Hay cada vez menos personas que cobran pensión de viudedad en España, tal y como demuestran las últimas cifras oficiales publicadas por la Seguridad Social, correspondientes al mes de agosto de 2021. En efecto, la comparativa interanual constata cómo el número de beneficiarios (el 90% son mujeres) ha ido disminuyendo ininterrumpidamente desde 2013, año en el cual llegaron a existir 1.686.233 pensionistas de viudedad en el mes de agosto, frente a los únicamente 1.584.278 perceptores que existen en la actualidad. Es decir, una reducción de 101.955 viudas/os en el plazo de esos ocho años (ver gráfico inferior).
Fuente: Seguridad Social
A falta de saber cómo acabará 2021, el análisis de las cifras a finales de diciembre de cada año (es decir, al cierre de cada ejercicio desde 2005), confirma esta constante disminución de pensionistas de viudedad, desde los 1,68 millones existentes a finales de 2013, hasta los 1,59 millones al cierre del pasado 2020 (ver gráfico inferior).
Fuente: Seguridad Social
Viudedad a la baja, jubilación disparada al alza
Pero no todos los pensionistas disminuyen con respecto al año o los años anteriores. Por ejemplo, mientras se reduce la cifra de quienes cobran viudedad, los perceptores de jubilación no dejan de crecer (ver gráfico inferior). Así, en agosto de 2021, la Seguridad Social tenía en nómina a 6.043.214 personas cobrando como jubilados, en comparación con los 5.961.499 existentes un año antes en esa misma fecha; es decir, se ha producido un incremento de 81.715 jubilados en el plazo de un año.
De hecho, el número de pensionistas de jubilación lleva creciendo ininterrumpidamente al menos desde 2005, según el análisis de los últimos datos disponibles. Más en concreto, en agosto de 2010 dejó atrás la barrera de los cinco millones de beneficiarios.
Fuente: Seguridad Social
Las razones de este descenso
La mayor longevidad de la población; la mayor presencia de las mujeres en el trabajo, con lo que éstas generan su propia pensión, en muchos casos de cuantía máxima; y efectos contables explican el constante descenso de beneficiarios de viudedad, según los expertos consultados por 65Ymás.
Fuente: Seguridad Social
José Ignacio Conde-Ruiz (@conderuiz), subdirector de la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (Fedea), doctor en Economía por la Universidad Carlos III de Madrid y catedrático en la Complutense de Madrid, considera que "la caída en la cifra de viudas se debe principalmente a que los hombres cada vez viven más años y la diferencia en mortalidad entre ambos cónyuges se ha estrechado, a la par que ha aumentado la longevidad de ambos. Al estrecharse la supervivencia entre ambos cónyuges, el periodo de percepción de la pensión de viudedad se acorta y con ello disminuye el número de beneficiarias de esta clase de pensiones".
Una idea en la que insiste el economista José Antonio Herce (@_Herce), socio fundador de LoRIS, para quien la mayor longevidad de hombres y mujeres está provocando un aumento de la edad a la que se origina el hecho causante (fallecimiento). Además, la caída de la natalidad y la consiguiente finalización del baby-boom hacia finales de los años setenta del siglo pasado, ha provocado una reducción de las cohortes de personas con 45-50 años, que tradicionalmente es la edad a la que se suelen empezar a generar las pensiones de viudedad.
Más en detalle, Herce explica que "la edad media a la que se produce la viudedad está aumentando, y las cohortes de las que proviene la viudedad son cada vez menos numerosas; seguramente, esta sea la causa más importante". Se trataría de una mezcla de "efectos de composición (estructura de edades de la población) y de cambios en los estilos de vida (menos matrimonios y parejas de hecho). En menor medida, también influiría el hecho de que las pensiones de viudedad no se otorgan cuando el potencial beneficiario tiene ya la pensión máxima de jubilación", detalla.
También influye la manera de contabilizar la pensión principal de cara a eliminar el doble cómputo. Se considera principal la que causa el propio sujeto (jubilación) y secundaria la derivada (viudedad). Si un beneficiario cobra viudedad y accede a jubilación, pasa a contarse como pensionista de jubilación sin doble cómputo.
Equiparación de las parejas de hecho
Son numerosos los expertos que reclaman una reforma de las pensiones de viudedad, para adaptarlas a la nueva realidad sociolaboral de España. El último en reconocerlo ha sido Unai Sordo, secretario general de CCOO y miembro de la mesa de dialogo social en pensiones. En su reciente entrevista con 65Ymás, Sordo admitía que “la pensión de viudedad seguramente tiene que tener un cambio en su propia conceptualización. Tiene que seguir siendo una pensión contributiva, pero (…) hay que replanteárselo, y es un debate que hay que abrir. Con calma, manteniendo todos los derechos garantizados de las personas que hoy en día las cobran (…), pero creo que la familia y la sociedad española ha cambiado mucho desde que se concedieron las pensiones de viudedad. Y hoy en día son prestaciones que van a afectar por igual a mujeres que a hombres”.
En estos momentos, está en marcha la equiparación de requisitos de acceso a las pensiones de viudedad de las parejas de hecho con los matrimonios, según se ha comprometido el ministro Escrivá en el marco del diálogo social y en cumplimiento de la recomendación 13 del Pacto de Toledo. Esta clase de pensión seguirá siendo contributiva, sin que por ahora se vayan a realizar cambios de calado.
Con la legislación actual, para tener derecho a la pensión de viudedad, siendo pareja de hecho, la persona beneficiaria debe acreditar que sus ingresos durante el año natural anterior no alcanzaron el 50% de la suma de los propios y de los del causante habidos en el mismo periodo". Es decir, que se exige que el viudo o la viuda en cuestión gane menos que su pareja fallecida en el último año. Algo que no se pide a los matrimonios.
¿Supondrá esta mayor equiparación un incremento del volumen de pensiones? A juicio de Enrique Devesa, miembro del Grupo de Investigación en Pensiones de la Universidad de Valencia, doctor en Economía y miembro del IVIE (@Ivie_news), "no es de esperar una subida importante del número de pensiones de viudedad, aunque se vaya a producir la equiparación de las parejas de hecho que no están inscritas en el Registro de Uniones de Hecho, a las que sí que lo están o a las inscritas en el Registro Civil".
En cualquier caso, Devesa tiene claro que "habría que hacer una reforma de la viudedad para acercarnos a las nuevas situaciones de empleo y a lo que ocurre en otros países de nuestro entorno. No tiene mucho sentido que las pensiones de viudedad sigan siendo vitalicias en todos los casos. Deberían consistir en rentas temporales de cuantía alta en la cercanía del hecho causante y dejar las rentas vitalicias para personas con pocos ingresos o de edades elevadas. Por supuesto, esta modificación solo sería para las nuevas pensiones, no para las ya causadas".
¿Hace falta una gran reforma de la viudedad?
Avanzar hacia una fórmula de pago único es la opción que propone José Antonio Herce en el caso de que se acometiera una reforma profunda de esta clase de pensiones. Es decir, "respetando los compromisos existentes, habría que transitar hacia un sistema de prestaciones de supervivencia consistentes en un pago de capital único, para que el hogar se recupere cuanto antes del estrés económico que causa el fallecimiento". Y detalla: "En muchos países lo hacen así: entregan un pago de capital. Es mejor abonar unos miles de euros de golpe que no unos pocos cientos de euros mes a mes goteando, para toda la vida. Además, quienes se retiren dentro de 15-20 años tendrán todos su propia pensión de jubilación".
Para el subdirector de Fedea, José Ignacio Conde-Ruiz, una eventual reforma de la viudedad, desde luego, no debería afectar negativamente a las actuales viudas ni a las que están cerca de serlo. No creo que sea un tema urgente. Es posible que en el futuro, cuando la mujer esté plenamente incorporada al mercado laboral y en igualad de oportunidades con el hombre, tenga sentido replantearse su diseño".
Sobre el autor:
Pepa Montero
Pepa Montero es redactora especializada en temas de economía. Ha trabajado en medios como El Economista y La Gaceta de los Negocios. Es autora del libro de relatos La casa de las palmeras (Azul como la Naranja, 2013).