Hay más de 534.300 autónomos mayores de 55 años y suponen ya el 26,8% del total
Los hombres se benefician más que las mujeres del bienestar social ligado al empleo, una brecha que se ha agravado durante la crisis económica (el diferencial medio en 2013 era del 0,3% y repuntó hasta el 4,1% en 2017) y que va empeorando en función de la edad y del nivel educativo de los trabajadores.
Entre el colectivo de personas mayores de 55 años, por ejemplo, los hombres aumentaron su bienestar social cuatro veces más que las mujeres; en concreto, los trabajadores masculinos mejoraron el 1,55% de media, frente al 0,4% de variación positiva promedio que experimentaron las mujeres mayores de 55 entre los años de crisis.
La situación, según se desprende de un informe que acaba de publicar Fedea (Fundación de Estudios de Economía Aplicada), es muy distinta según los niveles de educación, de tal forma que la formación se revela como un factor crucial. Mientras las mujeres con educación superior incrementaron su índice de bienestar el 2,23% entre 2013 y 2017, los hombres con el mismo nivel de estudios tan solo anotaron una subida del 1,79%.
En cambio, las mujeres entre los 56 y los 65 años que únicamente poseen educación primaria han sufrido el peor zarpazo de la crisis, con una pérdida del 6,22% en su indicador de bienestar ligado a la ocupación laboral, cuando los hombres con idéntico nivel de estudios lo mejoraron el 0,68% entre los ejercicios de 2013 y 2017.
La comparativa arroja la misma conclusión en favor de la formación en el grupo de personas mayores con educación secundaria 2: también aquí las mujeres han superado la crisis económica ligeramente mejor que los hombres y han aumentado su bienestar social en mayor proporción: el 2,96% frente al 2,6%.
Con todo, según concluye el estudio de Fedea, los más agraviados por la crisis económica han sido los jóvenes y las mujeres con menor nivel educativo. Este indicador de bienestar ligado al empleo tiene en cuenta tanto la incidencia media del empleo como su intensidad y la desigualdad de su distribución dentro de cada grupo, medidas respectivamente por la tasa media de ocupación, el número medio de meses trabajados durante el año y una función del índice de Gini de la distribución de la intensidad del empleo dentro de cada grupo de población.