El tempranillo, un vino de características especiales

El tempranillo es uno de los vinos de consumo más habitual en España, aunque no todo el mundo conoce a qué hace referencia este nombre, ni cuáles son las características y particularidades de la variedad de uva que le da nombre.

Es un vino elaborado con la variedad de uva Tempranillo en un mínimo del 85%. El origen de esta uva es una hibridación de cepas de uva Albillo mayor y Benedicto, procedentes de La Rioja y Aragón, respectivamente. El nombre le viene dado por su corto ciclo de maduración si lo comparamos con el de otras variedades de uva, comenzando en los últimos días de frío primaveral y finalizando en los primeros fríos fuertes del otoño.

Se trata de la segunda variedad en volumen de cultivo en España, solo por detrás de la variedad blanca Airén, y se utiliza en todas las Denominaciones de Origen nacionales, lo que hace que según sea el lugar de cultivo reciba un determinado nombre: Ull de llebre, en Cataluña (del catalán ojo de liebre); Tinta de toro, en Zamora; Tinto fino o del país, en Madrid; Vid de Aranda, en Burgos; Escobera y Chinchillana, en Extremadura, Arauxa, en Orense o Cencibel, en la Mancha. Además de en España, esta variedad de uva también se cultiva en Australia, México, EE. UU. y Portugal, donde se utiliza para elaborar vinos con DO de Oporto, Douro y Alentejo.

Propiedades de la variedad Tempranillo

Se trata de una uva redonda, de color negro violáceo, de piel gruesa que puede cultivarse en diferentes suelos y climas, Aunque en función de las características climáticas de la zona se obtendrá una uva de determinará la calidad del vino.

Para obtener una buena uva Tempranillo, con una buena concentración de nutrientes y equilibrio entre acidez y concentración de azúcares, la mejor opción es la combinación de temperaturas frías por la noche, una larga exposición al sol durante el día y lluvias moderadas, pues el exceso de agua y la humedad pueden favorecer la proliferación de hongos.

Características del vino Tempranillo

Con una uva Tempranillo de gran nobleza y, por supuesto, el buen hacer de los viticultores, se podrá obtener un vino Tempranillo de excelente calidad, un vino que tiene como característica principal el equilibrio entre el azúcar y los niveles de acidez, aspectos que le han dado prestigio y permiten a los viticultores una gran versatilidad a la hora de combinarla con otras variedades. Pero, además, hay que destacar otras características que dan una personalidad propia a este vino:

• Vista: Son vinos de color intenso, violáceos, malvas y azulados, brillantes y con reflejos si hablamos de vinos jóvenes; y colores evolucionados hacia naranjas oscuros, rojos y granates, en los vinos de crianza.

• Nariz: Si se hace una cata aromática obtendremos notas frutales y florales, especialmente en vinos jóvenes, con matices a frutos rojos o de bosque, como fresas, cerezas, ciruelas, hierbas aromáticas, caramelo y lácteos. Cuando la cata se hace con un crianza, igualmente notamos el carácter afrutado, aunque combinado con notas de clavo, vainilla cuero y tabaco y, en ocasiones, cacao, café y coco. Eso sí, siempre en una combinación equilibrada.

• Boca: Tanto el alcohol, el azúcar y la acidez se encuentran en armonía, sin estridencias, con taninos suaves, de cuerpo medio y fáciles de beber.

Son vinos que, a pesar de asociarse normalmente con los vinos jóvenes, la crianza en barricas de roble para un envejecimiento prolongado también les funcionan muy bien.

En resumen, el Tempranillo es un vino ideal cuando la propuesta de menú es variada, pues puede acompañar cualquier plato, ya sea de carnes rojas, asados y guisos, como platos de pescado azul, pasta, quesos y embutidos.