Las cifras no son nada halagüeñas. Se estima que la prevalencia de la enfermedad de Alzheimer (EA) se triplicará en todo el mundo para 2050, una carga enorme para nuestra sociedad que envejece, como describe un estudio publicado en ‘Alzheimers@Dementia’.
Sabemos que sus manifestaciones clínicas incluyen deterioro cognitivo y conductas anormales. Las principales características patológicas de la EA son las placas amiloides formadas por beta amiloide (Aβ) y ovillos neurofibrilares formados por tau fosforilada. Elenvejecimiento es un factor de riesgo importante para las enfermedades neurodegenerativas, y muchas características del mismo desempeñan funciones esenciales en la patogénesis y el desarrollo de la EA, incluida la autofagia comprometida, daños en el ADN, la neuroinflamación, la senescencia celular y la disfunción mitocondrial.
Ahora, investigadores de la Universidad de Copenhague han descubierto que una fruta común y corriente puede ayudar con la enfermedad. "Nuestro estudio en modelos de ratón con EA muestra que la urolitina A, que es una sustancia natural presente, entre otros alimentos, en las granadas, puede aliviar los problemas de memoria y otras consecuencias de la demencia", ha afirmado en un comunicado Vilhelm Bohr, profesor asociado del Departamento de Medicina Celular y Molecular en la citada universidad.
Los científicos reconocen que aunque el estudio se realizó en modelos de ratón, las perspectivas son positivas. Hasta el momento, las investigaciones han mostrado resultados prometedores para la sustancia en los músculos y se están planificando ensayos clínicos en humanos. Concretamente, un estudio publicado en 'Nature Medicine' concluye que la urolitina A, metabolito producido por nuestra flora intestinal a partir de unos compuestos que se encuentran en las granadas, fresas o nueces, es capaz de potenciar la renovación de las mitocondrias, orgánulos responsables de generar la energía de las células evitando el deterioro muscular asociado a la edad.
La sustancia que mejora la función cerebral
Los investigadores descubrieron previamente que una molécula específica, el ribósido de nicotinamida (suplemento de NAD), desempeña un papel clave en enfermedades neurodegenerativas como el alzhéimer y el párkinson, ya que ayuda activamente a eliminar las mitocondrias dañadas del cerebro. Concretamente, el NAD es un derivado de la Vitamina B3, también conocida como niacina, niacinamida o nicotinamida (forma soluble). Tiene un papel crucial en el metabolismo, el envejecimiento celular, la reparación del ADN y la expresión de genes.
"Muchos pacientes con enfermedades neurodegenerativas experimentan disfunción mitocondrial, también conocida como mitofagia. Esto significa que el cerebro tiene dificultades para eliminar las mitocondrias débiles, que se acumulan y afectan la función cerebral. Si eres capaz de estimular el proceso de mitofagia, eliminando las mitocondrias débiles, podrás resultados muy positivos", ha explicado Vilhelm Bohr.
Los resultados del nuevo estudio, recogido en 'Alzheimers@Dementia’, muestran que la sustancia mencionada elimina las mitocondrias débiles del cerebro con la misma eficacia que el suplemento de NAD.
Posible efecto preventivo
Los investigadores aún no saben cuánta urolitina A se necesita para mejorar la memoria y aliviar los síntomas, entre otros, del alzhéimer. "Aún no podemos decir nada concluyente sobre la dosis. Pero imagino que es más de una granada al día. Sin embargo, la sustancia ya está disponible en forma de pastillas y actualmente estamos tratando de encontrar la dosis adecuada", ha reconocido el investigador. También espera que la urolitina A pueda utilizarse con fines preventivos sin efectos secundarios importantes.
"La ventaja de trabajar con una sustancia natural es la reducción del riesgo de efectos secundarios. Varios estudios hasta ahora muestran que no hay efectos secundarios graves con la suplementación con NAD. Nuestro conocimiento sobre la urolitina A es más limitado, pero, como mencioné, los ensayos clínicos con ella han sido eficaces en las enfermedades musculares y ahora tenemos que centrarnos en la el alzhéimer", ha afirmado Vilhelm Bohr.
Y ha añadido: "Si vamos a comer algo en el futuro para reducir el riesgo de alzhéimer, del que hablamos mucho, tenemos que asegurarnos de que no haya efectos secundarios significativos".
Sobre el autor:
Patricia Matey
Licenciada en Ciencias de la Información (Universidad Complutense de Madrid. 1986-1991), es periodista especializada en información de salud, medicina y biociencia desde hace 33 años. Durante todo este tiempo ha desarrollado su profesión primero en el suplemento SALUD de EL MUNDO (22 años), luego como coordinadora de los portales digitales Psiquiatría Infantil y Sexualidad en el mismo diario. Ha colaborado en distintos medios como El País, La Joya. la revista LVR, Muy Interesante, Cambio 16, Indagando TV o El Confidencial. En este último ejerció de jefa de sección de Alimente durante cuatro años. Su trayectoria ha sido reconocida con los premios de periodismo de la Sociedad Española de Oncología Médica, premio Boehringer-Ingelheim, premio de la Asociación Española de Derecho Farmacéutico, premio Salud de la Mujer, premio de Comunicación del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid o Premio de Periodismo de Pfizer. Actualmente es la responsable de la sección Cuídate+ sobre longevidad saludable de 65YMÁS.