Agus Calvet
Consumo
El envase en forma de tubo de las patatas Pringles tiene los días contados
Populares independientemente de la edad de quien las consume, las patatas Pringles se han hecho un hueco entre las más patatas 'fritas' de toda la vida como aperitivo. Con tantos seguidores como detractores, lo cierto es que su característico envase en forma de tubo es una pesadilla y un gran dolor de cabeza a la hora de reciclarse.
El tubo de Pringles está compuesto por una base de metal, una tapa de plástico, un sello protector bajo esa tapa realizado en metal y un cuerpo de cartón forrado con papel aluminio. El coste de separar todos los materiales de estos envases hace que, en no pocas ocasiones, este termine sin reciclar, con el consiguiente coste medioambiental.
Tras las críticas en todo el mundo, el fabricante de Pringles, desde 2012 la empresa Kellogg’s, ha decidido sustituir le tubo con una lata más simple pero que, de momento, aún está en pruebas porque no a todos convence.
Realizada en un 90% en papel, el nuevo envase tendría también una capa plástica interior para proteger a las patatas de la humedad y el aire, manteniendo así la fecha de caducidad del producto que es de 15 meses.
El problema sigue estando con la famosa tapa, que o bien podría ser de plástico reciclado, continuaría el problema de este material para reciclar, o de papel también reciclado. Curiosamente, el mayor trabajo de desarrollo de las tapas consiste en simular el distintivo ruido de ‘pop’ al abrir, y que tan asociado está al producto que incluso se utiliza en su lema de “Sin pop no hay stop”.
El desarrollo de los prototipos de los nuevos envases lleva ya realizándose desde hace más de un año y aún no hay fecha para su entrada en producción.