Controlar la diabetes, la hipertensión arterial, la obesidad, el tabaquismo, el sedentarismo, la depresión, la inactividad cognitiva, la hipoacusia y el aislamiento social podrían potencialmente prevenir entre 1 y 3 millones de casos de alzhéimer en el mundo, según la Sociedad Española de Neurología.
La enfermedad está en aumento en todo el mundo. Se cree que en todo el planeta hay 46,8 millones de personas que viven con la patología u otras demencias. Para 2030, si no se dan descubrimientos novedosos, veremos un aumento, alcanzando casi los 74,7 millones. Para 2050, las tasas podrían superar los 131,5 millones, tal como documenta la Fundación Bright Focushttps.
El estrés percibido se define como una consecuencia de eventos o demandas que exceden la capacidad de un individuo para afrontarlos. Puede tener consecuencias fisiológicas y psicológicas a largo plazo y se ha demostrado que es un factor de riesgo modificable para el deterioro cognitivo leve y la enfermedad de Alzheimer, como documenta un trabajo de ‘Psychomaticc Medicine’
El estrés percibido entre los adultos se asocia con indicadores hormonales e inflamatorios de envejecimiento acelerado, así como con un riesgo excesivo de morbilidad y mortalidad cardiovascular y por accidentes cerebrovasculares. También se ha relacionado con problemas de sueño y una función inmunológica deficiente.
Nuevas evidencias
Ahora llega una nueva investigación que constata que si bien las actividades y experiencias de vida mentalmente estimulantes pueden mejorar la cognición, el estrés socava esta relación beneficiosa, La investigación ha sido llevada a caba por científicos Instituto Karolinska (Suecia) y publicada en ‘Alzheimer's & Dementia’.
A finales de la década de 1980, los investigadores descubrieron que algunas personas que no mostraban síntomas aparentes de demencia durante su vida tenían cambios cerebrales consistentes con una etapa avanzada de alzhéimer. Desde entonces se ha postulado que la llamada reserva cognitiva podría explicar diferencias entre los individuos.
Las experiencias y comportamientos de vida cognitivamente estimulantes y enriquecedores, como un mayor nivel educativo, trabajos complejos, actividades físicas y de ocio continuas e interacciones sociales saludables, ayudan a desarrollar la reserva cognitiva. Sin embargo, los niveles de estrés altos o persistentes se asocian con interacciones sociales reducidas, capacidad deteriorada para realizar actividades físicas y de ocio y un mayor riesgo de demencia.
Los científicos han examinado la asociación entre la reserva cognitiva, la cognición y los biomarcadores de la enfermedad de Alzheimer en 113 participantes de la clínica de memoria del Hospital Universitario Karolinska. También examinaron cómo esta asociación se ve modificada por el estrés fisiológico (niveles de cortisol en la saliva) y el estrés psicológico (percibido). Se descubrió que una mayor reserva cognitiva mejora la cognición, pero, curiosamente, el estrés fisiológico parecía debilitar la relación.
"Estos resultados podrían tener implicaciones clínicas, ya que un creciente conjunto de investigaciones sugiere que los ejercicios de atención plena y la meditación pueden reducir los niveles de cortisol y mejorar la cognición", ha comunicado la autora principal del estudio, la Dra. Manasa Shanta Yerramalla. Y ha insistido: "Diferentes estrategias de manejo del estrés podrían ser un buen complemento a las intervenciones existentes en el estilo de vida para la prevención de la enfermedad”.
Próximas investigaciones
La muestra relativamente pequeña de participantes reduce la posibilidad de sacar conclusiones sólidas, pero los resultados son generalizables a grupos de pacientes similares. Además, dado que el estrés altera el sueño, lo que a su vez transforma la cognición, los investigadores controlaron los medicamentos para dormir; Sin embargo, no consideraron otros aspectos del sueño que podrían afectar la cognición.
"Seguiremos estudiando la asociación entre el estrés y los trastornos del sueño y cómo afecta a la reserva cognitiva en los pacientes de la clínica de memoria", ha determinado la Dra. Yerramalla.
Sobre el autor:
Patricia Matey
Licenciada en Ciencias de la Información (Universidad Complutense de Madrid. 1986-1991), es periodista especializada en información de salud, medicina y biociencia desde hace 33 años. Durante todo este tiempo ha desarrollado su profesión primero en el suplemento SALUD de EL MUNDO (22 años), luego como coordinadora de los portales digitales Psiquiatría Infantil y Sexualidad en el mismo diario. Ha colaborado en distintos medios como El País, La Joya. la revista LVR, Muy Interesante, Cambio 16, Indagando TV o El Confidencial. En este último ejerció de jefa de sección de Alimente durante cuatro años. Su trayectoria ha sido reconocida con los premios de periodismo de la Sociedad Española de Oncología Médica, premio Boehringer-Ingelheim, premio de la Asociación Española de Derecho Farmacéutico, premio Salud de la Mujer, premio de Comunicación del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid o Premio de Periodismo de Pfizer. Actualmente es la responsable de la sección Cuídate+ sobre longevidad saludable de 65YMÁS.