Amantes de la tecnología y de los últimos dispositivos de marcas como Apple o Samsung en todo el mundo, se están encontrando con algunos lanzamientos pospuestos, como el del Galaxy S21 FE. El nuevo terminal de la compañía coreana, por el momento, está cancelado.
Aquí en España, y tras, pensarlo mucho, Rocío Martín decidió el pasado mes de abril, al fin, comprar ese robot amasador de cocina que tanto deseaba, su Kitchenaid. Y cuando por fin se decide, tras darle muchas vueltas puesto que supone una inversión superior a los 500 euros, comprueba que no hay stock en ningún comercio. Ahora, tres meses después, le confirman que han recibido varias unidades, que se pueden contar con los dedos de la mano.
Alrededor de 6.000 familias de Almussafes, en Valencia, ni se plantean en estos momentos darse un capricho de este tipo. Los trabajadores de la planta automovilística de Ford se encuentran en Expediente de Regulación de Empleo Temporal (ERTE). Y se prevé que continúen en él, como mínimo, hasta septiembre.
Tanto la amante de la cocina, como las familias de Almussafes y los geeks tienen una cosa en común: son víctimas de la escasez de materias primas.
Desde chips hasta palés, así es la escasez de materias primas
La pandemia del coronavirus provocó el año pasado un desplome histórico en la producción. Fue una parálisis absoluta. Con la reactivación de la economía, las cadenas de distribución no están siendo capaces de dar respuesta a la elevada demanda. Es lo que los expertos denominan un ‘atragantamiento’ o ‘cuello de botella’ en la cadena mundial de suministros. Con la reactivación tras la parálisis por la pandemia, la demanda se ha incrementado exponencialmente para compensar las caídas, pero al no haber suficiente producción, se produce esta falta de abastecimiento. Faltan microchips, metales como acero, aluminio y cobre, plásticos, polímeros, productos químicos, nylon, e incluso palés de madera.
El caso más emblemático es el de los microchips y circuitos integrados. Lo que comenzó como un desajuste entre la oferta y la demanda, tras el parón por el coronavirus, y una mayor demanda por parte de China, que comenzó la recuperación antes que Europa y Estados Unidos, ahora amenaza con alargarse en el tiempo, generando interrupciones en las cadenas de suministro, paralizando fábricas, presionando al alza los precios y pasando factura al crecimiento de la economía global.
En la coctelera hay muchos factores. El primero es la concentración. Solo Taiwan y Corea del Sur fabrican los chips y semiconductores para todo el mundo. Y ahora mismo no dan abasto para seguir el ritmo de la demanda. Por otro lado, la pandemia ha trastocado la demanda. El coronavius ha cambiado nuestros hábitos de consumo y el teletrabajo ha elevado la demanda de ordenadores y dispositivos tecnológicos. Y muchos de los chips que antes se fabricaban con destino a la industria del automóvil, se trasladan ahora a la fabricación de electrónica de consumo.
Escasez hasta 2022
La crisis de la escasez de microchips semiconductores durará como mínimo hasta 2022 y serán necesarios miles de millones de euros para solucionarla. Así se desprende de un estudio elaborado por la consultora Bain & Company, recogido por Europa Press, que asegura que pese a las grandes inversiones que se han anunciado y al apoyo institucional, a corto plazo son "muy limitadas" las opciones que existen para resolver esta situación.
Por ello, serán necesarios miles de millones de euros para superar esta crisis, que aún así se prolongará hasta 2022. Además, el documento asegura que esto no representará un episodio aislado, sino que sucederán múltiples eventos similares en el futuro, con una disrupción en la industria similar o mayor.
Necesidad de realizar inversiones
Uno de los principales problemas de esta crisis es la concentración de proveedores. Solo la firma taiwanesa TSMC es la responsable de alrededor del 80% de los chips microcontroladores.
Por ello, el informe calcula que incrementar entre un 5% y un 10% las capacidades tecnológicas existentes costaría unos 40.000 millones de dólares (33.578 millones de euros al cambio actual). Además, mantener el desarrollo de esta tecnología supondría unos 110.000 millones de dólares (92.341 millones de euros) en diez años.
También es necesario construir una fábrica cada dos años por cada tecnología desarrollada e invertir entre 3.000 y 4.000 millones de dólares (2.518 y 3.358 millones de euros) cada año en investigación y desarrollo para seguir haciendo transistores más pequeños.
Sobre el autor:
Beatriz Torija
Beatriz Torija es periodista y documentalista, especializada en información económica. Lleva 20 años contando la actualidad de la economía y los mercados financieros a través de la radio, la televisión y la prensa escrita. Además, cocina y fotografía.