
¿El primer fármaco que repara el daño cerebral tras un ictus?
Un estudio constata que logra la recuperación significativa en el control del movimiento en ratones

Una nueva guía para prevenir un primer ictus establece que es posible lograrlo
El accidente cerebrovascular es la principal causa de discapacidad en adultos, sin una terapia médica aprobada que promueva la recuperación. Y en España, según el Ministerio de Sanidad, afecta a unas 120.000 personas y alrededor de 25.000 de ellas mueren por su causa cada año dentro de nuestras fronteras. Entre el 70% y el 80% de las personas que sufren un ictus tienen deterioro de las extremidades superiores, como refleja un estudio de 'Archives of Psychical Medicine and Rehabilitation', y muchas de ellas no recuperan el uso funcional del brazo parético, lo que puede conducir a dificultades en las actividades de la vida diaria (AVD).
A diferencia de gran parte de la medicina moderna, como en el cáncer, las enfermedades inmunológicas o cardíacas, no existe un medicamento para la recuperación del accidente cerebrovascular. La neurorrehabilitación tiene el potencial de mejorar la recuperación después del accidente cerebrovascular, pero en la práctica clínica tiene un efecto limitado, tal y como demuestra un ensayo en 'PLos One'.
Y esto es debido a las dificultades de acceso, la intensidad, las comorbilidades y la gravedad del accidente cerebrovascular. Los avances en la recuperación y rehabilitación del 'incidente' han sido en general modestos, como lo demuestra la efectividad limitada en grandes ensayos clínicos de rehabilitación.
La esperanza
Ahora las buenas noticias. Un nuevo estudio de UCLA Health ha descubierto lo que los investigadores dicen ser el primer fármaco que reproduce completamente los efectos de la rehabilitación física de un accidente cerebrovascular en ratones modelo, luego de estudios en humanos.
Los hallazgos, publicados en 'Nature Communications', probaron dos fármacos candidatos derivados de sus estudios sobre el mecanismo de los efectos de la rehabilitación en el cerebro, de los cuales uno resultó en una recuperación significativa en el control del movimiento después de un ictus en el modelo de ratón.
“El objetivo es contar con un medicamento que los pacientes puedan tomar y que produzca los efectos de la rehabilitación”, ha afirmado el Dr. S. Thomas Carmichael, autor principal del estudio y profesor y director de Neurología de la UCLA. Y ha recordado que "la rehabilitación tras un ictus tiene efectos limitados porque la mayoría de los pacientes no pueden mantener la intensidad necesaria para la recuperación".

En el estudio, Carmichael y su equipo buscaron determinar cómo la rehabilitación física mejoraba la función cerebral después de un accidente cerebrovascular y si podían generar un fármaco que pudiera producir estos mismos efectos.
Trabajando en modelos de ictus en ratones de laboratorio y con pacientes afectados los investigadores identificaron una pérdida de conexiones cerebrales que el ictus produce en zonas alejadas del lugar del daño. Las neuronas ubicadas a distancia del ictus se desconectan de otras neuronas. Como resultado, las redes cerebrales no se activan conjuntamente para funciones como el movimiento y la marcha.
Dos fármacos candidatos
El equipo de la UCLA descubrió que algunas de las conexiones que se pierden tras el evento se producen en una célula llamada neurona de parvalbúmina. Este tipo ayuda a generar un ritmo cerebral, denominado oscilación gamma, que conecta a las neuronas para que formen redes coordinadas que producen un comportamiento, como el movimiento. El ictus provoca la pérdida de oscilaciones gamma en el cerebro. La rehabilitación exitosa, tanto en ratones de laboratorio como en humanos, restableció las oscilaciones gamma en el cerebro y, en el modelo murino, reparó las conexiones perdidas de las neuronas de parvalbúmina.
Carmichael y su equipo identificaron dos fármacos candidatos que podrían producir oscilaciones gamma tras un ictus. Estos actúan específicamente excitando las neuronas de parvalbúmina. Descubrieron que uno de ellos, el DDL-920, desarrollado en el laboratorio de la UCLA del Dr. Varghese John, coautor del estudio, produjo una recuperación significativa del control del movimiento. No obstante, se necesitan más estudios para comprender la seguridad y eficacia de este medicamento antes de que pueda considerarse para ensayos en humanos.