Picor insoportable que parece que no va a cesar nunca y te vuelve loco, hinchazón… Así es la ‘maldición’ de las personas que sufren eccema, también conocido como dermatitis atópica, una enfermedad cutánea inflamatoria que cursa en brotes, y que se caracteriza por la presencia de zonas de piel seca y enrojecida que provocan mucho escozor al paciente y perjudica seriamente su calidad de vida.
La patología está extendiendo sus ‘alas’ en todos los países desarrollados. En los últimos 30 años, el número de afectados se ha triplicado, según la Academia Española de Dermatología y Venerología (AEDV). Y aunque es más frecuente en niños, también los adultos la sufren.
En estos últimos es más grave y se caracteriza por piel seca, intenso prurito de difícil control y por la manifestación de placas eccematosas crónicas, liquenificadas, de color rojo o hiperpigmentadas, aunque también se producen brotes agudos con presencia de vesículas y exudados en las nuevas afectaciones.
El lugar de las lesiones
Lo normal es que las lesiones se localicen básicamente en el tórax, área facial, pliegues corporales, zonas del cuello, manos y/o pies, y presentan un patrón de distribución algo diferente al descrito en la dermatitis atópica infantil. Concretamente, en el área facial, los párpados suelen ser las zonas más castigadas y requieren, además de control dermatológico, tal y como documenta un estudio publicado en ‘Farmacia Profesional’.
Detrás de este ‘viacrucis’ se esconde la unión de factores genéticos, disfunción de la barrera inmunitaria y epidérmica, y factores ambientales y dietéticos.
Ahora llega una nueva investigación, publicada en 'JAMA Dermatology', que constata que la sal de mesa eleva el riesgo de padecer eccema. Los investigadores, de la Universidad de California en San Francisco (UCSF), descubrieron que comer solo un gramo extra de sodio al día (la cantidad que hay en un 'Big Mac') aumenta la probabilidad de sufrir brotes en un 22 %.
El 'mal' del sodio
Solo en EEUU, el eccema afecta a más de 31 millones de personas y una de cada 10 desarrollará la enfermedad en algún momento. El sodio, que la mayoría de la gente consume en forma de sal, sabemos que aumenta el riesgo de hipertensión y enfermedades cardíacas. Y los científicos descubrieron recientemente que se almacena en la piel, donde puede desempeñar un papel en la inflamación del eccema.
De hecho, un estudio previo alemán ya sugería esta asociación. Publicado en 'Science Translational Medicine', en él se describe una conexión entre el consumo de sal de mesa y el agravamiento de las células T auxiliares de nuestro sistema inmunológico que a veces se vuelven 'agresivas'. Cuando lo hacen, las células T colaboradoras pueden causar inflamación hiperactiva y generar enfermedades basadas en alergias, como artritis, asma y eczema.
Los científicos descubrieron que el nivel de sal que comemos como parte de una dieta occidental hace que las células T auxiliares lancen respuestas inflamatorias rebeldes que ocurren con las alergias crónicas. En el caso del eccema, este caos parece ocurrir directamente en la piel. La acumulación de sodio era 30 veces mayor en la dermis de los pacientes que en la de las personas sin la enfermedad.
Los nuevos datos
Los científicos creen que limitar el sodio en la dieta podría ser una manera fácil para que los pacientes controlen su enfermedad. "Los brotes de eccema pueden ser difíciles de afrontar para ellos", ha comentado la autora del estudio Katrina Abuabara , "especialmente cuando no pueden anticiparlos y no tienen recomendaciones sobre qué hacer para evitarlos”.
Para su estudio transversal, los científicos analizaron datos de más de 215.000 personas de entre 30 y 70 años del Biobanco del Reino Unido, que incluye muestras de orina y registros médicos electrónicos. Pudieron saber cuánto sodio consumía cada persona a partir de muestras de orina; y lograron también ver si las personas tenían un diagnóstico de dermatitis atópica, así como su gravedad, a partir de los códigos de prescripción.
Descubrieron que cada gramo adicional de sodio excretado en la orina durante 24 horas se asociaba con un 11% más de probabilidades de un diagnóstico de eccema; 16% más posibilidades de tener un caso activo; y un 11% más de riesgo de mayor gravedad.
Luego, observaron a 13.000 adultos estadounidenses en la Encuesta Nacional de Examen de Salud y Nutrición y descubrieron que comer sólo un gramo adicional de sodio al día (aproximadamente media cucharadita de sal de mesa) se asociaba con un 22% más de probabilidades de que alguien tuviera un caso de eccema.
Pero se debe recordar que hay otro gran enemigo de la piel: los alimentos procesos, así lo ha constatado otro trabajo recogido en 'Fronteries of Nutrition' elaborado en China con 15.062 participantes a los que se les realizó un cuestionario sobre dieta. En comparación con aquellos que apenas consumían encurtidos, el consumo de encurtidos de 1 a 3 veces por semana se asoció significativamente con la dermatitis atópica.
"Los puntos sobre las íes"
En declaraciones a este diario, la Dra. Isabel del Campo, dermatóloga del Instituto de Dermatología Integral (IDEI), nos pone 'los puntos sobre las íes": "No existe un conocimiento claro y con evidencia científica que vincule los alimentos con la aparición de dermatitis atópica o con la recurrencia y virulencia de los mismos. Se recomienda llevar una alimentación variada y sana, rica en verduras y frutas, legumbres, proteínas magras e hidratos de carbono de combustión lenta. Sin embargo, si se detecta o se cree que cuando se consume algún grupo de alimentos en concreto aparecen brotes de dermatitis, es recomendable ir al dermatólogo para que haga unavaloración antes de retirarlos"
E insiste: "No se debe retirar ningún alimento antes de acudir a un especialista.
Además, cada paciente de dermatitis atópica tiene unas condiciones particulares y no a todos les afectan los alimentos de igual manera. En algunos pacientes si se ha visto que determinados alimentos pueden favorecer la aparición de brotes de atopia. Entre ellos se encuentran los que tienen una acción proinflamatoria, ya que la enfermedad es la patología inflamatoria más frecuente de la piel". Entre ellos destaca la experta:
Lácteos: Se sabe que son alimentos a los que una parte de la población es intolerante o bien alérgica. En estos casos, reducir su consumo puede disminuir la frecuencia delos brotes. (Los lácteos tambien pueden empeorar otras enfermedades cutáneas como el acné. Además, no solo afectan a la dermis, sino que puueden producir: cuadros digestivos (diarrea, hinchazón y dolor abdominal, etc.).
Alimentos refinados y ultraprocesados y de absorción rápida: Azúcares (pastelería y bollería industrial); aceites vegetales; harinas refinadas. Todos estos compuestos pueden encontrarse en la pasta y el pan blanco; los zumos de frutas (incluso la preparada por nosotros); los cereales industriales y la comida preparada (no hace faltaque sea comida rápida, sino también la comida preparada que es rica en sal y enazúcar, ya que son conservantes y potenciadores del sabor).-
Grasas saturadas: Carnes rojas; frituras; y platos procesados.
Recuerda a doctora, que "por otra parte, incluir en la dieta alimentos ricos y vitaminas, minerales y ácidos grasoscontribuye a mejorar el estado inflamatorio de la piel. Por este motivo es recomendable tomar alimentos ricos en vitaminas E y D, así como los que contienen altos niveles de selenio,magnesio y zinc y los que contienen Omega 3. El consumo de prebióticos y probióticos también puede contribuir a mejorar la salud de la piel, incluso el estado inflamatorio propio de la dermatitis atópica".
Insiste la especialista que existen "otros factores ambientales como son la polución y el estrés (agrava múltiples patologías dermatológicas como el acné, la rosácea, la psoriasis y la alopecia, entre otras). Además, es recomendable evitar el uso de prendas sintéticas; no hidratar la piel a diario adecuadamente utilizando productos no específicos para este tipo de pieles, así como no hidratarse interiormente; los cambios bruscos de temperatura; las duchas largas y con agua muy caliente; y secarse la piel de forma brusca y frotando".
Nos recuerda que "también se sabe que la presencia de la bacteria Staphylococcus aureus en la piel puede ser un factor de riesgo asociado a la presencia de la enfermedad. Y, por supuesto, se sabe que el componente genético es definitorio. Muchos de los pacientes tienen familiares que la padecen, así como otras patologías como son asma, fiebre del heno o alergia".
No debemos olvidar que "es una patología bastante frecuente en nuestro país, llegando a afectar al 20% de la población infantil y a entre el 1-3% de la población adulta. En el mundo occidental, los datos son similares. En los últimos años, las personas afectadas han llegado a duplicarse.
El tratamiento
La dermatitis atópica es una patología crónica, por lo que el tratamiento está destinado al alivio de los síntomas como a conseguir que los brotes sean cada vez más leves y más espaciados en el tiempo. Los fármacos más utilizaos son los corticoides tópicos, que reducen la inflamación a la vez que alivian el picor. "Sin embargo, su uso no puede ser muy prolongado ya que provocan adelgazamiento de la piel y aparición de estrías. Los moduladores del sistema inmunitario vía tópica también son útiles y hacen que no sea necesario la utilización de los corticoides durante prolongados espacios de tiempo. Por otra parte, el crisoborole (agente tópico no esteroideo) también es útil para los casos leves a moderados para reducir el prurito, la hinchazón y el enrojecimiento", agrega la experta.
Y recuerda: "Los inmunomodulares (vía oral) y los agentes biológicos (inyectables) se utilizan en casos graves en los que tampoco ha sido eficaz la fototerapia (exposición controlada a la radiación ultravioleta B), tratamiento que se administra en consulta. Por otra parte, también es útil el uso de antibióticos para tratar las infecciones que se producen, por ejemplo, por la bacteria Staphylococcus aureus".
Sobre el autor:
Patricia Matey
Licenciada en Ciencias de la Información (Universidad Complutense de Madrid. 1986-1991), es periodista especializada en información de salud, medicina y biociencia desde hace 33 años. Durante todo este tiempo ha desarrollado su profesión primero en el suplemento SALUD de EL MUNDO (22 años), luego como coordinadora de los portales digitales Psiquiatría Infantil y Sexualidad en el mismo diario. Ha colaborado en distintos medios como El País, La Joya. la revista LVR, Muy Interesante, Cambio 16, Indagando TV o El Confidencial. En este último ejerció de jefa de sección de Alimente durante cuatro años. Su trayectoria ha sido reconocida con los premios de periodismo de la Sociedad Española de Oncología Médica, premio Boehringer-Ingelheim, premio de la Asociación Española de Derecho Farmacéutico, premio Salud de la Mujer, premio de Comunicación del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid o Premio de Periodismo de Pfizer. Actualmente es la responsable de la sección Cuídate+ sobre longevidad saludable de 65YMÁS.