Clara González
Pensiones
Ser mujer mayor y no estar casada es sinónimo de pobreza en Japón
Casi la mitad de las mujeres solteras o divorciadas apenas tienen recursos para vivir
Las desigualdades estructurales que afectan a las mujeres en los diferentes ámbitos de la sociedad constituyen una realidad compleja y difícil de solventar. La pobreza de las mismas es un ejemplo de ello. Su solución requiere no solo tratar la discriminación de género como uno de los factores que la provocan, sino también abordar enfoques integrales que reconozcan la interseccionalidad entre el género, la clase social y otras formas de desigualdad.
Según una información publicada por el periódico japonés The Asahi Shimbun, el 44,1% de las mujeres japonesas solteras de 65 años o más viven en la pobreza, una cifra superior a la de sus homólogos hombres. Los datos parten de una encuesta realizada por Aya Abe, profesora de la Universidad Metropolitana de Tokio.
Un sistema que olvida a las mujeres solteras
Uno de los factores argumentados como causantes de esta realidad es la persistencia de un sistema que da por hecho el apoyo que las mujeres reciben de los hombres, olvidando aquellas solteras o que viven solas. De hecho, las medidas para paliar la pobreza femenina, aseguran en la noticia, están destinadas a las jóvenes o a la manutención de los hijos, pero no a las mujeres mayores.
Además, el sistema de pensiones no toma en consideración la brecha salarial entre hombres y mujeres a lo largo de su vida laboral, lo que supone, según el periódico japonés, que estas también reciban pensiones más bajas.
Disparidad entre géneros
Pese a que la pobreza en las personas mayores es una realidad cada vez más presente, esta se ve influida por la desigualdad de género. Mientras que la tasa de pobreza entre las mujeres mayores es del 44,1%, la de los hombres se sitúa 14,1 puntos por debajo, en un 30%.
Y el estado civil de las mujeres también tiene mucho que ver. En la noticia apuntan a que la tasa es del 13,5% para las mujeres casadas, del 44,1% para las mujeres solteras y del 43,6% para las divorciadas. La de las viudas es del 32%.
Esto sugiere un mayor riesgo de pobreza para las mujeres que no están casadas, pero en el caso de las viudas pueden recibir algún apoyo de las pensiones familiares en duelo.
Aumento de la población femenina de edad avanzada
Según The Asahi Shimbun, el censo nacional japonés de 2020 determinó la existencia de 6,72 millones de hogares unipersonales de edad avanzada, de los cuales alrededor de 4,41 millones eran mujeres.
Asimismo, el Instituto Nacional de Investigación sobre Población y Seguridad Social estima que el número de mujeres solteras de edad avanzada alcance aproximadamente 5,4 millones en 2040. El aumento de este sector de la población supondría, por consiguiente, un crecimiento de la tasa de pobreza de las mujeres solteras en Japón.
"¿Es mi culpa?"
Una mujer desempleada de 77 años en Tokio vive sola en un apartamento de 50 años de antigüedad cuyo alquiler cuesta 30.000 yenes (186 euros) al mes.
No tenía ningún interés en casarse ni en tener hijos y decidió permanecer soltera. Trabajaba como empleada temporal para el Gobierno local en sus veinte, pero incapaz de ahorrar dinero debido a los bajos salarios, se mudó a Tokio con 30 años.
Después de trabajar a tiempo parcial, se convirtió en empleada de tiempo completo en una pastelería de larga trayectoria, en la que se encargaba de la atención al cliente y las ventas y a cargo de la gestión de la tienda. Su salario mensual oscilaba entre 150.000 y 180.000 yenes.
Aunque ganaba menos que los hombres que trabajaban en ventas o en una fábrica, no estaba insatisfecha y trabajó hasta su jubilación a jornada completa y luego otros tres años a tiempo parcial. Al terminar tenía alrededor de seis millones de yenes (unos 37.000 euros) en ahorros y creía vagamente que podría vivir de su pensión y sus ahorros, pero su pensión solo alcanzaba los 90.000 yenes (unos 600 euros) al mes y dado que su alquiler era de 60.000 yenes (unos 370 euros), tuvo que echar mano de sus ahorros para llegar a fin de mes.
Tras cumplir los 70 años, sus ahorros casi se agotaron, por lo que tuvo que mudarse a su apartamento actual hace unos tres años, en el que no utiliza el aire acondicionado para ahorrar en servicios públicos.
En verano, se coloca bolsas de hielo debajo de las axilas y en invierno, se pone almohadillas térmicas en la espalda. Todos los días visita supermercados y mercados de agricultores, buscando incluso los más mínimos descuentos en verduras y alimentos preparados, pero las subidas de precios han pasado factura y a finales del año pasado tuvo que hacer cola para recibir ayuda alimentaria por primera vez.
"Nunca pensé que terminaría así. ¿Es mi culpa?", se pregunta en unas declaraciones recogidas por el diario anteriormente citado.