Con la entrevista a esta grande de la belleza arrancamos una nueva sección en la que nos sentamos junto a algunas de las personas más relevantes relacionadas con el mundo de la estética, el bienestar y el estilo de vida. Y como no podía ser de otra manera, nos estrenamos con la mujer que cambió el paradigma de la belleza hace 50 años, cuando apenas se entendía siquiera lo que era un masaje energético. Carmen Navarro es un absoluto referente en el mundo de la estética, una empresaria ‘silver’ que cuenta hoy con siete centros de belleza, y una mujer que, a sus 81 años, presenta a la prensa prácticamente una novedad cada mes. Su capacidad para estar a la última en tecnología de la belleza es extraordinaria. Es más, prueba absolutamente todos los aparatos y técnicas que incorpora a sus centros. Para la prensa especializada, lo que dice Carmen ‘va a misa’.
Acaba de renovar uno de sus espacios míticos, el de la calle José Ortega y Gasset, en plena Milla de Oro, donde ha creado ‘Diamond Corner’, un centro dedicado únicamente a tratamientos faciales de lujo. Carmen es pura energía, estímulo e ilusión.
PREGUNTA.- Dicen que algunas personas valen más por lo que callan que por lo que cuentan. Y es que por tus centros han pasado infinidad de personas famosas a las que no puedes mencionar porque te caracteriza también tu saber estar y tu discreción…
RESPUESTA.- ¿Sabes qué pasa? Que en España a la gente no le gusta que los demás se enteren de lo que se hacen, al contrario que en Estados Unidos, donde todo el mundo presume de los tratamientos de los que disfrutan. Por ejemplo, nosotras tenemos el ‘Hydrafacial’, un protocolo al que ahora se ha añadido un sérum que ha creado Jennifer López, y ella lo cuenta encantada. Yo respeto mucho la privacidad de muchas mujeres que quieren sentirse cómodas. Cuando escribí mi libro, participaron en él muchos famosos, pero ellos hablaron sabiendo que se publicaría. Pero hay que respetar las ideas de todo el mundo y que las personas que acuden a nuestros centros no lo hagan porque vengan ‘celebrities’, sino porque quieren que les solucionemos esas cosas que no les gustan.
P.- Porque tú no ibas a dedicarte al mundo de la belleza, de hecho, estudiaste secretariado, aunque tu padre no quería que estudiaras…
R.- Efectivamente, decía “esta niña no sirve para estudiar”. En aquella época estaba de moda hacer secretariado. Y yo me empeñé, aunque después no trabajé. Me casé a los 21 años y no empecé a trabajar hasta los 33. Fue todo por casualidad. No había entrado en un centro de belleza jamás.
P.- Y empezaste haciendo masaje manual exclusivamente. Se te llegó a conocer en Madrid como ‘esa chica que hacía unos masajes que te dejaban con el alma llena’.
R.- Bueno, es que en la estética, lo más fácil son los masajes manuales. Lo que no es tan fácil es que sean buenos masajes. Yo hice cantidad de cursos, de ‘shiatsu’, de reflexoterapia podal, de quiropraxia (estaba súper de moda en EE.UU.)… en fin, de asuntos de los que en aquella época no se oía ni se sabía. Hice cursos muy esotéricos, por decirlo de alguna manera, y fue entonces cuando empecé a darme cuenta de la importancia de las emociones, de todo lo que influía en nuestro organismo, no sólo por lo que somos, sino también por lo que tenemos alrededor. Hice también kinesiología holística, e incorporaba todos mis conocimientos para que esos tratamientos que hacía fuesen los mejores.
P.- ¿Qué es lo más bonito que han dicho de tus manos?
R.- Han dicho cantidad de cosas. La verdad es que siempre me ha emocionado. Es una satisfacción, pero no sólo de mis manos, sino también de las de mi equipo.
P.- Ahora que tanto hablamos de las mujeres ‘silver’, ¿qué tipo de cuidados específicos necesitan ellas con respecto a otro tipo de clientas?
R.- Siempre he dicho que creo en la estética preventiva. Hay que cuidar el cuerpo igual que cuidamos la piel o el cabello. Si tú tienes canas, tienes que teñirte cada tres semanas. Si lo quieres embellecer, pues tienes que cuidarlo. El cuerpo es igual, tenemos que mimarlo a diario, no sólo en los centros de belleza, sino en tu casa. Tengo clientas que no saben ni cuándo se tienen que poner el suero ni la crema, si antes o después el uno del otro. Hay que educar a nuestras clientas para que se cuiden, para que cuando llegue ese periodo que es la menopausia, estén preparadas y sepan qué va a ocurrir con su cuerpo. Yo fui pionera en esto.
P.- Tú “sacaste la menopausia del armario” en España. Porque recuerdo oírte hablar de eso siempre...
R.- Si es que ahora se ve como algo novedoso.
P.- La novedad es que se habla de ello.
R.- Siempre he hablado de ello a mis clientas. Cuando hago un diagnóstico, lo primero que pregunto es la edad, y si me dicen que 48 o 50, les cuento dónde están y lo que les va a ocurrir. Y también cómo la nutricosmética y los tratamientos las van a ayudar. Porque el cuerpo cambia totalmente. Tú ves a todas las señoras mayores con las blusas por encima, no metidas por dentro. Es muy raro encontrar a una menopáusica con la camisa por dentro.
P.- ¿Por qué?
R.- Porque se dilata el abdomen. Pero para eso tenemos soluciones.
"La luz es la mejor herramienta 'lifting' que hay"
P.- ¿Hubo un momento en tu vida en que pensaste que ya no te podías poner esto o lo otro, que ya no te ibas a poder maquillar ‘así o asá’, o no poder ponerte ese tacón o que tendrías que rebajar un poquito tu actividad?
R.- No. En absoluto. Lo único, los tacones. La verdad es que nunca he caminado bien con esos tacones como los que lleváis. Imposible. No he sabido andar con ellos, pero lo demás, sin problema. Tengo ropa de hace 30 años que me sienta perfectamente, es decir, que he mantenido mi peso. A lo mejor ahora me sobran dos o tres kilos, pero no más. Y otra cosa, con la menopausia y la edad, hay que vestir con prendas claras que aporten luz, porque la luz es la mejor herramienta ‘lifting’ que hay.
P.- ¿A qué época de tu vida te trasladarías si apareciera ahora un mago con una varita?
R.- Me encantaría empezar de nuevo con todos los conocimientos que tengo ahora. Pero como eso es imposible, ¡aquí sigo!
P.- ¿Hay alguna decisión de tu vida que cambiarías si pudieras dar marcha atrás?
R.- He disfrutado muchísimo con todo lo que he hecho, con los viajes y los cursos. Ahora en enero tengo previsto asistir a dos cursos fantásticos. Yo persigo el conocimiento.
P.- ¿Cuál es el secreto para mantener una vida personal tan rica como la tuya? Además de tener una vida profesional tan potente y estar ahí al pie del cañón…
R.- No me cuesta tanto trabajo. En casa siempre me han ayudado porque yo no puedo hacerlo. Y mi marido es un señor muy independiente, y mis hijos también. Todos somos felices con lo que hacemos, así que adelante.
P.- ¿Qué consejo le darías a una mujer que quiera ser empresaria?
R.- La constancia es fundamental, y la pasión por lo que haga, porque si no le gusta, que por favor se retire y se dedique a otra cosa. Y después, cuanto más conozcas lo que tienes que hacer, mucho mejor. Pero siempre saber a dónde vas y tener claro lo que quieres.
P.- ¿Y a esas mujeres que están en la mitad de su vida personal o profesional y sienten que han perdido la ilusión o el estímulo?
R.- Que se reinventen.
P.- ¿Te ha pasado alguna vez?
R.- A mí personalmente no, gracias a Dios. No me ha dado tiempo. Pero sí me ha pasado algo muy curioso hace muy poco con este centro de Ortega y Gasset.
P.- ¿Con el último que has reabierto?
R.- Sí. Lo he reinventado porque no le hacía ni caso. Yo siempre estaba en el centro de Sagasta o en el de Pozuelo, y no me daba tiempo a dedicarme mucho a él. Pensé que era una pena, estando en La Milla de Oro … “Es muy pequeñito, pero podemos hacer algo”, pensé. Y lo hicimos. Lo hemos cambiado y ha quedado muy coqueto. Le hemos incorporado los mejores tratamientos de facial, y ha sido un poco como una vuelta atrás: muchos tratamientos manuales, muchos protocolos espectaculares a base de cosmética...
P.- Una vuelta a lo artesano.
R.- Eso es. Las manos sienten lo que hay debajo. Te pueden quitar el bruxismo o una contractura, saben dónde está el problema.
P.- Y hablando de manos, ¿sigues poniendo las tuyas?
R.- No, ahora ya no. Sólo dando clases, formando a mi equipo.
P.- Tú que llevas cinco décadas tratando a la mujer, ¿cómo ha evolucionado?
R.- No tiene nada que ver, tanto a nivel social como económico. En mi época las señoras no trabajaban. Era tremendo porque cuando les hacías un diagnóstico tenían que pedir permiso a su marido. Ahora las mujeres son independientes y libres, pueden hacer lo que quieran y como quieran. Eso está muy bien.
P.- ¿Nos compartes la enseñanza más grande de tu vida?
R.- Disfrutar con lo que hago y dar a cada persona lo que necesita para que disfrute de las cosas que yo puedo aportar.
P.- ¿El consejo más grande que te dieron? ¿de quién fue?
R.- Mi padre era un hombre fantástico. Decía que siempre había que buscar en cada persona lo mejor, que tenemos que ser positivos e ir siempre por delante. Hemos venido aquí a disfrutar y a ser felices. ¿Y cómo lo conseguimos? Pues así, siendo positivos, constantes y amables.
P.- La industria de la belleza te propone constantemente técnicas, aparatos y cosmética nueva, porque siempre estás a la última. ¿Cuántas veces dices ‘no’ al cabo del día?
R.- Pruebo muchas cosas, es cierto. Cuando empecé, tenía que ir a los congresos a conocer aparatos, cosmética, hacer cursos… Ahora me traen todo a casa. Y siempre lo pruebo. Hay cosas a las que digo que no porque veo que no es mi estilo o mi manera de trabajar. Pero soy muy curiosa, quiero saber cómo funciona todo porque estoy buscando siempre lo mejor para mi clienta. Sigo buscando y luchando para dar lo mejor.
P.- ¿A quién dedicarías todo lo que has conseguido?
R.- A mi familia, por supuesto. A mi marido y a mis hijos.
P.- Y un cotilleo: ¿cómo te cuidas tú? Cuéntanos, anda.
R.- Me cuido muchísimo. Tengo un entrenador personal dos días a la semana, pero no más. No me hace ni pizca de gracia, pero entiendo que, para la postura y el equilibrio, es fundamental. Veo a muchas señoras de mi edad que caminan echadas hacia adelante. También tomó muchísima nutricosmética, aunque en la última analítica daba un exceso de vitamina C, porque claro, es me la inyectaban en vena todas las semanas. Así que voy a descansar un poquito. También tomo magnesio, pero pautado, claro.
P.- ¿Y aparatología?
R.- También. Me la hago en casa, tengo aparatitos pequeños con radiofrecuencia, magnetoterapia… Ahora me estoy aplicando unas ampollas que acaban de lanzar en estética a base de exosomas. Somos las primeras en tenerlas. Y es espectacular. Sí, sí, me encanta. Ahora ya llevo tres sesiones en un mes y medio.
P.- Así que tenemos Carmen Navarro para rato...
R.- Bueno, por lo menos tener buena imagen. La vejez en sí no es siempre bonita, por eso es muy agradable ver a una persona cuidada.
Amelia Larrañaga, periodista especializada en belleza, bienestar, actualidad y estilo de vida desde hace más de 25 años. Ha escrito para medios como Elle, Vogue, Woman, Yo Dona, Mujer Hoy, Elle Gourmet, Harper’s Bazaar y Cosmopolitan. Si no hubiera sido reportera, le hubiera gustado ser antropóloga o socióloga, por eso disfruta con ensayos que le ayuden a entender mejor al ser humano y su conducta, individual y en masa, o entrevistando a los expertos para sus artículos sobre psicología y tendencias sociales.