Longevidad saludable

Los efectos positivos de los probióticos en la función cognitiva

Patricia Matey

Foto: Bigstock

Viernes 16 de agosto de 2024

7 minutos

El cóctel 'Lactobacillus rhamnosus' y 'Bifidobacterium lactis' también mejoró el estado emocional

Los efectos positivos de los probióticos en la función cognitiva
Patricia Matey

Foto: Bigstock

Viernes 16 de agosto de 2024

7 minutos

El microbioma intestinal es un conjunto de microorganismos en el intestino humano que desempeña múltiples funciones esenciales, desde la absorción de nutrientes hasta la modulación del sistema inmunológico, como documenta un estudio de 'Cellular and Molecular Life Science'. El tracto gastrointestinal (con sus microbios) también tiene un enorme impacto en el cerebro, y este eje intestino-cerebro es objeto de intensas investigaciones en la actualidad. Las alteraciones del microbioma intestinal están surgiendo como una nueva estrategia para tratar el deterioro cognitivo y emocional que se desarrolla en la edad adulta. 

La comunicación cruzada bien establecida entre el intestino y el cerebro impulsó a los investigadores a plantear la hipótesis de un posible vínculo entre el intestino y las enfermedades neurodegenerativas o los trastornos del estado de ánimo. Algunas hipótesis sugieren que los desequilibrios en bacterias intestinales específicas podrían conducir a un entorno neuroinflamatorio, disfunción mitocondrial o estrés oxidativo, procesos que podrían contribuir al deterioro neurona, como documenta Lifespan.io 

Probióticos y prebióticos

Sin embargo, la conexión entre el intestino y el cerebro no tiene por qué ser del todo mala. Si el desequilibrio de los microbios puede afectar negativamente al cerebro, restablecer el equilibrio puede ayudar a tratar algunos trastornos cerebrales. Los investigadores ya están estudiando estas posibilidades mediante el análisis del consumo de probióticos y prebióticos y sus efectos sobre la demencia, el deterioro cognitivo, la ansiedad y la depresión.

Así, el consumo de probióticos de los géneros 'Bifidobacterium' y 'Lactobacillus' se ha asociado con mejores puntuaciones de función cognitiva general, estado inflamatorio y niveles de neurotrofina cerebral en pacientes con alzhéimer, como documenta un estudio de 'Clinical Nutrition'. Otro trabajo del 'Journal of Alzheimer's Disease' refiere que en cuanto al deterioro cognitivo se ha demostrado una mejora en la memoria tras la administración de 'Bifidobacterium breve A1', así como en el aprendizaje y la fluidez verbal tras el consumo de 'Limosilactobacillus fermentum' y 'Lactobacillus plantarum C29'.  

En pacientes con ansiedad y depresión, la combinación probiótica de 'Lactobacillus helveticus R0052' y 'Bifidobacterium longum R0175' redujo los síntomas de la enfermedad, mejoró la capacidad de resolución de problemas y disminuyó los niveles de cortisol libre urinario, como se constata en la 'Revista Británica de Nutrición' 

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Además de la mejora en la función cognitiva, las pruebas de imagen han demostrado cambios anatómicos y funcionales en diferentes áreas cerebrales involucradas en la fisiopatología de los trastornos afectivos después del consumo de probióticos.

Sin embargo, los autores de un nuevo estudio señalan que los participantes en los trabajos anteriores tenían múltiples patologías y faltan datos sobre si tal efecto puede obtenerse en una población sana y de edad avanzada.

Por ello, los firmantes del mismo, publicado en 'Probiotics and Antimicrobial Proteins', decidieron probar la eficacia de una formulación probiótica multiespecie, concretamente 'Lactobacillus rhamnosus' y 'Bifidobacterium lactis', ya que estudios previos que la han utilizado no habían dado resultados concluyentes en cuanto a los estados emocionales y cognitivos. Los autores probaron esta combinación "como estrategia terapéutica para atenuar el deterioro emocional y cognitivo asociado al envejecimiento en adultos sanos".

Mejor cognición y bienestar

Para realizarlo, los investigadores llevaron a cabo un ensayo cruzado, aleatorizado, doble ciego y controlado con placebo. Incluyó a 33 participantes de 55 años o más, con una edad media de 66 años. Al inicio, la mayoría de ellos no mostraba deterioro cognitivo, y el 14,8% presentaba deterioro cognitivo leve. Durante el trabajo, y a lo largo de diez semanas, los participantes consumieron una cápsula que contenía un probiótico multiespecie (o recibieron un placebo). A esto le siguió un período de descanso de cuatro semanas en el que los participantes siguieron la misma dieta sin intervenciones, seguido de otras diez semanas de tratamiento. El grupo que anteriormente había recibido un placebo ahora ingirió probióticos y viceversa. Todos fueron evaluados al inicio, después de la intervención de diez semanas (primera condición) y al final del estudio.

Al final del experimento, los investigadores no observaron ningún efecto secundario del tratamiento, pero sí el impacto positivo del consumo de bacterias.

Las personas reclutadas participaron en múltiples pruebas para evaluar su cognición y bienestar psicológico. Como resumen los autores señalan que "los resultados de esas pruebas mostraron un impacto positivo en el bienestar mental, lo que llevó a una mejora de la función cognitiva y del estado emocional, junto con una notable disminución de los síntomas depresivos".

Posibles mecanismos y limitaciones

Si bien los investigadores no analizaron el mecanismo detrás del consumo de probióticos y los cambios cognitivos y emocionales que observaron, basándose en investigaciones anteriores, formulan hipótesis en la sección de discusión del artículo sobre posibles mecanismos y vías involucradas. Proponen que el papel beneficioso de las cepas utilizadas en esta investigación podría ser resultado de su impacto en múltiples procesos, como la liberación de neurotransmisores, la neurogénesis, la expresión de neuropéptidos, la plasticidad sináptica y la neuroinflamación. Creen que restablecer el equilibrio del microbioma intestinal también puede ayudar en procesos como el fortalecimiento de la barrera intestinal, la modulación de la síntesis de la hormona del estrés, el cortisol, y la mejora de la calidad del sueño.

Este estudio tuvo algunas limitaciones. Para obtener un mejor respaldo a la hipótesis del impacto del eje intestino-cerebro en la cognición, las investigaciones futuras deberían medir parámetros neurológicos, endocrinos o inmunológicos, por ejemplo, mediante la inclusión de muestras de heces o marcadores de inflamación o estrés oxidativo.

Además, los científicos admiten que no controlaron adecuadamente las diferentes cepas probióticas que podrían ingerirse con los alimentos consumidos por los participantes, lo que podría interferir potencialmente con los resultados. Además, sería beneficioso para futuras investigaciones contar con un tamaño de muestra mayor y una duración de estudio más prolongada.

Sobre el autor:

Patricia Matey

Patricia Matey

Licenciada en Ciencias de la Información (Universidad Complutense de Madrid. 1986-1991), es periodista especializada en información de salud, medicina y biociencia desde hace 33 años. Durante todo este tiempo ha desarrollado su profesión primero en el suplemento SALUD de EL MUNDO (22 años), luego como coordinadora de los portales digitales Psiquiatría Infantil y Sexualidad en el mismo diario. Ha colaborado en distintos medios como El País, La Joya. la revista LVR, Muy Interesante, Cambio 16, Indagando TV o El Confidencial. En este último ejerció de jefa de sección de Alimente durante cuatro años. Su trayectoria ha sido reconocida con los premios de periodismo de la Sociedad Española de Oncología Médica, premio Boehringer-Ingelheim, premio de la Asociación Española de Derecho Farmacéutico, premio Salud de la Mujer, premio de Comunicación del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid o Premio de Periodismo de Pfizer. Actualmente es la responsable de la sección Cuídate+ sobre longevidad saludable de 65YMÁS.

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