La actividad física es clave para lograr un envejecimiento saludable, son muchos los trabajos de investigación, informes y expertos que lo confirman. También es algo que preocupa cada vez más a las personas mayores, tal y como revela el informe Los sénior, un colectivo injustamente olvidado por las marcas realizado conjuntamente por 65YMÁS y la compañía de medición Comscore, en colaboración con la consultora Comunicas, que muestra que, de hecho, el perfil de los sénior ha cambiado y ahora hacen deporte.
Pero no solo eso, también consumen, viajan, salen, están formados, conectados..., es decir, son personas activas, a diferencia de los estereotipos existentes todavía que, en la mayoría de las ocasiones, nada tienen que ver con la realidad de muchas personas. Es más, la salud es una de las principales preocupaciones de los sénior, dedican más tiempo a leer contenidos de salud y, especialmente desde la pandemia del coronavirus, se han acostumbrado a utilizar aplicaciones de salud.
A pesar de todo esto, un grupo de investigadores, liderados por el fisioterapeuta del Parque Sanitario Pere Virgili, Luis Soto, junto con expertos en salud digital de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), han puesto de manifiesto en un reciente estudio, publicado en Age and Ageing, que las aplicaciones móviles de ejercicio disponibles en las principales tiendas digitales no están adaptadas a las necesidades de las personas mayores, a pesar de estar dirigidas a este colectivo.
Cada vez "hay más conciencia social" en torno a la importancia de la salud, "está muy relacionado con el estado socioeconómico", explica a su vez el doctor Marco Inzitari, director de Atención Integrada e Investigación del Parque Sanitario Pere Virgili e investigador de los Estudios de Ciencias de la Salud y del eHealth Center de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), a 65YMÁS.
"Evidentemente, personas con un nivel de educación más elevado, y con más medios desde el punto de vista económico, se preocupan más, son más conscientes y se cuidan más, y es un poco una de las grandes luchas, reducir desigualdades en salud", señala el investigador, que defiende la importancia de "proveer e inculcar esta conciencia en todos los estados sociales".
"Está claro que el tema de cuidarse a todas las edades, más allá del envejecimiento activo, es algo que está penetrando en la sociedad, y esto se ve", añade el doctor, recalcando que "lo importante es llegar a poderlo escalar a grandes números y no reducir a pocos extractos de población o sujetos privilegiados".
Doctor Marco Inzitari, director de Atención Integrada e Investigación del Parque Sanitario Pere Virgili e investigador de los Estudios de Ciencias de la Salud y del eHealth Center de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC)
Teniendo en cuenta, además, el creciente envejecimiento de la población, es algo que "cada vez irá a más", asegura, destacando en este sentido que las personas mayores cada vez son más un target a considerar en cuanto a este tema, y más concretamente en lo relacionado con el desarrollo de aplicaciones de ejercicio.
"Los mayores cada vez son y serán más dueños de la tecnología. Pero los mayores de ahora ya usan la tecnología, por lo que probablemente la clave no esté en que la tecnología lo va a resolver todo, sino en que puede ser un aliado, una ayuda para, por ejemplo, introducir programas de promoción con otros componentes", siempre y cuando esta "esté adaptada", señala. "Lo que no se puede hacer es coger una aplicación y darla indiscriminadamente a la población, porque algunos podrán bajarla y utilizarla sin problemas, y con otras personas tendremos que hacer un proceso de acompañamiento".
No se adaptan a los mayores frágiles, ni en la prescripción ni en el uso
Este estudio tenía como objetivo comprobar la idoneidad en la prescripción virtual de ejercicio y ver cómo de adaptadas estaban a las necesidades de este colectivo. "El ejercicio es, de lejos, la intervención que más evidencia científica tiene que sirve para mejorar el envejecimiento saludable y prevenir consecuencias negativas, incluso cuando las personas ya tienen una enfermedad", explica el investigador, que apunta que "lo que nos preocupa cada vez más es cómo hacer estrategia para promover el ejercicio físico".
"Evidentemente, el tema de las herramientas digitales es fundamental, te permite hoy en día escalar estas intervenciones y llegar mucho más lejos de lo que se puede proveer desde salud o activos comunitarios. Nos gustan mucho las fórmulas mixtas, es decir, que programas físicos se puedan complementar con otro tipo de solución. Y esto es todavía más importante porque el ejercicio físico se tendría que promover siempre, no solo cuando una persona se hace mayor", por lo que considera que especialmente "generaciones de personas adultas que todavía no tienen pruebas de salud, tener aplicaciones que nos guíen, nos ayuden y encajen en nuestra vida es importante".
En esta línea, Inzitari muestra su preocupación porque "están saliendo al mercado muchas aplicaciones". Esto es lo que les llevó a comprobar si estaban adaptadas, "porque podía ser fácil que alguien diseñe alguna aplicación, que tenga que ver con sus ideas y conocimientos específicos, pero que a lo mejor no haya tanta solidez detrás".
"Con la actual evidencia científica, debemos recomendar siempre el aumento de la actividad física, la práctica de ejercicio de fuerza y potencia y, sobre todo, la disminución del comportamiento sedentario. Obviamente, practicar ejercicio es mejor que no hacerlo. Sin embargo, como profesionales debemos ser capaces de optimizar y adecuar la prescripción en cuanto a intensidad, volumen, frecuencia y progresión", explica Soto en un comunicado de la UOC.
Por su parte, Inzitari destaca que "la absoluta novedad de este trabajo" se debe "al hecho de que se trata de una revisión sistemática que aplica los métodos más rigurosos de investigación, clasificación y análisis de las aplicaciones, pero que parte de los marketplaces de aplicaciones de los teléfonos móviles, y no de bases de datos y buscadores puramente científicos".
"De esta forma, nos proporciona información sobre aplicaciones que tenemos a nuestro alcance y que probablemente son utilizadas por muchas personas de nuestro entorno", añade.
Los números son significativos, y es que de las más de 8.000 aplicaciones de ejercicio encontradas en la App Store, de Apple, y en la Play Store, de Google, solo 15 cumplían los requisitos de tener más de 10.000 descargas, estar dirigidas a personas mayores, contar con actualizaciones realizadas en los últimos tres años, estar en inglés y no ser exclusivas de ninguna disciplina específica. Estas se analizaron a su vez para comprobar si se adaptaban a este colectivo, si se enfocaban en la educación, si permitían que la persona monitorizase sus avances, si permitían establecer objetivos específicos, si daban feedback, si permitían una adaptación a la progresión de la persona según cómo evolucionase con sus ejercicios, si había un componente de juego o si promovían algún tipo de comunidad y socialización.
"Hay resultados muy discordantes", revela el investigador, que explica que "no hay ninguna aplicación que realmente tenga en cuenta todos estos elementos", aunque "alguna apunta más", mientras que otras "están realmente muy mal cuidadas". "La mayoría te da un patrón de ejercicio sin mucha adaptación de intensidad, frecuencia o progresión, y espera un poco que tú vayas repitiendo", sin tener en cuenta realmente, según destaca, que "las personas mayores son un colectivo muy heterogéneo". "Hablamos de personas mayores pero pueden ser personas con muy buena condición física o más frágiles, con más riesgo de caída, con unas enfermedades y con diferencias de preferencias, por lo que si no das una clave un poco de adaptabilidad o individualización, realmente puede que no sea muy útil. Si das una píldora para todos, probablemente no funciona".
Inzitari resalta la importancia que tuvo especialmente el tema de la evaluación. "También miramos si estaban respaldadas por algún tipo de evaluación científica, con una metodología que pudiese decir que son seguras, que sus resultados son superiores a no utilizar aplicaciones, y aquí realmente encontramos que hay casi un desierto. La gran mayoría es gente que saca aplicaciones al mercado, pero sin estar muy testado y sin tener mucho respaldo científico detrás", advierte.
Concluía así que existe una "baja oferta de aplicaciones para este perfil de personas", que además "podrían ajustarse más a las necesidades de las personas mayores frágiles, tanto en la prescripción de ejercicio como en la facilidad para utilizarlas y así empoderarlas en el proceso", explica el investigador principal del proyecto.
De hecho, no se encontró ninguna aplicación en el análisis que se adaptase al estado cognitivo del usuario. Destacan solo una de las quince analizadas que sí estaba basada en evidencia científica.
Problemas de seguridad y falta de adherencia
En este sentido, el investigador advierte de los riesgos que puede conllevar utilizar una aplicación, pensada para las personas mayores, cuando realmente no está adaptadas a ellas. "Un tema principal es el tema de la adherencia, y es que si das algo a una persona que no está diseñado para ella, no está adaptada a sus necesidades y preferencias, lo más probable que pueda pasar es que no la utilice, por lo que sería al final bastante inútil en este sentido".
Del mismo modo, puede pasar que, "aunque la utilicen, no les ayude mucho realmente. Y hasta podría haber problemas de seguridad, es decir, que si no está adaptada, pueda aumentar el riesgo de caídas u otros eventos de salud".
Es por ello que recomiendan, no solo que estén adaptadas, también que sean "validadas a través de estudios que demuestren el impacto y la seguridad" y haya "una prescripción de que a esta persona se le pueda dar".
¿Cómo debería ser una aplicación adaptada a los mayores?
Una aplicación dirigida a las personas mayores, según los investigadores, debería ser "simple, intuitiva y adaptada a sus necesidades". Por esta razón, consideran "imprescindible incluir a los destinatarios de las aplicaciones en los procesos creativos y, sobre todo, garantizar que haya representación de los diferentes estatus socioeconómicos y de los distintos conocimientos en tecnología", señalan.
En concreto, "el tema cognitivo es un tema controvertido", señala Inzitari. "Por un lado, sabemos que el ejercicio físico es uno de los mejores tratamientos para prevenir el envejecimiento cognitivo, por lo que en sí es positivo. Ahora, cuando la persona tiene un deterioro cognitivo, también es probable que tenga más dificultades tanto en manejar la tecnología, como en seguir un tipo de programas. Esto también es muy variable, porque en el deterioro cognitivo puede haber mucha variabilidad entre una persona y otra".
Es por ello que opina que "a veces podría ser útil que las aplicaciones integrasen también una adaptación a personas con deterioro cognitivo, por ejemplo para la estimulación del ejercicio físico, así como añadir algunas tareas cognitivas, lo que se llama doble tarea. Esto se ha visto que es muy útil para estimular la parte cognitiva. O introducir algunos aspectos relacionados con el juego o la música. Hasta aplicaciones que puedan contener la parte cognitiva y la parte física. Aquí probablemente se tenga que codiseñar con expertos y personas, pacientes y cuidadores, qué tipo de adaptación se podría hacer, pero las que hemos encontrado no están muy adaptadas en este sentido", advierte.
Por su parte, Soto explica en esta línea que si bien "la tecnología puede ayudarnos, es necesario revisarla de forma cuantitativa y cualitativa. El objetivo del estudio justamente ha sido ofrecer una visión cualitativa (sin dejar de lado la evidencia científica) de las aplicaciones que los profesionales pueden utilizar para la prescripción de ejercicio a personas mayores frágiles".
Por su parte, Josep Carné i Teixidó, presidente de la Federación de Asociaciones de Personas Mayores de Cataluña (FATEC) mostraba sus "dudas" en cuanto a la puesta en práctica de estas aplicaciones, especialmente si no están adaptadas y no se tiene en cuenta que "no todos los mayores somos iguales".
"En FATEC estamos realizando talleres sobre la utilización de las aplicaciones de los teléfonos móviles y tabletas, son los talleres en los que participan más personas por el interés de poder saber utilizar sus aplicaciones", explica, destacando que "las principales inquietudes son gestionar agenda, saber recibir y emitir llamadas y, en especial, dominar el tema de fotos. Y, como no, el WhatsApp".
"Las demás aplicaciones están más en segundo plano, cada uno de los asistentes demuestra un interés especial en la que más les interesa. Si hemos de hacer un ranking pondríamos en primer lugar acceder a mi salud, después algunos a su correo electrónico, o banca digital, pero poca cosa más", afirma.
En lo referente a las aplicaciones para el ejercicio físico, considera que "puede ser interesante", aunque duda de su aplicación ya que "no todos los mayores somos iguales. Hacer ejercicio físico es importantísimo, pero hay que adaptarlo a las necesidades específicas de cada uno de nosotros, y esto es difícil hacerlo de forma telemática. Si generalizamos podemos correr el riesgo de hacer cosas impropias", coincide.
Aunque hacer ejercicios para estimular la función cognitiva lo ve "más viable, porque no hay ningún riesgo de equivocarse, estimular la mente puede ser más generalista y su aplicación más fácil".
En cualquier caso, considera que lo más complicado es "crear el hábito de participación, no sirve que de vez en cuando uno mire su móvil para hacer ejercicios, sino tener constancia". Sin olvidar que no todos los mayores cuentan con móviles inteligentes, apunta.
Con todo, pensar en los destinatarios de estas aplicaciones, en este caso, las personas mayores, a la hora de desarrollarlas, ayudaría a que resultasen más útiles, efectivas y seguras. Así lo confirma el Inzitari, que insiste en que "todo lo que se pueda hacer para promover la actividad física y el envejecimiento activo es positivo".
"Lo que habría que hacer es implicarles, involucrarles en el proceso de diseño de estas aplicaciones desde el principio, porque solo si los implicamos, podremos entender realmente lo que les conviene, lo que prefieren, para que después sea algo que se pueda adaptar y puedan utilizar. A veces el problema es que diseñamos cosas desde nuestro conocimiento o pensando tener una idea muy clara de lo que las personas necesitan, pero si no les preguntamos, pues es muy complicado que lo podamos entender bien. Por lo que la participación de diferentes perfiles de personas, e incluso cuidadores, es clave para diseñar aplicaciones que realmente tengan un impacto".
Algo que, lamenta, no se da actualmente. "En este momento hay muy pocas", aunque "probablemente se puedan sacar más, más completas". "Pero, para ello, se tiene que crear esta colaboración entre tecnólogos, profesionales expertos y usuarios", concluye.
Sobre el autor:
María Bonillo
María Bonillo es licenciada en Comunicación Audiovisual y Periodismo por la Universidad Carlos III de Madrid. Escribe principalmente sobre temas de sociedad. También tiene experiencia en comunicación corporativa de empresas como OmnicomPRGroup y Pentación Espectáculos.