Ignacio Casanueva
Ignacio Casanueva es redactor especializado en temas de tecnología y salud.
… saber más sobre el autorA comienzos de semana el ministro de Inclusión, Seguridad Social y Migraciones, Jose Luis Escrivá, desgranó en una carta exclusiva para este medio su visión de la situación del pacto de Toledo y la sostenibilidad del sistema de pensiones en España. Una visión que llamaba a la calma en la que aseguraba la viabilidad de las pensiones en el futuro.
Una carta que puede parecer una pequeña tirita en la hemorragia, ya que la preocupación en la sociedad española sobre este tema está asentada y es uno de los temas recurrentes en las tertulias. Frente a ello, la previsión es siempre uno de los principales consejos, y un ejemplo de ello se materializa en los planes de pensiones.
Los planes de pensiones son una herramienta de ahorro que permite disponer de un dinero extra que complementaría la pensión pública de jubilación. Estos planes varían dependiendo del riesgo que quiera tomar la persona para que a lo largo de los años la bolsa de dinero que vaya creando dé más o menos plusvalías. Y es que existen opciones más o menos conservadoras por las que ganar mucho o poco dinero, o incluso también perderlo (las más arriesgadas).
La primera distinción la podemos hacer según la entidad que abre este plan de pensiones. Por un lado, se encuentran los que son promovidos por la empresa del trabajador. Con ello parte del salario se va a este plan, de modo que hasta no acabar la relación laboral o jubilarse, la persona no tiene acceso a él. Frente a este se encuentran los planes individuales, los que directamente contrata la persona. En una gestora o entidad financiera se puede obtener información y modificar al gusto.
Otro de lo criterios en los que podríamos diferenciar los planes depende de la relación entre rentabilidad y riesgo. Aquí habrá que entender que, a menor riesgo, menor rentabilidad y viceversa. De este modo dependerá de la persona el nivel de riesgo que quiera tener según el beneficio futuro. Una vez nos hayamos decidido, se abren cuatro posibilidades:
Cada persona es diferente, como también lo son las circunstancias que la rodean. Todo depende de nuestra edad, el nivel de ingresos, nuestra actividad laboral, la capacidad de ahorro… Lo importante es que sopesemos bien los pros y los contras de cada alternativa antes de decidirnos.