A los consumidores, acostumbrados ya a poner lavadoras de noche para intentar esquivar el disparado precio de la luz, les comienza a costar llenar el depósito del coche. También notan ya alzas en su cesta de la compra.
El Índice de Precios de Consumo (IPC) ha comenzado el año en el 6% (cinco décimas menos que en diciembre). Sin embargo, los lineales de alimentación están conteniendo los precios y las alzas de sus costes y de los precios en origen no van tan rápido con en otro sectores.
“El sector alimentario es menos inflacionista que otros sectores” explica Ignacio García Magarzo, director general de Asedas, la asociación que agrupa a empresas como Mercadona, Lidl, Dia, Condis o Consum. “El IPC de alimentación, después de casi dos años plano o bajando, empezó a subir el pasado septiembre, sin embargo, registra subidas muy por debajo del IPC general. Los datos son incontestables”, añade.
El sector de la distribución alimentaria en España se impuso durante la pandemia como un sector esencial y comprometido con la sociedad. Ahora comienza a sufrir por el alza de sus costes y asume en sus márgenes parte de esos costes. “Nos preocupa la energía y los precios de los carburantes, pero los consumidores y especialmente las personas mayores deben tener la absoluta certeza de que la cadena agroalimentaria trabaja para no les afecte, o les afecte lo menos posible”, insiste García Magarzo.
La competencia evita la subida de precios en supermercados
“La gran competencia que hay en el sector, la capacidad de elegir de los consumidores hace que los distribuidores, en momentos de precios altos en origen y de incremento de costes traten de subir lo menos posible sus precios, porque si lo hacen, pierden clientes” nos explica el representante de la asociación que agrupa a algunos de los principales supermercados de España. “La competencia nos obliga a ser muy eficientes. Cuando los costes están altos es cuando la distribución debe hacer un mayor esfuerzo para que esas alzas se noten lo menos posible” en los bolsillos de los ciudadanos. “Somos tenderos”, explica García Magarzo, “y si los tenderos suben los precios pierden clientes”.
Subida histórica de los carburantes
El precio de la gasolina ha escalada a un nuevo máximo histórico esta semana tras encadenar su sexta subida consecutiva y acumular un encarecimiento del 5,3% en lo que va de 2022, mientras que el gasóleo ha igualado su récord histórico de hace casi una década, según datos del Boletín Petrolero de la Unión Europea. La tensión en Ucrania está detrás del nuevo encarecimiento de los combustibles. Desde 2014 no veíamos el petróleo por encima de los 90 dólares el barril, como ahora.
“Esto afecta al transporte en general y al transporte en la cadena agroalimentaria de una forma muy directa, porque en torno al 10% del precio final de los productos frescos corresponde al transporte”, dice el director general de Asedas.
La enorme capilaridad de este sector también eleva sus gastos. “Nuestros centros de consumo están muy dispersos, nosotros tenemos 26.000 establecimientos en toda España y 200 almancenes, tenemos que llegar hasta la última tienda. Deberíamos poner el valor que en España no haya desiertos alimentarios, cerca de donde vivamos, sea donde sea, hay un sitio para comprar alimentación”.
La electricidad asfixia a hogares e industrias
“Para la cadena alimentaria en su conjunto y especialmente para su distribución hay incrementos que están siendo absolutamente históricos. Empezaron en el 30% y hay suministros que ya están muy por encima” cuenta a 65ymás García Magarzo. “Nosotros en cuanto a la energía nos consideramos un consumidor cautivo porque no podemos el adaptar el ciclo de producción al coste” explica. En efecto, otras industrias, pueden parar máquinas, pero un supermercado no puede apagar sus cámaras y neveras.
“Para nosotros el problema más grave es el de la energía, porque no le vemos una solución fácil, pero hay que lanzar un mensaje de tranquilidad a la sociedad. Tenemos muchos problemas, pero dentro de ellos, el de la alimentación va a ser el menor de todos”, tranquiliza García Magarzo.
España, dependiente de los cereales de fuera
Es el tercer factor de encarecimiento de los productos de alimentación. “España es un gran consumidor de cereales importados. Desgraciadamente importamos mucho más de lo que producimos” nos cuenta el director general de Asedas. Como consecuencia de la recuperación mundial y el tirón de la economía china, el precio de los cereales se ha disparado en los mercados internacionales. Así, “los productos que dependen de las importaciones de cereales han subido, como las pastas y también las carnes y las leches, porque el cereal influye en el precio de los piensos”, añade.
Sobre el autor:
Beatriz Torija
Beatriz Torija es periodista y documentalista, especializada en información económica. Lleva 20 años contando la actualidad de la economía y los mercados financieros a través de la radio, la televisión y la prensa escrita. Además, cocina y fotografía.