Once años después de la crisis financiera mundial de 2008, nada es igual. De la fe en la globalización se ha pasado al populismo y nacionalismo de Trump, el Brexit, Bolsonaro y a un mundo en ruinas dominado por la incertidumbre y la vulnerabilidad. Esta es la tesis que hace catedrático emérito en Economía de la Universidad Autónoma de Madrid, Emilio Ontiveros (Ciudad Real,1948) sobre la evolución de la economía durante los últimos 30 años en su nuevo libro Excesos. Amenazas para la prosperidad global (@edit_planeta), como testigo de excepción de los acontecimientos desde su rol de presidente y fundador de Analistas Financieros Internacionales (@Afi_es) desde 1987.
Entre esos grandes males destaca la desigualdad global, la "financiarización" de las economías, la concentración empresarial o la destrucción del medio ambiente, aspectos que deben estudiarse en profundidad, señala Ontiveros, si se quiere lograr una "transición a un sistema más justo y estable". Ontiveros defiende también en esta charla con 65Ymás, el sistema público de pensiones y el papel de los mayores como gran soporte de la economía real española. "Si no llega a ser por la solidaridad de los abuelos durante la crisis, España estaría en llamas", asegura, analizando el panorama actual y descartando otra crisis en ciernes, aunque sí algo de ralentización de la economía para el 2020 que viene.
P.- ¿Hasta dónde nos han llevado las ruinas de la crisis?
La crisis sigue manteniendo hoy en día algunas heridas en el sistema económico, y sobre todo la crisis sigue manteniendo un punto de desconfianza, inseguridad, en el sistema económico. Aparte de los costes económicos, lo que hizo la crisis es que aumentó la sensación de vulnerabilidad ante la emergencia de nuevas crisis, sobre todo porque nació en el principal productor de cultura económica y financiera del mundo, EEUU. Si la crisis hubiera nacido en una economía periférica, probablemente no hubiera generado esa sensación de indefensión. Pero que la economía más avanzada fuese el epicentro, lo cambió todo.
Más allá de otros factores como que hay economías que no han superado todavía sus efectos. Estados Unidos sí lo ha hecho, porque tiene un pragmatismo sin precedentes, pero Europa está todavía está convaleciente de aquella crisis. La principal rémora es esa sensación de precariedad ante el conjunto del sistema, fruto de los excesos cometidos, como traca final. La crisis ha dejado muchos escépticos del sistema.
P.-Trump, Brexit, Bolsonaro, ¿cuáles son los principales excesos de la economía actual?
R.-El primero es la desigualdad excesiva que ha puesto en riesgos cuestiones como la igualdad de oportunidades, seguido de el exceso de dominio de las finanzas sobre la economía real. Y como la experiencia ha demostrado, a los mercados financieros no se los puede dejar solos, necesita regulación y supervisión. También considero que la concentración excesiva de empresas, el deterioro de la competencia no es sano y genera muchos males económicos y sociales. Y por último, el gran daño a las condiciones de vida del planeta. Hasta hace poco no existía una limitación, pero afortunadamente la conciencia general, aunque sea de forma lenta en cuanto a la inversión, está poniendo en marcha medidas que lo protejan.
Todos los años de crisis y sus efecto son los que han propiciado que haya surgido un grupo de figuras políticas que han hecho de la involución global, de la enmienda a la dinámica de globalización su política, como es el caso de Donald Trump, pero no solo. Aquí hay un amenaza que es la discrecionalidad de algunos gobiernos, en particular el de Estados Unidos, para erosionar el libre comercio, imponer aranceles, amenazar en última instancia una dinámica de globalización. En general, la libre movilidad es buena. Si se está disconforme con países como China, lo propio sería acudir a las agencias multilaterales y no tomar decisiones unilaterales y pone aranceles.
"La principal rémora es esa sensación de precariedad ante el conjunto del sistema, fruto de los excesos cometidos"
P.-Usted dice que frente a los efectos de la crisis habría que abogar por una política que tenga en cuenta el bienestar de la mayoría, ¿Cómo se traduce eso en políticas para los mayores o los sectores vulnerables?
R.-Uno de los peligros que yo señalo es la excesiva desigualdad en la distribución de la riqueza, que no es solo un tema de cohesión social, sino de sostén económico. Creo que lo que buena parte de la gente defiende, incluso personajes como Warren Buffet o Bill Gates es que es bueno distribuir con el fin de garantizar cohesión social, pero también, fundamentos económicos en los que crecer y que tenga consecuencias sociales. Lo que pasa es que la gente no solo desconfía del sistema, sino que se ha separado de él.
P.-¿En qué lugar dejaría esto a los sistemas públicos de pensiones como el español?
R.-Los sistemas de pensiones públicos con base tributaria son los que han sufrido más durante los últimos años, sobre todo porque se ha crecido menos. La crisis en países como España supuso dejar de ingresar no solo impuestos, sino cotizaciones a la Seguridad Social. Recordemos que el 31 diciembre de 2008, víspera de que la crisis llegara a España, la tasa del paro era del 8%. A partir de entonces lo que vimos fue una caída del empleo, de las cotizaciones, como primer factor que empieza a erosionar la capacidad del sistema público de pensiones.
El otro factor que es muy importante tiene que ver con el envejecimiento y la baja tasa de natalidad. Hay muy poca reposición de los que se jubilan. Pero es que hay gente que antes de llegar a los 55 años ya se ha jubilado y eso son señales inquietantes y que hay que considerar. Si la vida se prolonga como consecuencia de una mayor longevidad, en la que España tiene una posición privilegiada, lo razonable es que se amplíe la edad de jubilación.
"Las obligaciones que tiene el Estado con el sistema público de pensiones son inequívocas"
P.-¿Está preparada España para ese cambio y para garantizar que haya pensiones públicas en el futuro?
R.-Sí, una cosa es constatar que el sistema de la Seguridad Social, y dentro de él el sistema público de sensible al crecimiento de la economía y el empleo y a la evolución demográfica. Y otra cosa es creer que el sistema público de pensiones está en peligro. Porque las obligaciones que tiene el Estado con el sistema público de pensiones son inequívocas. Se localizan en la Seguridad Social o en el propio Estado.
La seguridad Social no es una sociedad anónima sino un organismo público, por lo que se sacará de donde se tenga que sacar. Si los ingresos no dan, el Parlamento tiene que arbitrar los mecanismos, los Presupuestos Generales del Estado, para garantizarlos. Por eso yo sería muy cuidadoso con las voces de alarma, que pueden inquietar más que otra cosa.
P.-¿Qué propone usted para garantizarlas?
R.-Sería muy importante que una de las prioridades políticas fuera restaurar las bases del Pacto de Toledo y que saliera una pronunciamiento inequívoco, claro sobre esa viabilidad del sistema público de pensiones y sobre todo, un compromiso para no utilizar como arma arrojadiza los datos de pensiones como mecanismos de intimidación o sobrecogimiento de la gente, sobre todo de la más vulnerable.
Dicho esto yo creo que urge reformar el sistema, en el sentido de prolongar la edad de jubilación. Esta es una economía cada vez más de servicios, ya no es industria o minería que requerían jubilaciones a los 45 años, pero quien ha estado clases en la universidad o en un banco, un trabajo cómodo, que se jubilen a los 55, como estamos viendo, o a los 65 me atrevería a decir, no es razonable.
"Creo que urge reformar el sistema, en el sentido de prolongar la edad de jubilación"
P.-Y, ¿qué opina de sistemas mixtos entre el sistema público y privado de pensiones?
R.-Son cosas distintas. Yo creo que el sistema público de pensiones tiene que garantizar que haya pensiones, acordes con las cotizaciones que haya hecho la gente. De hecho ya empieza a haber un número creciente de españoles con planes de pensiones privados. Pero lo que no se puede hacer es obviar las obligaciones que el sistema púbico de pensiones tiene ya. Tiene que estar muy transparente el compromiso de garantizar las pensiones, consecuentes con la cotización, atendido por el sector público.
Luego ya, una vez reformado el sistema, podemos hablar de parte de las obligaciones asociadas a la mochila austriaca cualquier otra opción, prolongación edad de jubilación, mecanismos de indización o revalorización de las pensiones en función de la inflación, de otro tipo. Pero yo creo que es clave que los compromisos que se aceptaran inicialmente no se violen y luego dar facilidades que estamos viendo ahora para complementar mi pensión pública. Es bueno, pero no puedes intimidar a la gente diciendo que no tendrá pensión pública.
P.-Varias voces alertan ahora de una nueva crisis, ¿cree que hay indicios para creerlo?
R.-Lo que se avecina o lo que ya está instalado en la economía global, no es una nueva crisis en sentido estricto, ni una recesión porque no hay indicadores que así lo ratifiquen, lo que sí hay es una desaceleración clara en cuanto al ritmo de crecimiento, que afecta a la práctica totalidad de todas las economías del mundo. La OCDE hoy ya advierte de que el mundo ya se está enfriando y hay que tomar decisiones importantes de inversión pública, porque lo que hoy es enfriamiento, puede pasar a ser males peores.
"Lo que se avecina no es una recesión sino una desaceleración clara en cuanto al ritmo de crecimiento"
P.-Y, ¿cómo se podría evitar?
R.-Un enfriamiento que le viene especialmente mal a Europa, porque la eurozona venía estando convaleciente de la pasada crisis. Entonces sabemos del riesgo de gripes en otras neumonías. Pero yo confío en que no haya una nueva crisis en Europa si se asumen las inversiones que recomienda la OCDE. ¿Tiene sentido tener tipos de interés 0 como Alemania y no invertir? No, hay que invertir ya en temas como innovación digital o sostenibilidad para volver a crecer en 2021. Pero si los gobiernos son irresponsables y siguen peleándose comercialmente y siguen sacrificando la inversión, que es una apuesta por el crecimiento, no descarto que haya cuadro más severos. Pero hoy por hoy no hay una recesión en ciernes.
P.-¿Qué espera para el 2020 en términos económicos?
R.-Esperamos menos crecimiento, va a crecer medio punto menos este año, con una expansión mucho menor (1,7- 1,6%) frente al 2% de este año. Crecimiento del empleo va a ser más tenue, aunque yo creo que frente a anteriores crisis, el grado de preparación de la Economía Española es mayor. El endeudamiento privado, el de las familias es mejor, porque el saldo de las transacciones españolas es mejor. En diciembre 2007 España tenía el mayor déficit de cuenta corriente del mundo. Ha bajado el endeudamiento de las familias aprovechado por los bajos tipos de interés. También el de las empresas, que tienen más ahorro propio que hace 10 años.
P.-Eso me recuerda al rol de muchos mayores como "salvavidas" de muchos hogares tras el hundimiento en 2008...
R.-Los mayores han contribuido a que los dramas económicos de las familias españolas hayan sido mucho menores. Es el exponente de esa cohesión social, de la que tanto se habla sobre España. Si no hubiera existido esa solidaridad activa de los abuelos, de los mayores, los costes económicos y sociales hubieran sido mucho mayores. Incluso las consecuencias políticas que estamos viendo, también. Es una elemento que ayuda a explicar por qué España, a pesar de haber sufrido unas tasas de paro del 27% durante la crisis no ha estado ardiendo.
"Los mayores han contribuido a que los dramas económicos de las familias españolas hayan sido mucho menores"
P.-¿Y seguirá habiendo colchón para una hipotética nueva recesión?
R.-Bueno, en los muy mayores, no tanto porque han tenido que ser solidarios con sus familias, pero es verdad que sí, hay colchón porque los últimos cinco años la economía española ha crecido por encima de la media de la Unión Europea, y aunque el empleo no haya sido del todo de calidad, algo ha aumentado la renta. Luego hoy hay más gente ocupada, con un salario que la que había en plena crisis, en 2011-2012, que es cuando se produjo la mayor aportación de los mayores. Hay una mayor amortiguación.
Por otro lado, los mayores no han visto sacrificadas sus pensiones. Ha habido mucho ruido, pero en términos efectivos, las pensiones han sufrido menos que las rentas medias del trabajo. Quien tuviera una pensión hace 8 años en lo peor de la crisis, hoy la tiene igual o mejor, porque hay un elemento muy importante a tener en cuenta y es que la inflación en España, se ha mantenido en mínimos históricos. Es decir, la capacidad adquisitiva de las pensiones ha mejorado en estos últimos años.