Olga Selma
Olga Selma es redactora especializada en temas de salud, alimentación y consumo.
… saber más sobre el autorSi no somos aficionados a la práctica deportiva es normal que plantearnos empezar sea todo un reto, los primeros días será más un duro trabajo que una diversión. Pero a medida que nos pongamos en forma, empezaremos a tolerar mejor el esfuerzo, después lo disfrutaremos y llegará un momento en que dependeremos de él para sentirnos bien. Ya que practicar ejercicio de forma regular implica cambios notables para nuestro cuerpo, metabolismo, corazón y también espíritu gracias a su capacidad para relajarnos, contrarrestar la depresión y disipar el estrés.
El estrés se presenta de muchas formas y produce muchos síntomas. Los síntomas mentales van desde preocupación e irritabilidad hasta inquietud e insomnio, ira y hostilidad, o sensaciones de miedo, e incluso pánico. A nivel físico, nuestros músculos se tensan, lo que provoca inquietud, dolores de cabeza o dolor de cuello y espalda; y los síntomas intestinales pueden dar acidez, calambres o diarrea, y nuestra respiración rápida puede ir acompañada de suspiros o tos repetida.
Por ello, son diversos los programas que utilizan con éxito el ejercicio regular para tratar los trastornos de ansiedad y la depresión clínica, y hay una base científica para ello.
Los beneficios mentales del ejercicio aeróbico tienen una base neuroquímica, porque el ejercicio reduce los niveles de las hormonas del estrés del cuerpo, como la adrenalina y el cortisol; y estimula la producción de endorfinas, que son analgésicos naturales del cuerpo y mejoran nuestro estado de ánimo. Tampoco podemos olvidar que el ejercicio mejora la imagen que tenemos de nosotros mismos aumentando la sensación de orgullo y confianza; y gracias a la disciplina que requiere, nos ayuda a lograr otras metas importantes en nuestro día a día.
Además, los deportes también son una oportunidad para alejarse de todo y disfrutar de un momento de soledad o, al contrario, para hacer amigos y construir redes sociales que nos mantengan ocupados y distraídos de las preocupaciones.
En cualquier caso, todos los tipos de ejercicio son beneficiosos: hay personas descubren que prefieren utilizar grandes grupos de músculos de forma rítmica y repetitiva, como es el caso de caminar o correr (incluso un simple paseo de 20 minutos puede despejar la mente y reducir el estrés); otras personas prefieren los entrenamientos vigorosos que queman el estrés junto con las calorías; y otras realizan ejercicios de estiramiento para relajar los músculos y la mente.
Tal y como india la Asociación Americana para la Ansiedad y la Depresión, debido a que la causa principal del estrés es emocional, es mejor controlarlo reduciendo los problemas de la vida que lo desencadenan y adquiriendo nuevos hábitos saludables. Pero el control del estrés también debe involucrar a nuestro cuerpo, ya que al ponerlo en movimiento, curiosamente, reducimos la fatiga o bien la cambiamos por otro tipo de cansancio más saludable.