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El doctor Francisco Botella, coordinador del Área de Nutrición de la Sociedad Española de Endocrinología y Nutrición (SEEN), advierte de que la subida de precios provocada por la inflación repercute en la calidad de la alimentación de los consumidores.
Estos, debido al aumento de precios, se ven obligados a reducir la ingesta de algunos alimentos muy importantes para llevar una dieta equilibrada, como verduras y pescado, substituyéndolos por otros con menor valor nutricional o menos saludables.
Por ello, aconseja el consumo de productos de temporada y en este sentido, asegura que "la verdura o el pescado congelado no presentan diferencias nutricionales sobre el mismo producto fresco y más caro" y destierra la arraigada creencia de que existen muchas diferencias gastronómicas entre el pescado fresco y el congelado, calificando a este último como "una excelente alternativa", siempre que se haya respetado la cadena de frío.
Asimismo, invita a cocinar en lugar de consumir alimentos precocinados o procesados industrialmente y manifiesta que "no es necesario comer tantos alimentos ricos en proteínas cada día".
En cuanto a los alimentos que se deberían ingerir "lo menos posible", el doctor indica los procesados o ultraprocesados ricos en sal, azúcares y grasas, las carnes procesadas, así como los alimentos muy refinados. Por último, alude a aquellos cuyo consumo habría que reducir, como las carnes rojas y la mayoría de los precocinados.
"Además, existen otras alternativas para eludir la ingesta de productos como la carne roja, el cordero o el pescado fresco y adquirir alimentos más económicos pero que estén equiparados en cuanto a la aportación de nutrientes", ha reiterado.
En este sentido, el coordinador del Área de Nutrición de SEEN destaca que una de las opciones es incidir en una alimentación con más vegetales y menos productos de origen animal y enfatiza que "la carne de aves tiene un perfil dietético más saludable que el cordero u otras carnes rojas".
Comer bien, pagar poco
Tal y como indica el doctor, "lamentablemente, comer de manera saludable suele ser más caro que llevar una mala alimentación", pero informa de la existencia de diferentes iniciativas destinadas al público que reflejan cómo comer de forma saludable sin invertir mucho dinero, como la 'Estrategia NAOS', elaborada en 2011 por el Ministerio de Sanidad y Consumo bajo el lema 'Come sano y muévete'.
El responsable del Área de Nutrición de SEEN resalta también que no solo los productos que conforman la cesta de la compra desempeñan un papel crucial en el momento de seguir una adecuada alimentación, sino que la educación también ejerce un gran impacto en esta materia.
En esta línea, hace hincapié en la labor que se desempeña en los hogares por parte de los progenitores y señala como complementaria aquella que proviene de las instituciones públicas, los centros educativos u otras organizaciones. "Los padres no pueden delegar esa función. Tanto ellos como los profesionales sanitarios y las personas referentes con influencia social debemos predicar con el ejemplo", ha instado.
Además, subraya que existen otras herramientas útiles, como "las medidas fiscales que favorezcan el consumo de alimentos saludables y penalicen a los que no lo son" y aboga por "una regulación de la publicidad y un mayor compromiso de la industria de la alimentación con la salud de las personas, por encima del beneficio económico".
Por último, el especialista advierte de las preocupantes consecuencias que puede tener una alimentación incorrecta, ya que "provoca más enfermedades crónicas a medio y largo plazo, con el consiguiente aumento en el gasto sanitario y una importante pérdida de la calidad de vida". "Pensemos en quién pierde y quién gana en este escenario", concluye.