Resbalones, tropiezos, uso de ciertos medicamentos, fragilidad, inestabilidad en la marcha… Son tan solo algunos de los motivos por los que, desafortunadamente, cerca de 1 de cada 3 personas mayores de 65 años acaba en el suelo cada año, y esta cifra puede llegar al 50% en el caso de los mayores de 80 años.
El doctor Manuel Villanueva, traumatólogo y director médico de Avanfi, insiste en que “las caídas a partir de la sexta década de la vida son un auténtico problema de salud pública en todo el mundo, con graves consecuencias en la calidad de vida de los pacientes, un gran impacto también en los cónyuges o familiares y unos enormes costes para los sistemas de salud”.
Esta cruda realidad ha quedado bien plasmada en el Estudio FALL-ER: registro multicéntrico de personas mayores de 65 años atendidas por una caída en servicios de urgencias españoles’, de la Fundación MAPFRE.
Se incluyeron a todos los pacientes de 65 años o más atendidos por una caída presenciada o auto-referida en el correspondiente Servicio de Urgencias Hospitalarios (SUH). En total fueron evaluados 1.610 pacientes durante los 52 días programados en los cinco servicios
De media, los servicios de urgencia públicos españoles atienden a 6 caídas con lesiones de personas de 65 años o más. Y en uno de cada 4 de estos casos este no era el primer incidente porque ya se habían caído alguna vez en los dos últimos meses.
En 3 de cada 4 caídas, la persona mayor está sola, sin testigos. En la mayoría de las ocasiones (68%), no puede levantarse sin ayuda: sólo lo logra un 15,5%.
El 1,6% de los afectados por el incidente que son atendidas en los SUH fallece durante su estancia en el hospital. Y uno de cada 10 mayores lo hace a los 6 meses del alta (11%), lo que pone de manifiesto que la probabilidad de fallecer que tiene un mayor de 80 años se incrementa hasta siete veces cuando ha sufrido una caída.
Ahora llega una nueva revisión de ensayos clínicos (metaanálisis), publicada en ‘JAMA’, que evalúa los verdaderos factores de riesgo de las caídas y los métodos preventivos más efectivos.
Sin embargo, primero hay que tener en cuenta un hecho importante: si bien es cierto que las tasas de caídas aumentan sustancialmente después de los 65 años, éstas están asociadas con la fragilidad en todas las edades, de modo que las personas más jóvenes (de 50 a 65 años) que la padecen tienen un riesgo de sufrirlas comparable al de aquellos en su séptima y octava décadas de la vida, como documenta un trabajo publicado en ‘Journal of the American Geriatrics Society’.
Los factores de riesgo
El Dr. Villanueva, que es también especialista en prótesis de cadera y rodilla, recuerda: “Los factores de riesgo de caídas pueden ser intrínsecos o extrínsecos al paciente. Algunos intrínsecos están relacionados con enfermedades neurológicas (por ejemplo, Enfermedad de Párkinson y trastornos neurocognitivos importantes como la demencia), que no son siempre modificables. Otros que sí son modificables incluyen algunas alteraciones de la marcha, los cuadros de hipotensión ortostática, uso de medicamentos que alteran los sentidos, el nivel de alerta o los reflejos, pérdida de visión o de audición o ciertos factores extrínsecos ambientales”.
Asimismo, otros factores que predicen un mayor riesgo de sufrirlas son: historial de caídas previas (especialmente si son múltiples, pacientes que han sufrido 2 o más en un periodo de 6-12 meses), miedo al accidente, velocidad de la marcha reducida (personas que ya no pueden caminar, con suficiente velocidad y características de fragilidad (pérdida de peso por enfermedades, malnutrición, debilidad muscular, agotamiento o baja actividad física).
"El conocimiento del problema y las medidas de prevención son fundamentales para reducir, en lo posible, las consecuencias de las caídas, una verdadera epidemia y la causa principal de fallecimiento por traumatismos en mayores de 65 años”, afirma el Dr Villanueva.
E insiste: "Sobre todo en el grupo de mayor edad o personas más deterioradas (con mayor edad biológica), con un porcentaje de fallecimiento elevado al año de una fractura de cadera, aunque superen la operación. De ahí la frase en los tratados clásicos de ortopedia “venimos al mundo a través de la pelvis y nos vamos de él por el cuello del fémur”.
Se suma a todo ello, y como destacan los autores de la nueva investigación, el papel del Índice de Masa Corporal (IMC, calculado como el peso en kilogramos dividido por la altura en metros al cuadrado). Al parecer, tanto las personas con un IMC de 18,5 o menor, o mayor o igual a 37, son los que corren mayor riesgo. Un dato que hace que se plantee la hipótesis de que tanto el IMC bajo como el alto aumentan las probabilidades de padecer estos incidentes debido a la sarcopenia en el primer caso y a la obesidad en el segundo, tanto por la alteración de la estabilidad postural como también por la falta de condición física, por la disminución del ejercicio y la pérdida de musculatura.
Hay que añadir, además, que otras causas que elevan las probabilidades de forma moderada de estos accidentes y que son potencialmente modificables son la discapacidad visual y auditiva, el dolor y la hipotensión ortostática.
El ensayo recuerda, asimismo, que los medicamentos son el factor extrínseco modificable más común de las caídas. También existe una asociación entre los peligros ambientales y las caídas recurrentes, particularmente cuando los primeros interfieren con la función motora. La mala iluminación y los objetos que pueden desencadenar los tropiezos (por ejemplo, alfombras) son otros factores comunes. Lo es, también, caminar descalzo o con medias, mientras que el calzado deportivo se alza como protector frente a estos siniestros.
Prevención
Ejercicio. El estudio señala que los ejercicios funcionales que abordan el equilibrio y la fuerza de las piernas, y el Tai Chi disminuyen el riesgo de caídas. Este es el mayor elemento de prevención. Lógicamente no hay que hacer Tai Chi sólo o cualquier trabajo de fuerza, preferentemente funcional, para tener agilidad (no para hipertrofiar los músculos) y frenar la sarcopenia natural. Esta enfermedad hace referencia a la pérdida de masa muscular que empieza en la cuarta década de vida. A partir de los 30 años se calcula que se pierde un 3-8% de la masa muscular, por cada década de vida y por factores múltiples (disminución de actividad física, hormonales, genéticos, pérdida de neuronas motoras, etc). El director de Avanfi recuerda: "Los beneficios del trabajo de fuerza a partir de la quinta-sexta década de la vida, en que se acentúa la sarcopenia natural, están muy demostrados en la prevención del deterioro físico y mental. Los pacientes que hacen este trabajo, no sólo el aeróbico, como se creía hasta hace unos años, previenen el desarrollo de enfermedades físicas y, lo que es más sorprendente, también mentales, como reducir el deterioro cognitivo (son más capaces de ser independientes de sus hijos o de instituciones hasta edades más avanzadas, controlar sus cuentas, sus pagos, su autonomía), por lo que es fundamental hacer este tipo de ejercicio 2-3 veces al día, mínimo, no solo para envejecer bien, sino para prevenir lesiones, caídas, enfermedades cardiovasculares e incluso demencia".
La vista. Un metaanálisis publicado en ‘International Journal of Clinical Pharmacy’ con 1.834 pacientes con cataratas bilaterales visualmente significativas constata que la primera cirugía de las mismas se asoció con una reducción en el riesgo de caídas. Otros estudios de intervenciones relacionadas con la vista no consideraron las caídas como un resultado, pero sí documentan mejoras en el equilibrio, la marcha o la precisión de los pasos, lo que se ‘traduce’ en menos probabilidades de que se produzcan.
Modificación ambiental. La reducción del riesgo de caídas en el hogar (p. ej., instalación de iluminación adecuada, escalones antideslizantes, evitar el desorden, las zonas de paso estrecho o alfombras elevadas) se asocia con menores tasas de caídas entre los adultos mayores con alto riesgo. Asimismo, agregar barandillas en los escalones, barras de apoyo en el baño fijadas permanentemente a la pared, alfombras de baño antideslizantes, bordes de escalones antideslizantes de alta visibilidad, fijación de pestillos para evitar incidentes desde las ventanas también son eficaces.
Cuidado de los pies. Las intervenciones de podología que incluyen examen físico, calzado personalizado, ortesis (sí están indicadas) y ejercicios de pies y tobillos en el hogar se asociaron con una menor tasa de incidentes. El Dr. Ávaro Iborra, podólogo especializado en neuropatías periféricas del pie y cirugía mínimamente invasiva, además de director de Podología de Avanfi, afirma: “las alteraciones de la marcha, la falta de un apoyo estable, que provocan las deformidades de pie y tobillo, la artrosis severa en el pie e, incluso, ciertas neuropatías que alteran la fuerza, sensibilidad o propiocepción de nuestros pacientes (las más conocidas la neuropatía diabética y las más silenciosas son las neuropatías compresivas del tobillo y pie), el síndrome del túnel del tarso, probablemente más frecuente que su homónimo en la mano, el síndrome del túnel del carpo, están en la base de muchas caídas”.
Y otros aspectos especializados reflejados en el estudio que destaca el Dr. Iborra son: "Se conoce que la combinación de operaciones en los pies en personas mayores, que les pueda hacer inestable o dolorosa la marcha o el apoyo, se ha relacionado con mayores tasas de caídas en pacientes, por lo que es fundamental realizar un estudio y exploración meticulosa de la pisada para intentar mejorar la estabilidad y deambulación con el uso ortesis plantares a medida. Y cuando estas fracasen actuar con tratamientos quirúrgicos y, siempre que se pueda, con técnicas quirúrgicas minimamente invasivas para corregir las deformidades de los pies o liberar los nervios atrapados, para reducir el dolor, la discapacidad y el riesgo de caídas", recuerda el experto.
Por los tanto, sólo caminar está bien, pero no es suficiente. Es fundamental, como afirman los especialistas de Avanfi, hacer otros tipos de ejercicio.
Sobre el autor:
Patricia Matey
Licenciada en Ciencias de la Información (Universidad Complutense de Madrid. 1986-1991), es periodista especializada en información de salud, medicina y biociencia desde hace 33 años. Durante todo este tiempo ha desarrollado su profesión primero en el suplemento SALUD de EL MUNDO (22 años), luego como coordinadora de los portales digitales Psiquiatría Infantil y Sexualidad en el mismo diario. Ha colaborado en distintos medios como El País, La Joya. la revista LVR, Muy Interesante, Cambio 16, Indagando TV o El Confidencial. En este último ejerció de jefa de sección de Alimente durante cuatro años. Su trayectoria ha sido reconocida con los premios de periodismo de la Sociedad Española de Oncología Médica, premio Boehringer-Ingelheim, premio de la Asociación Española de Derecho Farmacéutico, premio Salud de la Mujer, premio de Comunicación del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid o Premio de Periodismo de Pfizer. Actualmente es la responsable de la sección Cuídate+ sobre longevidad saludable de 65YMÁS.