Pensiones

"Hay que ampliar la lucha pensionista, impedir la perversa privatización de sanidad y residencias"

Pepa Montero

Lunes 14 de octubre de 2024

10 minutos

Entrevista a Ángel Fernández, pionero de los 'lunes al sol' y autor de 'Los viejos no somos tontos'

Ángel Fernández: "Hay que ampliar la lucha pensionista, impedir la perversa privatización de sanidad y residencias"
Pepa Montero

Lunes 14 de octubre de 2024

10 minutos

'Los viejos no somos tontos': un libro relata las experiencias de un jubilado en los 'lunes al sol'

 

A sus 84 años, Ángel Fernández Velasco (Bilbao, 1940), uno de los pioneros en la lucha pacífica por las pensiones, que estalló de manera espontánea en los lunes al sol de Bilbao y se ha generalizado por toda España hasta nuestros días, acaba de publicar Los viejos no somos tontos (editorial Círculo Rojo), donde relata sus vivencias en las protestas de los jubilados vascos entre 2018 y 2022. 

"Este libro es una defensa de la dignidad ultrajada de las personas mayores", cuenta en su entrevista con 65YMÁS, donde recuerda su nacimiento en una familia conservadora y religiosa y cómo, a los 18 años, entró en el seminario de Derio, pasó 10 años estudiando, se ordenó cura, ejerció durante 7 años un "sacerdocio obrero y me hice cura carpintero", y acabó colgando la sotana a los 30. Después de trabajar 30 años en el mundo de la enmarcación de cuadros, se jubiló de la vida laboral a los 65, pero con su compromiso social intacto.

"Me uní a los lunes al sol en marzo de 2018, para frenar el esperpento del 0,25% de revalorización de las pensiones, y pudimos acabar con aquella política. Seis años después, la lucha pensionista es más necesaria que nunca. El mayor peligro que veo es que la clase trabajadora joven no se implica, los jóvenes no quieren reflexionar lo que les va a pasar cuando se jubilen, y a todos nos espera una tormenta terrible, porque la patronal está encelada en implantar las pensiones privadas", denuncia Fernández, para quien es urgente "ampliar la lucha ciudadana por las pensiones, impedir la perversa privatización de la sanidad, de las residencias de mayores y la destrucción de los servicios públicos".

Luchar para que no suceda como en la pandemia, "cuando la sanidad nos dejó tirados a los mayores, de una manera miserable, y por esa política de desprecio al mayor, miles y miles murieron, pudiéndose haber salvado". 

 

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PREGUNTA.- ¿Cómo recuerda sus inicios en los lunes al sol

RESPUESTA.- Me uní en marzo de 2018 porque coincido mucho con un concepto de clase que tengo desde siempre, de clase trabajadora. Mi padre fue un obrero y yo quería aportar a la lucha pensionista mi formación técnica, muy amplia y valiosa gracias al seminario. Había que parar el esperpento del 0,25% de subida de pensiones, que nos imponían con la excusa de la crisis. Pero pronto se vio que eran necesarias otras reivindicaciones, como denunciar el intento de privatizar nuestra vida de una manera increíble. Creo inadmisible el planteamiento de los neoliberales, que basan la economía únicamente en la usura.

P.- La lucha pacífica de los pensionistas vascos es muy mediática, y hace años que las protestas en la calle se realizan en toda España.

R.- Hay que seguir saliendo a la calle en defensa de las pensiones públicas y de los derechos de las personas mayores, para que no pisoteen nuestra dignidad. Que todos los lunes haya decenas de pensionistas en las plazas de los pueblos, para que se nos vea y se nos oiga, aunque solo sea porque es una mala imagen que a ningún político le gusta ver.

"Las personas mayores tenemos encima una espada de Damocles: la privatización de sanidad y residencias"

P.- ¿Cree que tras 6 años de lunes al sol es necesaria una evolución del movimiento pensionista? 

R.- Es vital que la protesta pensionista siga siendo ciudadana, voluntaria y espontánea, sin militancia ni cuotas, con total respeto por parte de sindicatos y partidos políticos, sin injerencias. La principal variante en mis 4 años asistiendo cada semana a los lunes al sol en Bilbao es que el modelo primitivo de lucha por las pensiones se debe ampliar a lo que está en ciernes, como una espada de Damocles para todos, el gran peligro que supone el empeño perverso en privatizar la sanidad y las residencias de mayores, la educación, y que puede acabar con los servicios públicos esenciales. No podemos quedarnos de brazos cruzados mientras las aseguradoras privadas comercializan y hacen negocio de manera despiadada con las personas mayores.

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"Jóvenes y mayores no debemos enfrentarnos; saldrían ganando empresas y bancos" 

P.- ¿Qué contesta a quienes intentan enfrentar a jóvenes y mayores por las pensiones?

R.- Los trabajadores y los pensionistas no podemos caer en la trampa de enfrentarnos, porque con eso hacen negocio los bancos y las empresas, el gran capital, los fondos de inversión. Jóvenes y mayores estamos en el mismo barco, de lo que luchemos y consigamos para las pensiones hoy, dependerá en gran medida el bienestar que tendrán nuestros hijos y nietos. Tratan de engañar y enfrentar a la gente, diciendo que los pensionistas tenemos una vida de lujo, y eso es mentira. Ni vamos de crucero, ni tenemos un Ferrari. ¡Bastante tenemos con pagar la cesta de la compra! 

P.- También, periódicamente, se pretende enfrentar a quienes cobran la paga máxima y la mínima...

R.- Esa es una calamidad de reflexión, igual que otro enfrentamiento que sale a relucir a menudo, que los pensionistas vascos ganamos más que los del sur. El que tiene una pensión alta es porque ha tenido un sueldo alto y cotizado mucho, así que se lo ha ganado. En las concentraciones de los lunes al sol de Bilbao había y hay personas que cobran la pensión máxima y acuden por solidaridad, para apoyar una causa que creen justa. 

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"Muchas compañeras de 'lunes al sol' cobraban 400 euros de pensión"

P.- La reivindicación de 1.080 euros de pensión mínima aún no se ha conseguido. ¿Es optimista?

R.- La situación de las mujeres pensionistas clama al cielo. Cuando empezamos las concentraciones frente al Ayuntamiento de Bilbao, muchas de mis compañeras cobraban 400 euros, las que los cobraban, y la mayoría tenía pensiones irrisorias, bien porque el marido había muerto muy joven, o porque ellas habían tenido que quedarse en casa para cuidar de los hijos. La pobreza en pensiones tiene cara de mujer, y eso hay que pelearlo.

P.- La asfixia económica de millones de mayores es una realidad... 

R.- Hay millones de pensionistas que cobran una nimiedad, y aunque este año nos hayan subido la paga un 3,8%, los alimentos básicos, como el arroz, el azúcar, el aceite, la fruta, el pescado fresco y la carne suben tres veces más, así que los jubilados tenemos un déficit que vamos arrastrando año tras año, lo que hace que miles y miles de familias no lleguen a final de mes.

"La mochila austriaca es la privatización encubierta con que sueñan todos los empresarios"

P.- ¿Cree que se corre el riesgo de que la protesta pensionista se estanque o desinfle?

R.- Yo he luchado cuatro años en las calles, y ahora sigo luchando, con este libro, por ejemplo. Tuve que dejar de acudir cada lunes a la plaza del Ayuntamiento de Bilbao porque tengo más de 80 años, movilidad reducida y vivo sin coche a 15 kilómetros, con lo cual me suponía un esfuerzo terrible venir a las concentraciones. Pero la lucha debe de seguir, no sé si en el formato actual, y combatir el mayor peligro que veo: el desinterés de la clase trabajadora joven, que no se implica ni quiere reflexionar lo que les va a pasar a ellos cuando se jubilen. Y nos viene una tormenta terrible, porque la patronal está encelada en hacer un tipo de pensiones privadas de empresa, que es la famosa mochila austriaca. Eso significaría que el futuro pensionista se quedaría al pairo: para que ahorre un 5% de lo que gana, y por ejemplo, en salarios de 1000 euros, lo que ahorría serían 50 euros, es decir, ni 600 euros al año. En toda su vida laboral, se tendría que buscar las alubias, cuando esté enfermo, cuando le echen de la empresa, etc. La mochila austriaca sería una privatización encubierta por la que sueñan todos los empresarios, porque desde ese momento se lavarían las manos y no tendrían que pagar ni años trabajados ni indemnización. 

P.- El movimiento pensionista exige una auditoría de la Seguridad Social, que está aprobada por ley, pero sigue sin hacerse.

R.- En la época de las vacas gordas había muchísimo dinero en el Fondo de Reserva, conocido como la hucha de las pensiones, pero los gobiernos tomaron la decisión de ir sacando esos fondos para pagar cosas que no tenían que ver con las pensiones. Lo que hicieron fue un desfalco oficial, del que no han querido decirnos nada, y de ahí que los economistas, que salen como rottweiler a los platós de televisión, tengan el discurso cansino de que no hay dinero. Y la auditoría de la Seguridad Social no la hacen porque ahí hay tomate: algunos expertos dicen que el desfalco a la hucha de pensiones puede llegar a 100.000 millones de euros. Eso es un gasto impresionante, entre otras cosas, porque con ese dinero rescataron a los bancos, pero no a las familias, y en algunas, incluso se produjeron suicidios por asfixia económica.

"La reforma para retrasar la jubilación voluntaria es una perversión envuelta en celofán"

P.- ¿Qué le parecen las últimas reformas de pensiones, que darán mayor poder a las mutuas y flexibilizarán las bajas médicas laborales?

R.- Es una perversión envuelta en celofán, lo mismo que la posibilidad de dejar que la gente trabaje más allá de los 67 años, porque siempre te vas a encontrar a alguien que es un amargado o un aburrido y se va a quedar a trabajar hasta los 70 años. Y estará ocupando un puesto de trabajo que lo podría desempeñar mejor una persona joven. Y con la ampliación de poder para las mutuas, sucede como siempre en legislación de riesgos laborales, que se deja en un terreno ambiguo, para que luego se pueda hacer una cosa y la contraria. Respecto a las bajas laborales, más de lo mismo; lo que se hace es aumentar el negocio que tienen ahí las aseguradoras.

P.- En su libro Los viejos no somos tontos habla de la pandemia como azote de los mayores...

R.- La sanidad nos dejó tirados de una manera miserable a los mayores. Si no hubieran tomado esas decisiones, si se hubieran utilizado otros medios sanitarios, mucha gente no habría muerto. Y lo terrible es que dejar desasistidas a personas en residencias, en hospitales, se hizo por recortes económicos, por anteponer la juventud y pensar que los mayores ya estábamos amortizados. Las lecciones de la pandemia son alarmas sobre qué quieren hacer con esta sociedad: la gente que trabaja, produce y consume es considerada válida, prioritaria, y a nosotros nos consideran como escoria. 

P.- ¿Cree viable que el Estado se ocupe de todas las necesidades?

R.- Por simple espíritu humanista, el Estado no puede dejar tirado a nadie. Hay gente que ha tenido que dejar de trabajar por sufrir poliomelitis, o por síndrome de Down, o enfermedades pulmonares. Hay gente que se ha jubilado antes de la edad legal, pero tiene cotizados 45 y hasta 47 años, y el Estado les aplica recortes de pensión. Estas situaciones son inadmisibles, y la lucha ciudadana tiene que defenderlas. Es tremendo que a muchos albañiles se les obligue a subir a los andamios con 65 años, a trabajar a la intemperie con frío y calor extremos. No se puede permitir que se penalice con un 8% la jubilación anticipada. Nada de esto se puede consentir en aras de ninguna política neoliberal, que solo busca la usura.

Sobre el autor:

Pepa Montero

Pepa Montero

Pepa Montero es redactora especializada en temas de economía. Ha trabajado en medios como El Economista y La Gaceta de los Negocios. Es autora del libro de relatos La casa de las palmeras (Azul como la Naranja, 2013).

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