A nadie le amarga un dulce, y menos en estas fechas navideñas donde reina el tradicional roscón de Reyes. Si, además, el roscón lleva premio, el gusto por el dulce se dispara. Este año, la confitería Conrado, ubicada en la localidad leonesa de La Bañeza, esconderá 10.000 euros en un roscón de los que venderá desde el 29 de diciembre hasta el 6 de enero de 2020. Esta tradición se celebra desde hace ya 11 años y ha llevado a estos maestros confiteros a vender roscones en todo el territorio español y en Europa.
El propietario de esta confitería, fundada en 1856 y perteneciente a la quinta generación al frente de este negocio familiar, es Manuel Antonio González. En declaraciones a Europa Press, detalla que los roscones se comercializarán a partir del día 29, aunque ya han salido para dos tiendas Gourmets de Berlín 400 de estos típicos dulces del Día de Reyes.
Estos roscones se han hecho famosos desde que en 2009, González decidiese esconder un premio de 500 euros en uno de ellos, una cifra que ha ido aumentando año tras año hasta llegar a los 10.000 euros esta edición.
Si el premio del roscón no sale en el plazo de 15 días desde Reyes, el importe se donará a una ONG a elegir, tal y como fijan las bases de este singular concurso.
Roscón todo el año
La producción de los roscones de esta confitería leonesa no se limita sólo a Navidad ya que la producción artesanal de este dulce se mantiene a lo largo de todo el año aunque es en Navidad cuando se intensifica su elaboración.
Desde 2017 se venden a cualquier parte del mundo, además de que se pueden adquirir a través de las páginas web elreydelroscon.es y confiteriaconrado.es.
Según el propietario del local, los roscones que más se venden son los rellenos de nata, que suponen el 80% de las ventas, y de crema, aunque se pueden rellenar "al gusto del consumidor", desde trufa, chocolate o cabello de ángel.
El roscón del año pasado, agraciado con 10.000 euros, se vendió a una vecina de Morales del Vino (Zamora), que compró el roscón por internet y que había prometido a su hija de 8 años, y enferma de leucemia, que la llevaría a Disneyland París, una promesa que pudo cumplir con el premio de confitería Conrado.
