Experiencia, contactos, tesón, una gran capacidad para tomar decisiones y mucha constancia son algunas de las características de los trabajadores séniors. Y por eso, son excelentes candidatos para lanzarse a la aventura de emprender. Poco a poco, el mundo del emprendimiento va dejando atrás los prejuicios. Cada día estamos más convencidos de que dar un giro a la vida e iniciar una nueva profesional no está reñido con la edad.
Contamos con notables y numerosos ejemplos de emprendimiento sénior. Aunque hay historias que aún nos dejan con la boca abierta. Como la del Coronel Sanders. Con 62 años hizo mucho más que iniciar un nuevo negocio: dio el primer paso para crear el gran imperio del pollo frito: Kentucky Fried Chiken.
Mil y un oficios para salir adelante
Es difícil saber si antes de entrar en la sesentena, Harland David Sanders podía imaginar el imperio que llegaría a crear. Lo cierto es que su vida fue de lo más azarosa, se reinventó numerosas veces, dedicándose a mil y una ocupaciones y tuvo una infancia nada fácil. Su padre murió cuando él tenía cinco años, era el mayor de tres hermanos y con apenas 12, se vio obligado a dejar la escuela para trabajar en la granja familiar y ayudar a su madre.
Y con 15 años se alistó en el ejército. Aún no tenía la edad legal para hacerlo y falsificó su partida de nacimiento. Quería salir de su casa porque su madre había vuelto a contraer matrimonio y no tenía buena relación con su padrastro.
Dejó su etapa militar tiempo después, sin alcanzar el rango de coronel, eso llegaría mucho tiempo después. Sanders formó una familia, casado y con tres hijos hizo mil cosas para salir adelante: fue vendedor de seguros, bombero en el servicio de ferrocarriles, partero, marino mercante, entre otros oficios, de lo más variopintos.
Apuesta por el restaurante de pollo frito
Harland David Sanders ya tenía 40 años cuando estalló el crack del 29 que llevó a la gran depresión sobre la economía de Estados Unidos. Cientos de miles de familias americanas se vieron sumidas en la pobreza. De nuevo, Sanders, se vio obligado a reinventarse aunque, en esta ocasión, su decisión le cambiaría la vida. Se hizo cargo de una estación de servicio de Shell en Corbin, Kentucky.
Pero más allá de los surtidores de gasolina, Sanders vio enormes posibilidades al pequeño local que incluía la estación de servicio. Y decidió ofrecer comida para los transportistas que paraban para repostar combustible. El gran acierto fue la elección del menú para un momento tan difícil como el que atravesaba el país. El menú se componía de pollo frito.
La oferta de comida no podía ser más sencilla. Sin embargo, su pollo era tan bueno y crujiente, que en muy poco tiempo se hizo tremendamente popular en todo Ketucky. Una fama que iba aumentando poco a poco y extendiéndose. Hasta tal punto que el restaurante llegó a contar con un comedor para 150 personas y el Gobernador de la localidad le otorgó la máxima distinción honorífica del estado: ‘Coronel de Kentucky’. Y en 1940 patentó la fórmula secreta para cocinar su pollo frito, con 11 hierbas y especias.
El salto a la franquicia
Todo iba viento en popa para el Coronel Sanders y su restaurante. Pero de nuevo, su suerte volvió a cambiar. El racionamiento de la gasolina durante la Segunda Guerra Mundial le obligó a cerrar la estación de servicio. Y, poco tiempo después, la construcción de la Interestatal 75, una de las autopistas más importantes que atraviesan el país de norte a sur por el Este, dejó al restaurante sin apenas tráfico, en medio de una carretera secundaria poco transitada.
Tenía 62 cuando cerraba su restaurante. Pero lejos de pensar en la jubilación, decidió hacer dos cosas. Reabrir de nuevo su restaurante, en una nueva ubicación y, además, crear una red de establecimientos bajo el sistema de franquicias, para que no volviera a ocurrirle lo mismo. Su nuevo establecimiento, ya con el nombre de Kentucky Fried Chicken estaba en Salt Lake City, Utah. Después, se echó a la carreta con su viejo Ford y recorrió todo Estados Unidos para vender franquicias.
Doce años después, ya a la edad de 74, tenía un gran éxito y había amasado una gran fortuna. Decidió vender la cadena de restaurante a un grupo inversor por tres millones de euros además de un sueldo vitalicio. Pero el coronel Sanders no quería retirarse. Consiguió incluir en el contrato de compra venta que él seguiría siendo la imagen de la marca, para la que seguiría trabajando, como embajador.
Con 80 años, abre un nuevo restaurante
Los nuevos dueños pronto comenzaron a hacer cambios en Kentacky Fried Chicken para convertirlo en la cadena de comida rápida que hoy conocemos. Cambiaron la receta original del pollo frito para hacerla más rentable, estándar y para que no requiriera dar demasiada formación a los trabajadores en su cocinado. El Coronel Sanders no aprobó nunca estos cambios, para él su receta del pollo frito era sagrada. Hasta tal punto, que llegó a renegar de KFC y romper todo vínculo. Y con 78 años, decidió abrir un nuevo restaurante en el que preparar pollo frito con su original y secreta receta con 11 hierbas y especias. Y le puso el nombre de su esposa: ‘Claudia Sanders’ Dinner House’.
Harland David Sanders murió en 1980, a los 90 años de edad. Fue enterrado en Luisville, Kentucky, con su tradicional traje blanco de chaqueta cruzada y lazo negro al cuello. Kentucky Fried Chicken, ahora KFC, mantiene aún hoy la icónica imagen del Coronel. La ubicación de su primer restaurante, el de la estación de servicio de Shell, es hoy en día un museo, el Harland Sanders Café and Museum, y recoge la historia de KFC. Y el Claudia Sanders Dinner House’ sigue funcionando.
Sobre el autor:
Beatriz Torija
Beatriz Torija es periodista y documentalista, especializada en información económica. Lleva 20 años contando la actualidad de la economía y los mercados financieros a través de la radio, la televisión y la prensa escrita. Además, cocina y fotografía.