Olga Selma
Olga Selma es redactora especializada en temas de salud, alimentación y consumo.
… saber más sobre el autorEn la actualidad, España cuenta con un máximo histórico de ocupados mayores de 65 años que ya superaban los 200.000, un 40% más que hace solo una década, a finales de 2019.
De este modo, si en el año 2002, había unos 100.000 ocupados mayores de 65 años, a cierre de 2019, ya alcanzaban los 218.300 entre trabajadores por cuenta propia y asalariados, según los datos de la Encuesta de Población Activa.
Sin embargo, la proporción de quienes continúan en actividad laboral tras cumplir los 65 años es baja, comparada con otros países europeos y de la OCDE: solo el 6,5%, en 2019, entre la población de 65-69 años, tal y como indica el CSIC. Una información a la que se suma un estudio de Credit Suisse que detalla que España es el segundo país de la OCDE con menor porcentaje de trabajadores mayores de 65 años aún en activo.
En términos generales, Crédit Suisse invita a efectuar un “replanteamiento urgente” de los sistemas de jubilación y alerta de que el problema ya no se circunscribe solo a los países desarrollados, sino que es común dada la tendencia generalizada al envejecimiento progresivo de la población por el aumento de las expectativas de vida y la disminución de las tasas de fertilidad. El enfoque más conveniente para aumentar la sostenibilidad de la provisión de pensiones debería ser un aumento gradual de la edad de jubilación.
Entre los países con las edades de retiro más altas figuran Islandia o Noruega donde el retiro legal se alcanza a los 67, y allí el 23 y 11%, respectivamente, de sus mayores de 65 años continúan en activo. En la Unión Europea, las edades promedio de salida del mercado laboral se sitúan en 64 años para hombres y 62.3 para mujeres; mientras que en otros como Corea del Sur el promedio es de 72.3 años para ambos, el valor más alto entre los países de la OCDE, y en Japón y Chile, Indonesia e India, los hombres trabajan en promedio hasta alrededor de 70 o más.
Además, Credit Suisse considera que basar la edad normal de jubilación en un umbral universal y rígido no está a la altura de la multidimensionalidad de la edad. Para Credit Suisse debería reconsiderarse el concepto tradicional del ciclo de vida de tres etapas - educación, vida laboral y jubilación - y se deberían establecer mayores disposiciones para nuevas formas de trabajo y educación superior que puedan facilitar la transición a una vida laboral más larga.
Permitir nuevas trayectorias de vida en un enfoque de etapas múltiples es una opción que podría hacer que una vida laboral prolongada sea mucho más atractiva. Esto también trae nuevos desafíos: las personas necesitan invertir regularmente en sus habilidades y salud para seguir siendo empleables. El reto está en diseñar los sistemas de pensiones de manera que se adapten a las necesidades de un grupo de trabajadores cada vez más heterogéneo.
El deseo de seguir trabajando más allá de la edad normal de jubilación es más pronunciado en los países en desarrollo. En España, tal y como indica el Imserso, las personas que siguen ocupadas aun teniendo derecho a percibir una pensión de jubilación, declaran razones de orden económico como aportar recursos económicos a su unidad familiar, seguidas de consideraciones con respecto a los derechos de pensiones. Porque los mayores de 65 años que optan por seguir trabajando ven incrementada su remuneración durante el tiempo que así lo deseen, no solo por el 'extra' derivado de la percepción de la mitad de la pensión correspondiente por jubilación sino porque su sueldo se ve incrementado por la reducción de los conceptos por los que habrá de cotizar; y también continúa manteniendo activa una cuenta de cotización.