El futuro de las pensiones es uno de los mayores desafíos al que se enfrentan nuestras sociedades en las próximas décadas. “Hay una gran cantidad de elementos que afectan a los sistemas de pensiones y hacen que en la inmensa mayoría de los casos haya una presión para que las prestaciones sean mayores a las aportaciones, y que éstas se vuelvan insuficientes para cubrir las pensiones de los trabajadores”, alertó Manuel Aguilera, director general de Mapfre Economics durante la presentación del informe Sistemas de Pensiones en perspectiva global, publicado por la Fundación Mapfre.
“El aumento en la esperanza de vida y las recientes crisis económicas atribuidas a distintos factores, como el caso de la pandemia de la Covid-19, presionan a los sistemas a nivel global, por lo que se corre el riesgo de una desigualdad en el tema de aportaciones y prestaciones”, alertó Aguilera, motivo por el que considera necesario que los gobiernos abran espacio para la reflexión en torno a la implementación de las medidas que les darán viabilidad.
España es el 14º país con más presión para reformar su sistema de pensiones, de entre los 45 países más importantes del mundo. Encabeza el listado Grecia y Japón, Italia, Francia o Portugal soportan incluso algo más de presión que nuestro país.
En el estudio, que analiza a fondo los sistemas de pensiones de 11 países, se afirma que “es indispensable avanzar cuanto antes hacia una reformulación de los sistemas de pensiones de jubilación que les provea de sostenibilidad y estabilidad en el largo plazo (y, en consecuencia, de mayor equidad), con un mejor balance entre los pilares que los conforman, de tal forma que se limite y se mitigue el impacto de la materialización de los riesgos inherentes a su funcionamiento”.
Indicador de presión sobre los sistemas de pensiones
El ha elaborado un “Indicador de presión sobre los sistemas de pensiones de jubilación” (IPSPJ) en base a parámetros de suficiencia y sostenibilidad de los sistemas de pensiones de 45 países.
Tras analizar estos parámetros, se observa que en España la evolución demográfica y demás indicadores relacionados con su sostenibilidad, a lo que se une la escasez de activos en planes de jubilación ejercen importante presión sobre el sistema que le obliga a una reforma urgente.
El factor demográfico es consecuencia de las drásticas caídas de la tasa de fertilidad, combinada con la reducción generalizada de las tasas de mortalidad y su efecto positivo en la esperanza de vida de la población que alcanza la edad de jubilación. La actual pandemia, se explica en el informe, "no parece que será suficiente como para alterar la conclusión principal respecto al aumento sostenido de la longevidad".
Más allá de España, de los resultados de este análisis se desprende que Europa occidental, junto con Japón y Corea del Sur, son las regiones que muestran la mayor presión, con los sistemas de Europa del Este y Grecia en las primeras posiciones, seguidos de países como Italia, Francia, Portugal o España con altos niveles de presión para la reforma, estos últimos, como hemos dicho, básicamente por la evolución demográfica y demás indicadores relacionados con su sostenibilidad, a lo que se une la escasez de activos en planes de jubilación.
En América Latina, los sistemas de Chile y México presentan un nivel de presión moderado, procedente básicamente de los indicadores de insuficiencia de las pensiones para las rentas bajas y medias. En Brasil, la presión hacia la reforma es algo mayor (aunque moderada, en parte por haber acometido parte de esta en los años recientes), y procede de factores relacionados con la sostenibilidad presupuestaria y financiera, así como de la insuficiencia de activos en planes de jubilación.
Balance entre pilares
el camino de reforma que ofrece mayores posibilidades de brindar sostenibilidad y estabilidad en el medio y largo plazos, pasa, según el estudio de Mapfre, por “crear un mejor balance entre los diferentes pilares, como forma para redistribuir los riesgos a los que dichos sistemas se encuentran expuestos y, en última instancia, poder absorber de mejor forma los efectos derivados de su potencial materialización”.
Y para ello el estudio considera necesario:
- Mantener y fortalecer un esquema básico de apoyo social (Pilar 0), es decir, de un apoyo mínimo solidario y no contributivo dirigido a los estratos de trabajadores que no logren concluir la carrera laboral que les habría permitido el acceso a una pensión de origen contributivo.
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Racionalizar el primer pilar contributivo que combine la solidaridad intergeneracional con el esfuerzo del ahorro individual, aproximando así las prestaciones del sistema a las contribuciones individuales al mismo. En este proceso, medidas como el ajuste de la edad de jubilación (la que mayor sensibilidad ha mostrado para alcanzar ese objetivo), junto con el ajuste en las tasas de contribución, constituyen las dos herramientas esenciales.
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Generar estímulos para que las empresas creen y gestionen planes de pensión complementaria de tipo contributivo (especialmente de contribución definida) que se constituyan en un suplemento a las pensiones contributivas del primer pilar.
- Aplicar incentivos al ahorro individual y voluntario de medio y largo plazo, que los trabajadores hagan a través de gestores profesionales en productos financieros orientados a la generación de ingresos en la etapa de la jubilación que complementen las pensiones provenientes del primero y segundo pilar.