Teresa Rey
Deporte para mayores
Las mujeres mayores que hacen ejercicio intenso tienen menos riesgo de enfermar
Así lo ha constatado un estudio reciente en un grupo de mujeres con una edad media de 64 años
Hacer ejercicio siempre tiene beneficios para la salud de los mayores como ya se demostrado en varias investigaciones. Ahora un nuevo estudio ha demostrado que las mujeres mayores de diversas edades que lo practican de forma intensa tienen significativamente menos riesgo de morir por enfermedad cardíaca, cáncer y otras causas. La investigación ha estado comandada por el doctor Jesús Peteiro, del Complejo Hospitalario Universitario de A Coruña e investigador del CIBERCV (@CIBER_CV), y se ha basado en una muestra de 4.714 mujeres con una edad media 64 años, aunque el 80% tenían entre 50 y 75 años.
Los equivalentes metabólicos
El análisis se centró en examinar su capacidad de ejercicio y la función cardiaca durante la práctica de actividad y su vínculo con la supervivencia. Para ello las sometieron a un ecocardiograma de ejercicio en cinta rodante y así evaluar enfermedad coronaria conocida o sospechada.
La prueba consistió en caminar o correr en la cinta rodante con incrementos graduales de intensidad continuando hasta el agotamiento, a la par que se obtenían imágenes del corazón. El informe estableció la buena forma física como una carga máxima de trabajo de 10 equivalentes metabólicos (METs), que se corresponde con subir rápido y sin parar cuatro pisos de escaleras o muy rápido tres pisos. Las mujeres que alcanzaban 10 METs o más, que se corresponde con buena capacidad de ejercicio, se compararon con las que alcanzaban menos de 10 METs.
El seguimiento se produjo a lo largo de 4,6 años y en este periodo acontecieron 345 muertes cardiovasculares, 164 por cáncer, y 203 por otras causas. Tras ajustar por factores que podrían influenciar la asociación, percibieron que los METs estaban muy relacionados con un menor riesgo de muerte por enfermedad cardiovascular, cáncer, y otras causas.
Las muertes por causas cardíacas fueron casi cuatro veces superiores en mujeres con pobre capacidad de ejercicio, un 2,2%, en comparación con las que la poseían buena, que solo supusieron un 0,6%. Lo mismo ocurrió con los fallecimientos por cáncer, estos fueron superiores en las féminas con menos capacidad (0,9%), frente a las más activas (0,4%). Las defunciones por otras causas fueron más de cuatro veces mayores en las que portaron una capacidad funcional escasa, que supusieron el 1,4%, respecto al 0,3% que mostraron las que realizaban ejercicios intensos.
Destacar que los resultados fueron parecidos tanto para mujeres con edades superiores e inferiores a 60 años, aunque en el grupo analizado de las que tenían menos de 50 años era mínimo.
En el análisis del corazón y la imagen cardíaca obtenida, se midió la función del ventrículo izquierdo durante el test de ejercicio. De este modo, pudieron comprobar que las pacientes con una función cardíaca pobre durante el ejercicio presentaron una mayor probabilidad de muerte cardiovascular durante el seguimiento. Aunque esta función no predijo la posibilidad de fallecer por cáncer u otros motivos.
Si se contemplan ambas variables, para las mujeres que poseen una función cardíaca normal durante la actividad es menos probable sufrir un evento cardiovascular. Sin embargo, si esta capacidad funcional resulta mínima el riesgo de morir por cáncer u otras causas es mayor. Lo mejor, según el doctor Jesús Peteiro, es disfrutar tanto de una función normal del corazón en la práctica de actividad física a la par que una buena capacidad para desarrollarla.
Las recomendaciones
Las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) respecto a la práctica deportiva en adultos mayores resultan muy precisas. Al margen de los datos positivos que se obtienen cada cierto tiempo a través de la ciencia, como el informe al que hemos hecho mención, se aconsejan una serie de actuaciones que ayuden a mejorar la funciones cardiorrespiratorias y musculares en este grupo de población.
Los mayores de 65 años han de dedicar al menos 150 minutos a la semana a realizar actividades físicas moderadas aeróbicas, o en su defecto se ha de efectuar alguna actividad vigorosa aeróbica durante 75 minutos. También es posible combinar, de modo que se establezca un equilibrio entre actividades moderadas y vigorosas. Hay que procurar que cada sesión dure como mínimo diez minutos.
Podemos empezar de este modo y luego ir incrementando los tiempos y si es posible llegar a los 300 minutos semanales de ejercicio moderado aeróbico, ya que así obtendremos más aspectos positivos para nuestra salud. Estos se pueden sustituir por 150 minutos semanales de actividad física aeróbica vigorosa, o lo mismo que en el caso anterior realizar una combinación equivalente de actividad moderada y vigorosa.
En el caso de presentar algún tipo de movilidad reducida no hay que quedarse quietos y dentro de las posibilidades de cada uno, es interesante practicar movimientos que ayuden a mejorar el equilibrio para limitar la posibilidad de caídas, durante tres días a la semana al menos.
Todo esto se ha de ir alternando con una actividad que sirva para fortalecer los principales grupos de músculos, con una práctica que comprenda dos o más días a la semana.
Si nuestro estado de salud no nos permite llevar el ritmo recomendado, solo se trata de buscar aquellas acciones que se amolden mejor a nuestra condición y que dentro de nuestras circunstancias nos permitan mantenernos activos.