Lola Santos
Lola Santos es redactora especializada en temas de alimentación, viajes y ocio.
… saber más sobre el autorFoto: Bigstock y Cruz Roja
Lunes 28 de febrero de 2022
ACTUALIZADO : Viernes 25 de noviembre de 2022 a las 8:57 H
8 minutos
Cada vez vivimos más y mejor. Los avances médicos y una vida saludable han alargado la esperanza de vida. Y llega el mayor riesgo de padecer enfermedades crónicas y la reducción de nuestras capacidades físicas y mentales asociadas a edades avanzadas. Aquí encontramos uno de los grandes retos que afronta la sociedad: el cuidado de nuestros mayores y su calidad de vida.
Nuestra casa, nuestro entorno, la calle o el pueblo donde vivimos forma nuestro hogar, nuestro día a día. Permanecer en ese hogar es la opción ideal para las personas mayores y aquí es donde juega un papel importante el cuidado domiciliario: cuando los mayores necesitan ayuda, ven reducida su movilidad o necesitan compañía.
En este sentido, son muchas las opciones disponibles cuando es necesario contar con la ayuda de un cuidador profesional en casa. Las empresas que ofrecen este tipo de servicios cada vez lo hacen de forma más global, incorporando todo tipo de necesidades que puedan tener los mayores y dependientes, tales como enfermería especializada, fisioterapia, apoyo nutricional y refuerzo psicológico. Y también otros servicios complementarios, como mediación o la realización de trámites administrativos, que también forman parte de todo este proceso.
La inteligencia artificial es lo que emplea Cuidum para encontrar a la persona idónea. Esta plataforma digital pone en contacto a los cuidadores con la persona mayor, dependiente o la familia que la busca. La diferencia es el uso de algoritmos y big data para lograrlo. “Trabajamos con muchos datos para lograr esa conexión entre un cuidador y una familia. Cruzar esos datos a mano sería imposible, así que nos ayudamos de la inteligencia artificial. Después viene la valoración personal, no se sustituye, pero supone una gran ayuda”, nos comenta Vanessa Vargas, de Cuidum.
Esas tecnologías que ayudan también han destapado, en época de pandemia, otras necesidades y problemas. Y la brecha digital que afecta a los mayores es uno de ellos. Para Joaquín Pérez, responsable del Programa de Personas Mayores de Cruz Roja, “la pandemia ha agudizado algunos problemas. Y uno de esos problemas es la brecha digital, porque las comunicaciones y la tecnología ayudan a mitigar el aislamiento y soledad no deseada, pero nos hemos encontrado con que es necesario contar con un dispositivo, con conectividad y las competencias técnicas para que puedan usarlo”. Y Cruz Roja trabaja para ir cerrando esta brecha. Y cuenta con el proyecto “Red social para personas mayores: Enred@te”, del que ya se han beneficiado unas 40.000 personas.
“En la parte más dura de la pandemia, la tecnología y las comunicaciones nos han permitido hacer llamadas y seguir con grupos de trabajos, planificar el día, hacer ejercicios… Hemos adquirido tablets para entregar, hemos facilitado datos y conectividad y, además, hemos trabajado unos talleres de competencia digital para que aprendan cómo conectarse, cómo hacer una videollamada, cómo descargar un archivo, etc.", comenta Joaquín.
Otro avance al que estamos asistiendo es la telemedicina: ya es posible la asistencia a ciertos pacientes en remoto. Y, al hilo de la telemedicina, surgen herramientas que ayudan a los profesionales a seguir la evolución de una persona o que pueden vigilar su estado. Un ejemplo lo encontramos en la aplicación desarrollada por Abbott para detectar el riesgo de desnutrición y sarcopenia, especialmente entre los mayores.
Esta aplicación, R-MAPP, se ha desarrollado para que profesionales médicos realicen un cribado nutricional remoto para detectar riesgo de desnutrición y pérdida de masa y función muscular. Para Roberto Ruiz, que ha liderado este proyecto de la app de Abbott, “esta app para el cribado nutricional y funcional ha supuesto un antes y un después en la atención a pacientes en esta complicada situación, especialmente de paciente mayor”.
Las últimas tecnologías también son las protagonistas de uno de los programas de la Cruz Roja Española, que ha desarrollado junto a la Fundación Accenture y Alexa de Amazon. Durante la pandemia, la Cruz Roja desarrolló unos contenidos sobre la emergencia de la covid y los incluyó en una página web. Sin embargo, muchas personas mayores no podían acceder porque carecían de conocimientos y medios. “Nos planteamos el reto de trasladar estos contenidos de utilidad a un asistente de voz, un dispositivo Alexa de combina audio e imagen”, asegura Carlos Capataz, director del Área de Conocimiento de Servicios Tecnológicos Digitales de Cruz Roja.
Gracias al dispositivo Alexa de Amazon y al desarrollo de una skill de la Cruz Roja, una persona en su casa puede acceder a gimnasia adaptada a mayores y realizada por un fisioterapeuta o recibir consejos para encarar la angustia de esta situación o contactar con un profesional para recibir atención, entre otras cosas. El proyecto se puso en marcha en septiembre y finaliza este mes de marzo, cuando comenzarán a extraer las conclusiones.
Carlos tiene claro que este tipo de dispositivos pueden ayudar en el cuidado domiciliario de las personas mayores, que son realmente útiles. “Pero cuando queremos colocar este dispositivo, llegamos a una casa cargados de trastos y de aparatos. Solemos hablar de la smart city, pero pienso que una cuidad es poco inteligente si no lo son sus hogares. Y estos deben estar preparados para cuidarnos en función de nuestro momento vital. Mi lamento viene porque la tecnología ya está madura y debería colocarse cuando se construye la casa. Creo que esto es vital para el futuro”.
Sergia ha participado en el proyecto de la Cruz Roja, Alexa de Amazon y la Fundación Accenture. Foto: Cruz Roja
Hay más proyectos que cuentan con el dispositivo Alexa como núcleo en el cuidado de mayores. Es el caso de wibbio, que también ofrece voz e imagen, pero va más allá, ya que cuenta con salida HDMI, para facilitar su uso a las personas mayores, de forma que se conecta a la televisión.
Hace más de 30 años que llegó la teleasistencia a nuestro país y que se ha convertido en un pilar de la atención domiciliaria. Ya no nos resulta raro ver a una persona con un mandito colgado al cuello, pero hace más de tres décadas supuso un elemento disruptivo, que llegó de la mano del Imserso y la Cruz Roja y en otros países de Europa se conoció como telealarma.
“Tecnológicamente, ahora las soluciones son más robustas y los equipos más seguros; sin embargo, el concepto de uso no ha cambiado: en general, la persona tiene que pulsar un botón para que el centro de atención haga algo”, nos comenta Carlos Capataz. Este tipo de servicio está evolucionando hacia una teleasistencia más proactiva y avanzada, donde ese “efecto disparador” del que habla Carlos no sea tan determinante. Es la esencia del Proyecto ACTIVAGE, cuyo piloto acaba de finalizar y se están comenzando a evaluar sus conclusiones.
Este proyecto cuenta con la implicación de más de 50 socios de distintos países europeos y de diversos ámbitos: industrial, investigación, organizaciones sociales y entidades y administraciones públicas. El objetivo es testar distintos pilotos que aporten soluciones a los problemas de la población mayor.
De los nueve pilotos probados, el Programa ACTIVAGE Cuidado Integrado se ha testado en Galicia, ha estado liderado por Televés y ha contado con la participación del SerGas, Cruz Roja Española, Fundación Vodafone España, la Universidad Politécnica de Valencia y la Fundación TECSOS. A través de la tecnología se busca mejorar la autonomía de los mayores, que vivan de manera independiente durante el mayor tiempo posible. Gracias al Internet de las Cosas, se puede hacer un seguimiento de la salud y la actividad a través de tecnologías, sensores y aplicaciones que, entre otras cosas, captan las medidas clínicas, emiten recordatorios de tratamientos y hacen un seguimiento de las rutinas para detectar situaciones de riesgo en el hogar.