Actualidad

Las pruebas de imagen no invasivas que predicen el alzhéimer 20 años antes de su aparición

Patricia Matey

Foto: Bigstock

Miércoles 4 de diciembre de 2024

8 minutos

Medir la grasa corporal con resonancia magnética o escáner PET puede anticipar el diagnóstico

Las pruebas de imagen no invasivas que predicen el alzhéimer 20 años antes de su aparición
Patricia Matey

Foto: Bigstock

Miércoles 4 de diciembre de 2024

8 minutos

Ya el año pasado, la investigadora Mahsa Dolatshahi, del Instituto de Radiología Mallinckrodt (MIR) en la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington en St. Louis (EEUU),  ponía en conocimiento de la comunidad médica y de la sociedad un importante hallazgo: Los adultos de mediana edad que tienen grasa visceral alrededor de los órganos internos en el abdomen pueden tener un mayor riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer.

Tener dichos depósitos de grasa podría desencadenar cambios en el cerebro relacionados con el alzhéimer hasta 15 años antes de que aparezcan los síntomas de la enfermedad neurológica, y a los 50 años. Sus datos fueron presentados en la reunión anual de la Sociedad Radiológica de Norteamérica (RSNA, de sus siglas en inglés) de 2023.

En aquel momento los investigadores buscaron identificar asociaciones entre las proteínas amiloide y tau, conocidas por interferir con la comunicación celular en el cerebro, con puntuaciones altas en el índice de masa corporal (IMC), obesidad, resistencia a la insulina y tejido abdominal graso en personas de mediana edad que no presentaban signos de problemas cognitivos. Los investigadores informaron anteriormente en un trabajo de 'Aging Disease' que una mayor proporción de grasa visceral subcutánea en el abdomen se asociaba con una mayor presencia de amiloides en la corteza precuneus, la región del cerebro que se sabe que se ve afectada de forma temprana por la patología amiloide en la enfermedad de Alzheimer. Los niveles más altos de grasa visceral también se relacionan con una mayor inflamación en el cerebro, informaron los investigadores.

Primer estudio de este tipo

"Aunque ha habido otros estudios que vinculan el IMC con la atrofia cerebral o, incluso, un mayor riesgo de demencia, ningún ensayo anterior ha vinculado un tipo específico de grasa con la proteína real de la enfermedad de Alzheimer en personas cognitivamente normales. Trabajos similares no han investigado el papel diferencial de la grasa visceral y subcutánea, especialmente en términos de patología amiloide del alzhéimer, ya en la mediana edad", dijo en su día Dolatshahi en un comunicado de prensa.

La eterna búsqueda del 'Santo Grial’ de la herramienta idónea que logre la detección precoz del alzhéimer por parte de los científicos no cesa, como tampoco ha frenado el interés y el esfuerzo de la Dra. Mahsa Dolatshah por encontrarla.

20 años antes

Y es así que, de nuevo, en la reunión de la RSNA 2024 (1-4 de Diciembre) ha presentado nuevas evidencias. Los investigadores han vinculado un tipo específico de grasa corporal con las proteínas anormales en el cerebro que son características de la enfermedad de Alzheimer hasta 20 años antes de que aparezcan los primeros síntomas de demencia (5 años antes que en el estudio anterior). Los investigadores han enfatizado que las modificaciones del estilo de vida dirigidas a reducir esta grasa podrían influir en el desarrollo de la patología.

 

Una paciente sometiéndose a una RM. Bigstock

 

"Este resultado crucial se descubrió porque investigamos la patología de la enfermedad de Alzheimer ya en la mediana edad (entre los 40 y los 50 años), cuando está en sus primeras etapas y las modificaciones potenciales como la pérdida de peso y la reducción de la grasa visceral son más efectivas como medio para prevenir o retrasar su aparición", ha documentado durante la conferencia la Dra. Mahsa Dolatshahi. 

Según la Asociación de Alzheimer de EEUU, unos 6,9 millones de estadounidenses de 65 años o más padecen la enfermedad. La asociación estima que esta cifra podría aumentar a 13 millones en 2050, a menos que se produzcan avances médicos para prevenirla o curarla.

Los detalles del nuevo trabajo

Para el estudio, los investigadores se centraron en el vínculo entre factores modificables relacionados con el estilo de vida, como la obesidad, la distribución de la grasa corporal y los aspectos metabólicos, y el alzhéimer. En él se incluyeron 80 personas de mediana edad cognitivamente normales (edad media: 49,4 años, mujeres: 62,5 %). Aproximadamente, el 57,5 ​​% de los participantes eran obesos y el índice de masa corporal (IMC) medio de los participantes era de 32,31. 

Los participantes se sometieron a una tomografía por emisión de positrones (PET) cerebral, una resonancia magnética corporal y una evaluación metabólica (mediciones de glucosa e insulina), así como a un panel de lípidos (colesterol). Se realizaron resonancias magnéticas del abdomen para medir el volumen de la grasa subcutánea (la grasa debajo de la piel) y la grasa visceral (grasa oculta profunda que rodea los órganos).

"Investigamos la asociación del IMC, la grasa visceral, la grasa subcutánea, la fracción de grasa hepática, la grasa del muslo y el músculo, así como la resistencia a la insulina y el HDL (colesterol bueno), con la deposición de amiloide y tau en la enfermedad de Alzheimer", ha informado la investigadora. Se utilizaron escáneres de los músculos del muslo para medir el volumen de músculo y la grasa. La patología de la enfermedad de Alzheimer se midió utilizando escáneres PET con trazadores que se unen a las placas amiloides y los ovillos de tau que se acumulan en los cerebros de las personas afectadas.

Los resultados revelaron que los niveles más elevados de grasa visceral estaban relacionados con un aumento de amiloide, lo que explica el 77% del efecto del IMC aumentado sobre la acumulación de amiloide. Otros tipos de grasa no explicaron la elevación de la patología relacionada con la obesidad.

"Nuestro estudio demostró que una mayor cantidad de grasa visceral se asocia con mayores niveles de PET de las dos proteínas patológicas características de la enfermedad de Alzheimer: Amiloide y tau. Hasta donde sabemos, nuestro estudio es el único que demuestra estos hallazgos en la mediana edad, cuando nuestros participantes están a décadas de desarrollar los primeros síntomas de la demencia que resulta de la enfermedad de Alzheimer", ha insistido. 

En él también se demostró que una mayor resistencia a la insulina y un nivel más bajo de HDL estaban asociados con un nivel elevado de amiloide en el cerebro. Los efectos de la grasa visceral sobre la patología amiloide se redujeron parcialmente en las personas con un nivel más alto de HDL.

Implicaciones

"Una implicación clave de nuestro trabajo es que el manejo del riesgo de alzhéimer en la obesidad deberá involucrar el abordaje de los problemas metabólicos y lipídicos relacionados que a menudo surgen con un mayor nivel de grasa corporal", ha comunicado Cyrus A. Raji, coautor de la investigación.

Como hemos mencionado anteriormente, aunque estudios anteriores han demostrado el papel del IMC alto en el daño a las células del cerebro, "ningún trabajo similar ha investigado el papel diferencial de la grasa visceral y subcutánea o el perfil metabólico, especialmente en términos de patología amiloide del alzhéimer ya en la mediana edad. Esta investigación va más allá de utilizar el IMC para caracterizar la grasa corporal con mayor precisión mediante resonancia magnética y, al hacerlo, revela conocimientos clave sobre por qué ésta puede aumentar el riesgo de enfermedad de la patología”, ha subrayado la Dra. Dolatshahi.

Los Dres. Raji, Dolatshahi y sus colegas también han presentado en RSNA 2024 otro ensayo que muestra cómo la obesidad y la grasa visceral reducen el flujo sanguíneo en el cerebro.

En ese estudio, los investigadores realizaron resonancias magnéticas cerebrales y abdominales a individuos de mediana edad cognitivamente normales con un amplio rango de IMC y compararon el flujo sanguíneo cerebral total y regional en resonancias magnéticas cerebrales en individuos con grasa visceral y subcutánea alta versus baja. El grupo con grasa visceral alta mostró un flujo sanguíneo cerebral total más bajo. No se observó ninguna diferencia significativa en el flujo sanguíneo cerebral en los grupos con grasa subcutánea alta versus baja.

"Este trabajo tendrá un impacto considerable en la salud pública porque casi tres de cada cuatro estadounidenses tienen sobrepeso o son obesos. Saber que la obesidad visceral afecta negativamente al cerebro abre la posibilidad de que el tratamiento con modificaciones del estilo de vida o medicamentos adecuados para bajar de peso pueda mejorar el flujo sanguíneo cerebral y potencialmente reducir la carga y el riesgo de enfermedad de Alzheimer", ha confirmado el Dr. Raji. 

Sobre el autor:

Patricia Matey

Patricia Matey

Licenciada en Ciencias de la Información (Universidad Complutense de Madrid. 1986-1991), es periodista especializada en información de salud, medicina y biociencia desde hace 33 años. Durante todo este tiempo ha desarrollado su profesión primero en el suplemento SALUD de EL MUNDO (22 años), luego como coordinadora de los portales digitales Psiquiatría Infantil y Sexualidad en el mismo diario. Ha colaborado en distintos medios como El País, La Joya. la revista LVR, Muy Interesante, Cambio 16, Indagando TV o El Confidencial. En este último ejerció de jefa de sección de Alimente durante cuatro años. Su trayectoria ha sido reconocida con los premios de periodismo de la Sociedad Española de Oncología Médica, premio Boehringer-Ingelheim, premio de la Asociación Española de Derecho Farmacéutico, premio Salud de la Mujer, premio de Comunicación del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid o Premio de Periodismo de Pfizer. Actualmente es la responsable de la sección Cuídate+ sobre longevidad saludable de 65YMÁS.

… saber más sobre el autor