A la jubilación activa, que permite compatibilizar el cobro de la pensión y recibir ingresos laborales o profesionales sin límite, pueden acceder tanto los trabajadores por cuenta ajena como propia. Pero para los primeros es casi una quimera. La empresa ha de estar de acuerdo, lo que pocas veces ocurre. Para esos asalariados que quieran seguir en activo una vez jubilados solo les queda una opción: hacerse autónomos.
De hecho, incluso antes de alcanzar la jubilación, muchos trabajadores, incapaces de reengancharse en el mercado laboral después de un despido, solo encuentran en el emprendimiento una salida laboral. “Actualmente, la cifra de mayores (con 55 o más años) que trabajan por cuenta propia asciende a 910.000 personas, lo que supone un 27% de todos los autónomos españoles”, asegura Generación Savia. "Ser autónomo es la opción mayoritaria para seguir activo en los últimos años de vida laboral”. Una vez finalizada la vida laboral, para acceder a la jubilación activa, es casi la única opción.
“España es el país de la Unión Europea en el que menos personas trabajan a partir de los 65 años. En Alemania, por ejemplo, la mitad de los jubilados hace un minijob”, dice Juan Antonio Maldonado, catedrático de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social por la Universidad de Granada y coordinador del Master en Gerontología, Dependencia y Protección de los Mayores.
Un ingeniero que ha trabajado toda su vida en una empresa del Ibex 35, cuenta a 65YMÁS cómo se vio obligado a hacerse autónomo cuando quiso acceder a la jubilación activa. “Quise acceder a la jubilación activa una vez jubilado ya, y me surgían ofertas, pero ninguna empresa quiere contratar con esta edad, como colaborador independiente sí”, nos cuenta. “No hay más opciones para acceder a la jubilación activa”.
Territorio exclusivo de autónomos
“Ahora mismo donde cobra más sentido la jubilación activa tal y como está la normativa es para los autónomos”, explica Tomás Arrieta (@TomasArrietaAGE), presidente de la Fundación Activos de Gran Experiencia (FAGE). “Es muy frecuente entre los autónomos, y entre los asalariados no, porque a los empleadores no les gusta esa figura, no se la facilitan” coincide José Antonio Herce (@_Herce), doctor en Economía, patrono de la Fundación AGE y socio fundador de LoRIS Retirement.
Las cifras lo demuestran. Apenas 67.164 personas están acogidas a esta fórmula legal. De todos los jubilados activos, la inmensa mayoría, 57.156, pertenecen al régimen de autónomos y tan solo 10.008, al resto de regímenes, según los datos del Ministerio de Inclusión y Seguridad Social (a 31 de julio de 2022). Es decir, los autónomos copan el 85% de las jubilaciones activas.
De esos autónomos, es difícil saber cuántos de ellos ya lo eran antes y cuántos se hacen autónomos específicamente para acceder a la jubilación activa. “no hay datos ni estadísticas”, dice Eduardo Abad, presidente de la Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos, UPTA (@upta_es). “Según nuestra experiencia se trata mayoritariamente de autónomos que continúan con la actividad que ya desarrollaban. Son muy pocas las personas que emprenden una vez jubiladas, no llegarán ni al 0,5% de los negocios que se emprenden”, añade. “Poder estar percibiendo parte de tu pensión y seguir desarrollando además una actividad económica es una novedad relativamente reciente”, apunta Abad. “Creemos que esta figura va a ir a más, especialmente en actividades profesionales cualificadas”, añade.
Hay un perfil muy importante, que ya eran autónomos, y que retrasan su cese de actividad por razones económicas. “Se ven abocados a prorrogar su actividad y eso no es jubilación activa, eso es que te ves obligado a seguir trabajando, algo que le pasa a muchos autónomos” asegura Juan Antonio Maldonado, catedrático de Derecho del Trabajo y de la Seguridad Social por la Universidad de Granada y coordinador del Master en Gerontología, Dependencia y Protección de los Mayores.
Compatibilidad plena de pensión y actividad
“La solución debe venir por hacer totalmente compatible el cobro de la pensión con el trabajo que una persona sigue realizando”, explica Juan Antonio Maldonado. “La compatibilidad que hay en España es un poco engañosa: permite cobrar parte de la pensión, es decir, es una compatibilidad parcial. Hay que apostar por una compatibilidad total, porque el jubilado ya ha lucrado una pensión”, explica el profesor de la Universidad de Granada. “No es un tema tan extraño, Alemania, Austria, entre otros países de la Unión Europea, lo hacen así”.
La Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea)coincide en señalar quemuchos países europeos han desarrollado programas que permiten la compatibilización del cobro de la pensión con los ingresos de la actividad laboral. En un reciente estudio también piden esta mejora, entre otros cambios, para incentivar una figura que cada día será más necesaria.
Ahora bien, compatibilidad plena “siempre que esta medida vaya acompañada de una cuota de solidaridad. La solidaridad intergeneracional, de lo contrario, puede ser un problema y se podría disparar el edadismo”, añade Maldonado.
Más incentivos
Hay desconocimiento, pero también hay desinterés ante una fórmula con pocos incentivos. “La compatibilidad del trabajo y la pensión que tenemos en España debe revisarse por completo”, asegura Juan Antonio Maldonado. “Sobran requisitos y faltan Incentivos para que la jubilación activa tenga éxito”, añade el economista y actuario,Isidre Martínez Ivars.
La jubilación activa debe ser atractiva desde el punto de vista fiscal y también debería bonificar en mayor medida aquellos que deciden seguir con su actividad económica”, asegura Eduardo Abad. “Debería mejorarse sus pensiones una vez que estén en situación de jubilación”.
“Potenciar la jubilación activa generaría un mercado de trabajo que ahora no existe. Los sénior empezarían a ver que tienen alternativas vitales, y no solo irse a casa”, asegura Tomás Arrieta. "Frente a la escasez de trabajadores cualificados, el mantenimiento de los trabajadores sénior en las actividades productivas es una oportunidad y una fuente de valor para todos y algo positivo en sí mismo. El marco laboral y de Seguridad Social español, sin embargo, levanta barreras normativas considerables que deben removerse si se desea alcanzar sensibles mejoras de bienestar para todos", dice el manifiesto de esta Fundación.
Para Fedea, dar más incentivos a la jubilación activa podría ayudar a aumentar la oferta de trabajo sin introducir costes adicionales en los sistemas de pensiones.
“A partir del día de la jubilación hay que empezar a trabajar en algo, en lo que sea, cobrando o sin cobrar, en algo”, coincidía recientemente durante una charla el popular economista Leopoldo Abadía. “Porque esos que dicen cuando les preguntas qué vas a hacer cuando te jubiles ‘yo nada’, pues a esos les queda tres meses de vida, porque se mueren de aburrimiento”.
Un año de demora
A los requisitos para acceder a la llamada ‘jubilación activa’ se ha añadido la necesidad de que trascurra un año desde que el causante de la pensión cumpla la edad ordinaria de jubilación. Esta es una de las nuevas medidas incluidas en el paquete de reformas de las pensiones impulsadas por José Luis Escrivá en esta legislatura. “Añadir una traba más, como este año de demora es un sinsentido” asegura José Antonio Herce. “No es muy popular la jubilación activa, pero además la Seguridad Social la tiene un poco oculta”, añade. Con este año de demora, una persona que alcance la edad de jubilación legal a los 65 años solo podrá acceder a la jubilación activa a los 66. Durante ese año, puede, o bien seguir trabajando y demorando su jubilación, o bien jubilarse y percibir el 100% de su pensión, que se reducirá al 50%, si pasado ese año accede a la fórmula.
Para profesionales cualificados
La jubilación activa es atractiva especialmente en “actividades profesionales cualificadas, que no tienen un especial desgaste físico ni psicológico y, evidentemente, permiten que alargues tu carrera profesional durante unos años más”, asegura Eduardo Abad, de UPTA. “Los servicios jurídicos, por ejemplo, alargan mucho más el tiempo de actividad, pero también otras actividades cualificadas como puede ser la ingeniería, arquitectos, aparejadores, técnicos… pero también se da en el ámbito de los servicios profesionales como pueden ser consultores, gestorías y todo tipo de empresas que desarrollan servicios profesionales”, añade.
“No pasa lo mismo, por ejemplo, con ese autónomo de 66 años que está en andamio subido, evidentemente; ni con el que está al frente de su establecimiento poniendo cervezas. La edad les penaliza y por su actividad sufren más el desgaste físico y psicológico, cuando llegan a la edad de jubilación, es normal que tomen su merecido descanso”, explica Eduardo Abad.
Para esas actividades de especial dureza física o que inflluyen de forma directa en la salud de las personas, UPTA acaba de pedir mayor grado de protección y ampliar el número de actividades económicas que tienen derecho a los coeficientes reductores. En la actualidad, de los 2.021.000 autónomos personas físicas, el 35% han cumplido ya los 60 años y el 75% pasan de los 50 años.
Economía informal
Al final, muchas de estas trabas y la rigidez de los requisitos, lo que alimentan es la economía informal tras la jubilación. “Hay un tema que no se ha estudiado nada, yo lo he intentado, no he encontrado literatura para poder investigar, y es el tema de la economía sumergida de los mayores”, corrobora José Miguel Rodríguez-Pardo del Castillo, Catedrático Honorífico de Economía Financiera de la Universidad Carlos III de Madrid.
“Hay economía sumergida entre los mayores. Se calcula que hay miles de jubilados que están cobrando unos 300 euros al mes de economía sumergida para complementar la pensión y llegar los 1.080 euros de pensión que se considera digna. Son fundamentalmente trabajos de hacer recados, trabajos de jardinería y trabajos relacionados con chapuzas” relata el catedrático. “Muchísima parte de la gente de oficios trabaja en negro, un jardinero, un albañil. En estos ámbitos hay muchísima gente jubilada y que trabajan en negro”, coincide Tomás Arrieta.
Todos los expertos consultados coinciden en que la jubilación activa, tal y como está diseñada, fomenta la economía informal. “Hay una economía sumergida muy importante en España, ligada a las capas más bajas en términos de rentas de jubilación” asegura Rodríguez-Pardo del Castillo. Quienes cobran pensiones muy bajas, no se pueden permitir renunciar al 50% de la pensión que establece la figura de la jubilación activa, pero al mismo tiempo se ven obligados a seguir trabajando, para complementar sus pensiones y llegar a final de mes.
"Hay personas que, efectivamente, frente a una pensión de jubilación no contributiva, con complementos a mínimos, buscan soluciones como irse al mercado de trabajo no regularizado”, reconoce Eduardo Abad. “Hay que entender lo difícil que tiene que ser llegar a final de mes, y más ahora, tal y como está la cesta de la compra… y con pensiones muy bajas, hay personas que buscan complementar como sea, por pura necesidad”, añade.
Sobre el autor:
Beatriz Torija
Beatriz Torija es periodista y documentalista, especializada en información económica. Lleva 20 años contando la actualidad de la economía y los mercados financieros a través de la radio, la televisión y la prensa escrita. Además, cocina y fotografía.