genera un total agotamiento físico y emocional, como describo de Paulina Baos en su libro 'La pérdida ambiguedad cómo aprender a vivir con un duelo no resuelto' 

El nuevo estudio

En el nuevo estudio llevado a cabo por los miembros del Grupo de Trabajo de Intervención Psicológica en Desapariciones del Colegio Oficial de la Psicología de Madrid (GIPD-COPM), Ana Isabel Álvarez-Aparicio, José María Martínez Fernández, María Patricia Acinas Acinas y Elena Herráez-Collado, se recoge una propuesta de protocolo en ámbitos de aplicabilidad de buenas prácticas, incluyendo todas las instancias implicadas en el puzle de una desaparición, y se pone de relieve la importancia del profesional de la Psicología especializado en las mismas.

Tal y como señalan sus autores, son múltiples las emociones que experimentan familiares y personas allegadas en un caso de desaparición, “transitando por una total incertidumbre, que les hace deambular entre la esperanza de encontrar a su ser querido cuanto antes, el temor a hacerlo en condiciones desfavorables y el deseo de que esa situación, en la que el tiempo parece congelado, tenga un final, aunque esto suponga una resolución fatal para la persona ausente”. De acuerdo con la evidencia, la desaparición de personas es una realidad “que puede comprometer gravemente el bienestar y la salud mental de las personas afectadas, así como de los profesionales implicados en la resolución de estas situaciones”.

Concretamente, la desaparición de un ser querido presenta determinadas particularidades en comparación con otros sucesos traumáticos: la falta de certezas, que dificulta el proceso de adaptación y afrontamiento de la situación, y que, junto con la ausencia de ritos que limitan la validación emocional y el apoyo social, hacen que la situación se vuelva aún más complicada, particularmente dolorosa y devastadora. El artículo subraya que las familias y allegados de personas desaparecidas pueden beneficiarse de la adopción de medidas dirigidas a paliar los efectos del estrés y prevenir su complicación y/o cronificación, el acceso a una atención inmediata y especializada desde los primeros momentos, o la promoción de cambios a nivel institucional y organizacional, para evitar situaciones que generen victimización secundaria (por ej., promover una formación especializada y actualizada de los profesionales). Las investigaciones llevas a cabo en este ámbito indican que el contacto con el sufrimiento humano que tienen los/as profesionales de la salud, seguridad y emergencias, genera mayores niveles de ansiedad y estrés. Esta labor, en el caso de la desaparición de personas, se encuentra “entre las situaciones que más impacto psicológico y emocional pueden generar en un experto de la seguridad y emergencia”, documentan los autores. 

E insisten: "Para sobrellevar el día a día, estos y estas profesionales llevan a cabo una serie de conductas -tales como, mantenerse ocupados/as y orientados/as a la tarea, negar el impacto que les produce, suprimir las emociones o sentimientos experimentados, entre otras-, que, si bien son adaptativas inicialmente, pueden tener también efectos negativos en la salud mental y en 'a propia intervención profesional' En estos casos, la implementación de buenas prácticas resulta igualmente beneficiosa, reduciendo significativamente el posible impacto negativo de estas situaciones sobre el interviniente (tanto en el ámbito personal como profesional) y mejorando la calidad de su trabajo".

65YMAS entrevista a dos de ellas: Ana Isabel Álvarez-Aparicio, Fundadora y Coordinadora del Grupo de Intervención Psicológica en Desapariciones del (GIPD), único especializado en nuestro país y a Elena Herráez-Collado,y a Elena Herráez-Collado, miembro del mismo.

 

psicologas

Dra. Ana Isabel Álvarez-Aparicio y Elena Herráez-Collado

 

P.- Este mes publicasteis el artículo Buenas Prácticas en la Atención a Familiares y Allegados en Casos: ¿Cuáles son sus mensajes principales y qué papel puede jugar en la actualidad justoahor que Españaestá viviendo la tragedia de la DANA?

R.- El profesional de la psicología especializado en desapariciones va a tener un papel fundamental tanto a nivel de prevención como de intervención y posvención, como se ha mencionado anteriormente, pero, también, en todos los momentos que implica una desaparición. No debemos olvidar que ésta es una situación crítica y potencialmente traumática en sí misma pero engloba otras muchas situaciones que también pueden ser críticas y/o potencialmente traumáticas y que será necesario abordar, como la aparición de indicios, la comunicación de la situación a miembros de la familia especialmente vulnerables como menores... En este caso, cuando acaba de suceder, nuestro papel va a ser intentar reducir el impacto de la situación en la medida de lo posible. Nuestra labor va a ser clave para que los familiares y allegados puedan tener una buena gestión de los tiempos y la incertidumbre, junto a todas las reacciones derivadas de precisamente esta situación de ambigüedad, elemento central en toda desaparición. Por otra parte, los estudios señalan que una adecuada intervención psicológica en estos primeros momentos puede ser vital para mitigar el impacto emocional y reducir la posibilidad de que se cronifique la sintomatología o derive en otras problemáticas más graves a nivel psicológico. 

P.- ¿Cómo se lleva a cabo vuestra intervención y cuánto dura. Por ejemplo, ¿cómo están trabajando ahora los psicólogos especializados en desapariciones en las zonas afectadas?

R.- La duración puede ser indeterminada, dependiendo de la evolución de la situación. Vamos a encontrar casos donde se resuelva en las primeras horas porque se localiza a la persona, pero otros donde tarda más en encontrarse, pudiendo estar desaparecida durante días o incluso alargarse más en el tiempo. En estos últimos casos, va a ser muy importante la investigación para concluir qué pudo haber pasado con cada persona desaparecida en concreto y, en función de eso, continuar con la búsqueda y poder orientar adecuadamente a los familiares y allegados. Proporcionar pautas y herramientas de contención y afrontamiento, será una función clave del psicólogo especializado en desapariciones. El trabajo actual por parte de los profesionales de la psicología estará dirigido principalmente a promover en las personas un adecuado manejo emocional y de las reacciones derivadas de la situación de crisis en la que se encuentran, además de facilitar la sensación de control sobre la misma, restaurando cuanto antes sus recursos internos y promoviendo un nivel de funcionamiento adaptativo. Es importante destacar también, que esta labor se realizará no solo con los familiares y allegados, sino también con las personas afectadas en los distintos niveles, como profesionales de la intervención o la comunidad de referencia.

P.- ¿Cómo es el impacto en las familias y los amigos y qué herramientas les dáis para superar el 'duelo ambiguo'?

R.- En primer lugar señalar que nosotros en ningún caso hablamos de duelo. El primer paso para que esto ocurra es que la persona acepte la realidad de la pérdida, que esa persona no va a retornar nunca y que va a tener que aprender a vivir sin ella. En las desapariciones, la persona que desaparece para la familia, no se sabe si está viva o muerta, si retornará o no… por lo tanto, se mueven en la incertidumbre y se debaten entre la esperanza de encontrarla y la desesperación a no hacerlo o hacerlo en unas circunstancias que no desean. En una desaparición, a diferencia de un fallecimiento, la persona suele vivir buscando y aquí es donde los profesionales tenemos que intentar que se establezca un equilibrio, entre vivir y buscar. Entre cuidarse para ser capaz de cuidar a otros, muchas veces a su cargo y no desatender otras funciones y tareas y buscar a su ser querido.

P.- ¿Cómo afecta a los profesionales que les atienden?

R.- Lejos de lo que pueda pensarse, los profesionales también pueden verse impactados por este tipo de situaciones, especialmente si estas se prolongan en el tiempo. Al sentimiento de impotencia por no lograr dar respuestas, puede ir ligado un sentimiento de inutilidad y fracaso en las tareas encomendadas. En no pocas ocasiones, esa necesidad de dar respuestas puede llevar a que el profesional asuma como algo personal la resolución del caso y cuando esto no ocurre puede repercutir negativamente en su autoconcepto y autoestima incidiendo en su estado anímico y, por extensión, afectando este malestar a otras áreas de funcionamiento (personal, social, laboral…)

P.- ¿Cómo es la interacción con los medios de seguridad y como es la prevención y cómo de la intervención y la posvención

R.- La intervención en estos casos siempre debe ser integral, multidisciplinar, especializada y coordinada. FFCCS tienen un protocolo de actuación claro en este tipo de situaciones, y los psicólogos especializados en este ámbito también debemos aplicar los principios de intervención de forma indudable.

P.- ¿Qué porcentaje de desapariciones en España se resuelven?

R.- Los últimos datos aportados por el Ministerio del Interior a través del Centro Nacional de Desaparecidos (CNDES), cifran en un 95% las desapariciones cesadas, desde que se tienen registros en el Sistema de Personas Desaparecidas y Restos Humanos (PDyRH), plenamente operativo desde 2012. Pese a estas cifras de resolución favorables, hay un porcentaje de personas que permanecen años en las bases de búsqueda, con el sufrimiento que esto supone para familiares y allegados. 

P.- ¿Qué sucede en el caso de personas mayores? 

R.- Los estudios indican que personas especialmente vulnerables por sus características o situación pueden verse afectadas en mayor medida. En el caso de personas mayores, con niveles de actividad menores, inferior red de apoyo social… es posible que exista mayor afectación en algunos casos, pero también es cierto que suelen contar con herramientas y habilidades que les ha ido dando la experiencia en la superación de situaciones adversas que han podido vivir. Por tanto, la mayor o menor afectación no depende de la situación en sí, sino de la persona que tendrá que afrontarla.

P.- Algo que deseéis destacar 

R.- Tal y como señalamos en el artículo, es fundamental la preparación y especialización del profesional de la psicología que trabaja en el ámbito de las desapariciones, tanto en la intervención con familiares y allegados como en la colaboración con Fuerzas y Cuerpos de Seguridad. El ámbito de las desapariciones no se reduce a un momento temporal que podría considerarse de emergencia. La actuación del psicólogo puede prolongarse en el tiempo y no acaba en muchas ocasiones cuando la persona aparece. Asimismo destacar que la desaparición de un ser querido es algo común a todas las sociedad y culturas, y quizás una de las experiencias más dolorosas y desestabilizadoras que puede experimentar una persona y que el papel del psicólogo especializado en desapariciones si bien no puede evitar que ocurran sí puede atenuar su impacto y con ello algunas de sus consecuencias psicológicas y emocionales. 

Sobre el autor:

Patricia Matey

Patricia Matey

Licenciada en Ciencias de la Información (Universidad Complutense de Madrid. 1986-1991), es periodista especializada en información de salud, medicina y biociencia desde hace 33 años. Durante todo este tiempo ha desarrollado su profesión primero en el suplemento SALUD de EL MUNDO (22 años), luego como coordinadora de los portales digitales Psiquiatría Infantil y Sexualidad en el mismo diario. Ha colaborado en distintos medios como El País, La Joya. la revista LVR, Muy Interesante, Cambio 16, Indagando TV o El Confidencial. En este último ejerció de jefa de sección de Alimente durante cuatro años. Su trayectoria ha sido reconocida con los premios de periodismo de la Sociedad Española de Oncología Médica, premio Boehringer-Ingelheim, premio de la Asociación Española de Derecho Farmacéutico, premio Salud de la Mujer, premio de Comunicación del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid o Premio de Periodismo de Pfizer. Actualmente es la responsable de la sección Cuídate+ sobre longevidad saludable de 65YMÁS.

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