Agus Calvet
Consumo
Las 'trampas' de los supermercados para que compres más sin que te des cuenta
Cómo afecta al consumo el posicionamiento de los productos en las tiendas
Nada pasa al azar en tu visita al supermercado o hipermercado. Desde que entras por su puerta estás en su terreno, en donde todo está estudiado al mínimo detalle para incitarte a comprar cierto tipo de productos y marcas.
Hay departamentos dedicados en cada cadena a analizar la respuesta de los clientes y su objetivo es aumentar el consumo de cada carrito que recorre los lineales.
Son ‘trampas’ psicológicas dirigidas a todos nuestros sentidos, el primero de todos, la vista, pero que no dejan de lado tampoco el oído o incluso el olfato.
Pueden ser tan sencillos, e incluso evidentes, como el de situar las cajas a la izquierda y la entrada al establecimiento a la derecha. Si tenemos en cuenta que la mayor parte de los clientes son diestros, la inercia hace que tenga que ir hacia ese lado y, una vez dentro de la tienda, recorrer todo el supermercado para volver al lazo izquierdo, donde están las cajas.
Y siguiendo con izquierda o derecha, en todos los supermercados hay un pasillo central del que se ramifican los pasillos laterales. En estos últimos tendemos a mirar, y por ende comprar, los productos que están en los estantes de la derecha. De ahí que los productos que se desean vender más se coloquen en ese lugar.
La iluminación tampoco se descuida. Por ejemplo, la sección de frutería tiene su propia iluminación, llegando incluso a colocar sus propias luces los lugares en donde están las frutas de colores llamativos, como son las naranjas, los melocotones o los limones. Es el mismo principio por el que mandarinas y naranjas envasadas siempre van en mallas rojas. Ese efecto óptico potencia el color anaranjado, dando a entender que están más maduras y sabrosas.
La luz también se cuida en la sección de carne y, sobre todo, en la zona de pescadería. Allí la luz es muy clara, con predominio de fondos blancos que se potencia con el hielo y las baldosas. Este entorno pretende transmitir al comprador frescura.
También existen unos productos guía que las tiendas utilizan para guiarnos en nuestras compras. Son productos básicos que casi todo el mundo compra en su visita, como son el pan, la leche o los huevos. No los encontrarás nunca cerca de la entrada y, al buscarlos en los lineales, nos tientan con otros productos que pueden terminar en nuestra cesta y que nunca son de primera necesidad, como bollería o snacks.
Otra de las estrategias para que llenemos nuestros carros es la colocación de lo que se quiere vender a la altura de los ojos. En la parte alta o baja de los estantes nunca estarán aquellos productos no promocionados. De forma similar, justo en la zona de espera para pagar encontraremos chicles, caramelos y otros productos que aprovechan una necesidad puntual, como pueden ser paraguas cuando hay días lluviosos. A buen seguro muchos caerán en la tentación mientras están en la cola.
El tiempo también es otra variable con la que juegan con nosotros en los súper e hiper. Para hacernos olvidar los minutos que estamos comprando, nunca encontrarás ni ventanas ni relojes. La intención es ‘parar el tiempo’, que no tengamos prisa por irnos y dediquemos todos nuestros esfuerzos en comprar.
Y, el gran clásico para intentar engrosar la factura de nuestra compra es aumentar el tamaño de los carros. Éstos han ido creciendo en los últimos años, quizás no en tamaño total, pero si son mucho más profundos, aprovechando el espacio que antes había libre entre la cesta y las ruedas junto al suelo.