María Liébana
Economía familiar
El error de los españoles con las tarjetas de crédito
Las llamamos "de crédito" cuando no lo son. Distinguirlas es muy importante para nuestro bolsillo
La designación metonímica dentro del mundo del Marketing es el efecto que se produce cuando nombre de un producto es suplantando por el de una marca. Este efecto se da cuando decimos Kleenex en vez de pañuelos de papel, Maizena en vez de fécula de maíz o Martini en lugar de vermut.
Algo parecido se podría decir que sucede en nuestro país con las tarjetas de crédito. Y es que nos empeñamos en llamar así cualquier tipo de tarjeta bancaria, independientemente de que nos permita disponer de crédito o no. Y la importancia de su nombre no recae solo en el hecho de denominarlas correctamente, sino que no tener claras sus diferencias podría llevarnos a tener algún que otro susto a fin de mes.
Tipos de tarjetas bancarias
Y así, nos solemos encontrar con diferentes tipos de tarjetas, entre las destacan cuatro: débito, crédito, revolventes y prepago. A continuación, detallamos lo que las diferencia.
Diferencias entre tipos de tarjetas bancarias
- Tarjeta de débito: Es una tarjeta que sirve para utilizar los fondos depositados en la cuenta corriente o de ahorro a la que está asociada. Las tarjetas de débito pueden emplearse para realizar pagos en comercios y para sacar dinero en oficinas y cajeros automáticos.
En este tipo de tarjetas la operación se registra instantáneamente en la cuenta, es decir, se irá descontando automáticamente de nuestro saldo. Esto quiere decir que si no tenemos fondos para realizar alguna operación nuestra tarjeta será rechazada. Y esta es la principal diferencia entre las tarjetas de débito y crédito.
Por razones de seguridad, las tarjetas de débito además suelen ofrecer la opción de fijar un límite diario, sobre todo para la retirada de fondos de los cajeros automáticos.
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Tarjeta de crédito: En este tipo de tarjetas es posible hacer pagos u obtener fondos, hasta cierto límite, a crédito. A cambio el dinero deberá ser devuelto en los plazos previstos. Es decir, utilizar una tarjeta de crédito tiene las mismas consecuencias que disponer de cualquier otro crédito o modalidad de financiación: no necesitas disponer del dinero en el momento del pago, pero si estás obligado a devolverlo en un plazo estipulado y pagar los intereses establecidos. Actualmente, las entidades bancarias ofrecen tarjetas de crédito muy completas que ofrecen varias modalidades de pago que el cliente puede elegir (y en algunas ocasiones cambiar según mejor le convenga). Así, algunas tarjetas de crédito cuentan con hasta tres formas de pago:
- Pago inmediato: funciona prácticamente igual que una de débito. El pago se carga a la cuenta asociada de forma prácticamente inmediata (tarda más que en una de débito), sin aplicar intereses de ningún tipo.
- Pago a fin de mes: aquí, todos los pagos que se realicen con la tarjeta se cargarán a mes vencido. En los primeros días del mes se efectuará un cargo completo de todo lo que hemos gastado con la tarjeta el mes anterior. Tampoco se aplican intereses.
- Pago aplazado: esta modalidad de pago permite devolver el dinero dispuesto de forma flexible, pero asumiendo unos intereses bastante altos por ello.
Las entidades bancarias ajustan el límite del crédito atendiendo a su política de riesgos y a las características personales y de solvencia económica del cliente y debe figurar en el contrato de la tarjeta.
Además, muchas entidades bancarias la ofrecen sin necesidad de tener una cuenta corriente abierta en ellas girándole los recibos correspondientes a la cuenta corriente y entidad que se indique.
- Tarjeta Revolvente (o revolving): Son tarjetas de crédito en la que se ha elegido la modalidad de pago flexible. Te permiten devolver el crédito de forma aplazada mediante el pago de cuotas periódicas que varían en función de las cantidades dispuestas.
Con este método de pago, el usuario establece una cuota fija mensual que será el cargo que se le haga en su cuenta corriente todos los meses, independientemente del importe que haya dispuesto (dentro del límite máximo de su tarjeta).
Pero hay que ser conscientes de que con cada cuota pagada el crédito disponible de la tarjeta se reconstituye, es decir, puedes volver a disponer del importe del capital que amortizas en cada cuota, lo cual puede resultar muy tentador. Además, no debemos olvidar el pago de intereses. Y es que si de algún lado viene la mala fama de estas tarjetas es precisamente los abusivos intereses que las acompañan.
- Tarjeta prepago o monedero: Permiten realizar pagos, en general de pequeño importe u obtener dinero hasta el límite que hayas entregado previamente a la entidad emisora, importe que una vez agotado podrá recargarse. Cada vez tiene más éxito entre niños y adolescentes, ya que es una forma muy segura de que dispongan de dinero.
Actualmente el abanico de posibilidades para hacer efectivo un pago es muy amplio. Los bancos y comercios apuestan por ofrecernos las máximas comodidades para que podamos pagar de la forma más rápida posible, y ahí las tarjetas bancarias son las protagonistas.