Es bien sabido que la actividad física (AF) se asocia con un menor riesgo de dolor lumbar, como nos recuerda un estudio de 'The Spine Journal'. En el otro lado de la balanza, los ensayos también sugieren una asociación entre un comportamiento sedentario elevado (CS) y un aumento del dolor lumbar o de la discapacidad relacionada con el mismo. De hecho, un metanálisis de 16 estudios longitudinales informó que un sedentarismo más elevado se asociaba con una mayor discapacidad relacionada con el dolor, pero no con la intensidad mismo.
Por otro lado, una investigación del 'International Journal of Behavior Nutrition and Physical Activity', que analizó varios ensayos, encontró una asociación positiva entre el sedentarismo no ocupacional y el ocupacional y el dolor de espalda.
Estudios previos internacionales de intervención de 3 a 6 meses entre trabajadores de oficina de 50 años han sugerido que la reducción del sedentarismo podría mejorar la discapacidad relacionada con el dolor sin afectar la intensidad mismo. Sin embargo, los mecanismos por los cuales la modificación de la SB podría afectar el dolor de espalda o la discapacidad siguen siendo poco conocidos.
Nuevos datos
Ahora llega un nuevo estudio que da pistas sobre cómo lograr que el dolor de espalda no empeore. Los investigadores querían comprender más sobre la relación entre este, la reducción del comportamiento sedentario, la sensibilidad a la insulina, la discapacidad y la fracción de grasa muscular paraespinal. Estos dos últimos factores están relacionados con el dolor de espalda. El ensayo ha sido publicado en 'BMJ Open'.
Se trata de un análisis secundario de un ensayo controlado aleatorio. El ensayo involucró a 64 adultos. Todos los participantes tenían un índice de masa corporal que indicaba tener obesidad o sobrepeso, y los participantes informaron menos de dos horas de actividad física moderada a vigorosa por semana.
Medido con acelerómetros, los participantes también fueron sedentarios durante 10 horas o más o al menos el 60% del tiempo de uso del acelerómetro. Los participantes también tenían síndrome metabólico, lo que puso al grupo en mayor riesgo de diabetes y enfermedad cardíaca.
Los investigadores excluyeron a los participantes que ya tenían diabetes, consumían alcohol en exceso o usaban productos de tabaco. Antes de comenzar el ensayo, midieron la actividad física y el comportamiento sedentario de los participantes utilizando acelerómetros durante aproximadamente un mes. Los investigadores dividieron a los participantes en un grupo de control y un grupo de intervención. La intervención duró seis meses.
El grupo de intervención intentó reducir el sedentarismo una hora al día. El grupo de control continuó con su estilo de vida normal. En promedio, los participantes del grupo de intervención aumentaron la actividad física moderada a vigorosa en 20 minutos al día y redujeron su comportamiento sedentario en 40 minutos al día.
Con técnicas de imagen
Los investigadores realizaron exploraciones de imagen con Tomografía por Emisión de Positrones (PET) y Resonancia Magnética (RM) y en una submuestra de cuarenta y cuatro participantes se examinó la captación de glucosa y la fracción de grasa de los músculos paraespinales.
En general, el grupo de intervención no vio cambios en el dolor de espalda, mientras que el grupo de control vio un aumento estadísticamente significativo del dolor de espalda.
Los investigadores también encontraron una asociación entre el aumento de los pasos diarios y una mejor captación de glucosa de los músculos paraespinales. Ambos grupos vieron un aumento de la discapacidad relacionada con el dolor, pero no hubo una diferencia significativa en la discapacidad relacionada con el dolor entre los dos grupos.
Los investigadores no encontraron una asociación entre los cambios en la intensidad del dolor de espalda y los cambios en la fracción de grasa de los músculos paraespinales, la captación de glucosa, la actividad física, el comportamiento sedentario o la discapacidad relacionada con el dolor. Los resultados se suman a la evidencia de que incluso los cambios simples en la actividad podrían beneficiar a las personas que sufren dolor de espalda.
En declaraciones a Medical News Today, la autora del estudio, investigadora doctoral y fisioterapeuta Jooa Norha, del Hospital Universitario Turku (Finlandia) destacó los siguientes hallazgos a Medical News Today: "El dolor de espalda es una queja común y, a veces, incapacitante. Estudios anteriores han sugerido que estar sentado durante mucho tiempo puede ser un factor de riesgo para el dolor de espalda, pero nuestro estudio fue uno de los primeros en investigar qué sucede si uno comienza a sentarse menos. Y, de hecho, descubrimos que limitar el tiempo que pasa sentado al día ayuda a prevenir el dolor de espalda. No se puede dar un umbral único para una cantidad 'segura' de tiempo sentado por muchas razones, pero la idea principal es cambiar los hábitos normales de estar sentado para mejorar, ya sea reduciendo el tiempo de 10 a 8 horas por día o de 8 a 7 horas por día".
Menos dolor
El Dr. Medhat Mikhael, especialista en el tratamiento del dolor y director médico del programa no quirúrgico del Spine Health Center del MemorialCare Orange Coast Medical Center en Fountain Valley, California (EEUU) que no participó en el estudio, destacó lo siguiente sobre el dolor de espalda "Es muy común, alrededor del 80-90% de las personas en los EEUU lo sufrirán en algún momento de su vida. El dolor tiende a aumentar con la edad y las estadísticas mostraron que el porcentaje oscilaría entre el 28% para las personas de 18 a 29 años, el 35% entre las personas de 30 a 45 años, el 45% entre las personas de 45 a 64 años y el 46% para las personas de 65 años o más. Esto se debe al progreso de la enfermedad degenerativa, la falta de ejercicio y actividad física, además del desarrollo de enfermedades crónicas".
Todas las personas con dolor de espalda deberían trabajar con médicos para desarrollar planes de tratamiento individualizados. Sin embargo, los resultados del estudio se suman a la evidencia de que aumentar la actividad puede ser beneficioso.
Limitaciones del estudio
Esta investigación tiene limitaciones, como el tamaño pequeño y el marco temporal relativamente corto del ensayo original. Las investigaciones futuras podrían incluir más diversidad, ya que el ensayo se centró en participantes finlandeses. Los investigadores tampoco seleccionaron la muestra en función del estado del dolor, lo que podría haber reducido el poder estadístico.
Algunos datos en los que se basaron los investigadores fueron informados por los propios participantes, y es importante tener esto en cuenta en este tipo de estudios. Los investigadores señalan que muchos participantes del grupo de control estaban decepcionados por no estar en el grupo de intervención, y las emociones negativas podrían haber afectado a la intensidad del dolor. También es posible que los beneficios de una mayor actividad física pudieran haber influido en los resultados observados.
En general, los investigadores reconocen que las percepciones del dolor de los participantes podrían haberse visto afectadas por la asignación al grupo de control o de intervención. El ensayo tampoco tuvo en cuenta el historial de dolor en sus criterios de exclusión o inclusión y solo evaluó el dolor y la discapacidad al inicio y al final de los seis meses. Los investigadores también utilizaron algunas preguntas no validadas en la evaluación del dolor de espalda, lo que podría haber afectado a los resultados.
Sobre el autor:
Patricia Matey
Licenciada en Ciencias de la Información (Universidad Complutense de Madrid. 1986-1991), es periodista especializada en información de salud, medicina y biociencia desde hace 33 años. Durante todo este tiempo ha desarrollado su profesión primero en el suplemento SALUD de EL MUNDO (22 años), luego como coordinadora de los portales digitales Psiquiatría Infantil y Sexualidad en el mismo diario. Ha colaborado en distintos medios como El País, La Joya. la revista LVR, Muy Interesante, Cambio 16, Indagando TV o El Confidencial. En este último ejerció de jefa de sección de Alimente durante cuatro años. Su trayectoria ha sido reconocida con los premios de periodismo de la Sociedad Española de Oncología Médica, premio Boehringer-Ingelheim, premio de la Asociación Española de Derecho Farmacéutico, premio Salud de la Mujer, premio de Comunicación del Colegio Oficial de Psicólogos de Madrid o Premio de Periodismo de Pfizer. Actualmente es la responsable de la sección Cuídate+ sobre longevidad saludable de 65YMÁS.