Agus Calvet
Economía
Los mercadillos, los grandes olvidados durante la pandemia
Comienzan a volver, de manera muy limitada, a su actividad en las calles
Los mercadillos callejeros tradicionales han recibido un golpe casi mortal con la llegada de la pandemia y el decreto de estado de alarma. Con ello, excepto muy contadas excepciones y solo con los puestos de alimentación, se han suspendido temporalmente en toda España.
Solo ahora, con el pase a la fase 1 en buena parte de las comunidades autónomas se está permitiendo la apertura de mercadillos pero con preferencia a productos alimentarios y de primera necesidad limitándose al 25% los puestos habituales y a un tercio el aforo habitual o, en su defecto aumentar la superficie habilitada para ejercer la actividad. En las regiones en las que aún se mantiene la fase 0, como en Madrid, se ha ‘relajado’ la norma previa y se permite la apertura con las mismas condiciones que en la fase 1.
Estas restricciones han soliviantado aún más a los trabajadores del comercio ambulante, autónomos en su inmensa mayoría, que entendían sus dos meses totalmente parados como una discriminación en comparación con tiendas o supermercados que han permanecido abiertos para productos de primera necesidad. Para Carlos Martí, representante de la Unión Nacional de Empresas de Comercio Ambulante (Uneca), el sector “rechaza este plan de transición ya que supone excluir a numerosos puestos y elegir entre la gente que vende y la que no”.
¿Y quién controla esa reapertura limitada de los mercadillos? La responsabilidad recae en cada ayuntamiento, que establece la distancia mínima entre puestos y la delimitación del mercado. Además, controlará el tiempo necesario en cada puesto para evitar tapones en los pasos y señalizar, bien sea en el suelo o de otra manera, la distancia de seguridad entre clientes. Algo, a priori, muy difícil de materializar en mercadillos que utilizan las calles y plazas como su lugar de trabajo.
Pero no solo las familias que dependen de la venta ambulante están preocupadas, también sus principales proveedores: los agricultores. Unos 25.000, según cifras de COAG, venden sus productos en este tipo de mercados. Andoni García, responsable de Mercados Agrarios de esta organización del campo, también está en desacuerdo con la “desescalada en porcentajes”, y entiende que los mercadillos nunca debían de haber cerrado, “sino regulado desde un primer momento ya que se trata de un canal básico para el abastecimiento de alimentos”.
En España se estima que actualmente hay unos 5.000 mercadillos y 174.000 puestos de venta ambulante, la mayor parte de ellos familiares, y que generan un negocio anual de entorno a los 1.500 millones de euros anuales.