Se define como la pérdida involuntaria de orina desde la vejiga. Hablamos de la Incontinencia Urinaria (IU). Una revisión de la 'Cochrane Library' establece que este trastorno en las mujeres se asocia con una calidad de vida deficiente y con dificultades en la funcionalidad social, psicológica y sexual. La enfermedad afecta a más de la mitad de las mujeres de mediana edad y hasta al 80% de las personas de 80 años.
Los tratamientos conservadores como las intervenciones de estilo de vida, el entrenamiento vesical y el entrenamiento muscular del suelo pelviano (solas o en combinación con otras intervenciones) son los enfoques iniciales para el tratamiento de la incontinencia urinaria. Muchas mujeres están interesadas en tratamientos adicionales como el yoga, un sistema de filosofía, estilo de vida y práctica física que se originó en la India antigua.
Pues bien, ahora llega una nuevainvestigación, publicada en 'Annals of Internal Medicine', que constata que las mujeres mayores que padecen el trastorno pueden beneficiarse del ejercicio regular de bajo impacto y el yoga, así como el estiramiento y el fortalecimiento.
El trabajo, dirigido por científicos de Stanford Medicine y la Universidad de California en San Francisco (UCFS), es parte de un esfuerzo más amplio para identificar formas de bajo riesgo y bajo costo para tratar uno de los problemas de salud más comunes que enfrentan las mujeres a medida que envejecen.
Tras 12 semanas
El estudio comparó dos programas de ejercicio de 12 semanas: 121 participantes fueron asignados aleatoriamente a un grupo de yoga y 119 a un grupo control de acondicionamiento físico. Las participantes eran mujeres con incontinencia urinaria que les causaba síntomas al menos una vez al día. Tenían entre 45 y 90 años, con una edad media de 62 años.
En el programa de yoga, aprendieron 16 posturas de hatha yoga destinadas a fortalecer el suelo pélvico, a través de dos sesiones de 90 minutos por semana. El suelo pélvico está formado por los músculos que forman la base de la pelvis y mantienen en su lugar sus órganos, incluida la vejiga y la uretra. También se las pidió que practicaran yoga durante al menos una hora por semana fuera de clase y que mantuvieran un registro de la misma.
Las componentes del grupo de control dedicaron la misma cantidad de tiempo a las clases de ejercicio, pero sus estas se centraron en los de estiramiento y fortalecimiento no específicos que no involucraban el suelo pélvico. También se les pidió que practicaran una hora adicional por semana y que llevaran un registro. El estudio comenzó con clases presenciales y luego pasó a un formato de videoconferencia cuando comenzaron los cierres por la pandemia de Covid-19.
Las participantes registraron cuándo perdieron orina y clasificaron si cada episodio era incontinencia de urgencia: cuando una vejiga hiperactiva hace que una persona sienta la necesidad de orinar con más frecuencia de lo habitual, o incontinencia de esfuerzo, en respuesta a la presión en el abdomen, como al toser o estornudar. También respondieron cuestionarios estándar sobre la función de su vejiga.
Al inicio del estudio, las participantes tenían un promedio de 3,4 episodios de incontinencia urinaria por día, incluidos 1,9 episodios de tipo urgencia y 1,4 de tipo estrés.
Al final de los programas de 12 semanas, las mujeres del grupo de yoga sufrieron 2,3 episodios menos de incontinencia al día, en promedio, y los del grupo de acondicionamiento físico padecieron 1,9 episodios menos al día.
Igual de eficaces
"Nuestro estudio estaba probando el tipo de yoga que casi cualquier persona puede hacer, con modificaciones para diferentes capacidades físicas", ha comentado en un comunicado la coautora del estudio, la Dra.Leslee Subak, directora de Obstetricia y Ginecología en Stanford Medicine. Y ha insistido: "Lo que me encanta es que es seguro, económico, no requiere un médico y es accesible dondequiera que vivas".
Los dos tratamientos son casi igualmente eficaces, ya que ambos enfoques reducen los episodios de incontinencia en aproximadamente un 60% y los beneficios de ambas terapias son significativos. Las pacientes que deseen probar estos enfoques pueden buscar clases de yoga o de ejercicios (ambos de bajo impacto) en sus comunidades o en Internet, ha recomendado. Y ha agregado: "Los instructores deberían poder adaptar la actividad a las limitaciones físicas de los participantes".
Y ha documentado: "Si una paciente me preguntara si el yoga podría ayudar con la incontinencia, le diría que creo que es una gran idea probarlo si está interesado. Tiene un riesgo muy bajo y existe el potencial de beneficio no solo para la incontinencia, sino también para el bienestar general".
El estigma
Aunque existen ayudas contra el trastorno, "parte del problema es que el trastorno está estigmatizado; no hablamos de ello. O escuchamos la leyenda de que es algo normal cuando uno se hace mayor. De hecho, es muy común, pero no es inevitable, y tenemos formas muy eficaces de tratarlo", ha puntualizado Subak.
La incontinencia merece un buen tratamiento debido a las muchas formas en que interfiere en la vida de las personas."Quita independencia. Mis pacientes dicen: ‘No puedo quedarme con mis hijos o nietos porque tengo miedo de hacerme pis en la cama, y no puedo hablar de eso; es demasiado vergonzoso", ha descrito la investigadora.
Las afectadas pueden evitar actividades que podrían mejorar su bienestar, como hacer ejercicio y ver a amigos. En el caso contrario tienen más probabilidades de ser ingresados en un asilo y de sufrir ciertos problemas médicos graves, como fracturas de cadera.
"La incontinencia y la vejiga hiperactiva se encuentran entre los principales factores de riesgo de caídas y fracturas entre las mujeres mayores. Corren al baño por la noche, con las luces apagadas, tropiezan, se caen y se rompen la cadera", ha insistido la científica .
Algunos factores que contribuyen al riesgo de incontinencia no se pueden modificar, como el envejecimiento o haber tenido hijos. Pero otros sí se pueden modificar. "Gran parte de mi investigación se ha centrado en la pérdida de peso y la actividad física, que de hecho son tratamientos eficaces", ha aludido la investigadora.
Sobre el autor:
Patricia Matey
Licenciada en Ciencias de la Información (Universidad Complutense de Madrid. 1986-1991), es periodista especializada en información de salud, medicina y biociencia desde hace 33 años. Durante todo este tiempo ha desarrollado su profesión primero en el suplemento SALUD de EL MUNDO (22 años), luego como coordinadora de los portales digitales Psiquiatría Infantil y Sexualidad en el mismo diario. Ha colaborado en distintos medios como El País, La Joya. la revista LVR, Muy Interesante, Cambio 16, Indagando TV o El Confidencial. En este último ejerció de jefa de sección de Alimente durante cuatro años. Su trayectoria ha sido reconocida con los premios de periodismo de la Sociedad Española de Oncología Médica, premio Boehringer-Ingelheim, premio de la Asociación Española de Derecho Farmacéutico, premio Salud de la Mujer, premio de Comunicación del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid o Premio de Periodismo de Pfizer. Actualmente es la responsable de la sección Cuídate+ sobre longevidad saludable de 65YMÁS.