Paula Buedo
Economía familiar
A qué temperatura poner la nevera y el congelador para ahorrar
Con este máximo y mínimo puedes combatir la subida de la luz
Las neveras son un imprescindible de todas las cocinas. Su frío permite conservar los alimentos en perfecto estado y, además, son el soporte ideal para imanes que recuerdan los lugares visitados o para colgar la lista de tareas semanal.
Sin embargo, este electrodoméstico está siempre funcionando. Es, de hecho, uno de los electrodomésticos que más consume. Eso, con el precio de la luz a la alza, puede ser un grave problema para muchos hogares. La factura a final de mes termina siendo muy costosa y, por ello, se ven obligados a recortar gastos de donde sea posible.
Aunque apagar la nevera no es una opción, sí hay algunos consejos para mejorar su eficiencia. Lo más evidente consiste en ajustar la temperatura, pero hay otros gestos que también contribuyen a ahorrar.
Máximos y mínimos controlados
La temperatura baja es imprescindible para que los alimentos estén bien conservados. No obstante, bajarla demasiado no es positivo. Por eso, los expertos marcan un intervalo recomendado de grados.
La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) apunta a los cinco grados como la temperatura ideal para el interior de la nevera. Dependiendo de si está más llena o más vacía, este número puede variar ligeramente. En el caso del congelador, la temperatura recomendada es de 18 grados bajo cero para garantizar que los alimentos se mantengan congelados.
Utilizar una temperatura superior hará que los alimentos no estén correctamente refrigerados y se estropeen, pero una inferior contribuirá a que se cree escarcha. Esto hará que el motor del electrodoméstico trabaje más para mantener la temperatura y, como consecuencia, el gasto de luz subirá. Tres milímetros de escarcha en las paredes del congelador pueden aumentar el consumo hasta un 30%.
Otros consejos para ahorrar energía
La puerta de la nevera, si no se está usando, debe cerrarse. Este gesto tan sencillo se nos olvida, lo que conlleva un mayor gasto energético. Quedarse mirando el interior durante un rato pensando qué coger está reñido con el ahorro.
Por otro lado, la organización de la compra en las baldas puede contribuir a la eficiencia del electrodoméstico. El cajón freezer del que disponen algunos modelos debe destinarse a los alimentos que más frío necesitan, como el pescado o la carne fresca. Además, no hay que sobrecargar en exceso la nevera: se aprovecha el espacio, pero sin comprimir los productos.
Si has preparado un plato y quieres guardarlo para otro momento, no lo introduzcas caliente. Subirás la temperatura del interior innecesariamente y se utilizará mucha energía para bajarla de nuevo.
La limpieza es fundamental para el buen funcionamiento del electrodoméstico. La nevera “respira” por detrás, por lo que mantener la zona limpia puede ayudar a reducir el consumo. Las rejillas traseras acumulan polvo y suciedad, lo que puede obstruir la ventilación.
Por último, si vas a pasar una temporada fuera de casa, la mejor opción es vaciarla y desenchufarla. Solo mantenerla encendida ya consume una cantidad notable de luz, por lo que es un gasto innecesario. No obstante, es importante asegurarse de que no queda nada dentro o podrías encontrar una sorpresa a tu vuelta.