Manuela Martín
Innovación en los cuidados
Telemedicina: la sanidad del futuro
Manuela Martín
Foto: EuropaPress
Lunes 28 de febrero de 2022
ACTUALIZADO : Lunes 28 de febrero de 2022 a las 6:06 H
11 minutos
El control de nuestra salud en todo momento y desde cualquier lugar
Según el INE, en 2033 habrá un 25,2% de la población con más de 65 años, cifra que constata la importancia que ya tiene y que adquirirá el cuidado a los mayores en los próximos años. En este contexto, surgen nuevas oportunidades de negocio como la telemedicina, la cual supone un gran avance tanto para los pacientes crónicos o de edad avanzada como una oportunidad para lograr una sanidad más sostenible.
El director del centro de investigación de la Fundación Mapfre Ageingnomics, Juan Fernández Palacios apunta en este sentido que “los seniors se revelan como un motor de la economía del cual puede beneficiarse la mayoría de los sectores de actividad, tradicionales o emergentes. Y entre estos últimos tiene especial importancia la telemedicina, cuya expansión se ve propiciada por el aumento de la digitalización, el perfeccionamiento de los medios de diagnóstico y el aumento de su capacidad de transmisión, así como la necesidad de contener los costes de la asistencia sanitaria. Creo que los poderes públicos deben apoyar todo lo que puedan el desarrollo de la telemedicina”.
La telemedicina se presenta como una posible solución a varios de los principales retos de la salud actual: envejecimiento, enfermedades crónicas, demanda creciente de usuarios de corresponsabilidad, personas dependientes y el déficit de especialistas en determinadas áreas geográficas. Además, gracias a la medicina a distancia se pueden ahorrar costes y mejorar la eficiencia a nivel asistencial.
Desde Teladoc Health, compañía multinacional de telemedicina, apuntan que “en España se unen una serie de factores que hacen que la telemedicina tenga un papel más relevante que en otros países como son: la esperanza de vida, siendo España uno de los países del mundo con la tasa más elevada; la prevalencia de enfermedades crónicas, en la que más de un tercio de la población tiene una enfermedad crónica y hasta dos tercios en los mayores de 65 años; y la falta de profesionales sanitarios, ya que se calcula que un tercio de los profesionales se jubilarán en los próximos 10 años. A ello se suma además la España vaciada y el hecho de que, por nuestro clima, España es y continuará siendo un destino de residencia de personas mayores de otros países europeos. Por tanto, es evidente que todas estas tendencias nos sitúan como un país en el que la gestión de la salud de la gente mayor y con enfermedades crónicas tendrá un mayor impacto”.
Pero, ¿qué es la telemedicina?
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), la telemedicina es “la prestación de servicios de salud (en los que la distancia es un factor determinante) por parte de profesionales sanitarios a través de la utilización de tecnologías de la información y la comunicación (TICs) para el intercambio de información válida para el diagnóstico, el tratamiento, la prevención de enfermedades, la investigación y la evaluación, y para la formación continuada de profesionales sanitarios, todo ello con el objetivo final de mejorar la salud de la población y de las comunidades”.
El avance de las tecnologías de la información y las comunicaciones aplicadas a la salud, así como el uso generalizado de internet en los hogares y otros dispositivos ha favorecido el desarrollo de esta medicina a distancia.
En la actualidad, el mayor número de consultas se realizan desde el propio domicilio. Siendo las consultas con un mayor número de peticiones las relacionadas con la medicina familiar, pediatría, ginecología, nutrición y psicología.
Existen tres tipos de telemedicina: tecnologías de almacenamiento y envío, los cuales ayudan en la mejora de los diagnósticos; monitorización de pacientes a distancia (control domiciliario de pacientes con enfermedades crónicas); y telemedicina interactiva (comunicación en tiempo real ente médicos y pacientes).
Telemedicina, un mercado en auge
La telemedicina es un sector en auge en todo el mundo. En un estudio reciente de McKinsey, la pandemia ha hecho que del 11% de la población utilizando la telemedicina se pase al 46% en la actualidad, y esta cifra no para de crecer a nivel global.
En este contexto, son muchas las empresas tecnológicas que han encontrado en la telemedicina un importante nicho de mercado.
La aseguradora MAPFRE, por ejemplo, ha apostado de forma decidida por la digitalización de la salud y la telemedicina. Un ejemplo de ello es Savia, la plataforma digital de salud de Mapfre, con la que la aseguradora quiere dominar el mercado de la salud 3.0. Savia ofrece servicios de valor añadido como el evaluador de síntomas, las videollamadas inmediatas y los chats a tiempo real con profesionales de más de 50 especialidades médicas, entre otros.
Desde la Federación Española de Empresas de Tecnología Sanitaria (Fenin) señalan que “efectivamente se trata de un mercado creciente, motivado especialmente por el envejecimiento de la población y el aumento de la esperanza de vida, la cronicidad, las preferencias y valores de las personas mayores y su perfil, en muchos casos, pluripatológico” y añaden que, “la teleasistencia y las soluciones de salud digital están facilitando soluciones efectivas para proporcionar todo tipo de programas de hospitalización domiciliaria y terapias a los pacientes (en sus domicilios, en las residencias geriátricas…) garantizando con ello la necesaria continuidad y calidad asistencial”.
Por su parte, desde Teladoc apuntan que “el desarrollo de la tecnología estará encaminado a satisfacer las necesidades de la población utilizando sistemas robotizados y digitalizados que aporten valor y faciliten la vida de las personas y ayuden al profesional a llevar a cabo su trabajo con mayor precisión y calidad”.
Telemedicina y COVID
La crisis de la COVD-19 ha acelerado la implantación de la telemedicina cuyo crecimiento ha aumentado exponencialmente en los últimos meses, poniendo en valor la atención a distancia.
Desde Savia subrayan que han percibido una “mayor demanda de servicios digitales como chats médicos, vídeo consultas, realización de trámites telemáticos como solicitudes de devolución de gastos médicos y farmacéuticos, consultas de resultados de pruebas, gestión de autorizaciones…”. Concretamente, apuntan, “durante el 2020 hemos realizado cerca de 320.000 consultas online y se ha aumentado el uso de las videoconferencias en un 1300%”. Y añaden que “esta crisis va a suponer un antes y un después en la telemedicina, la cual se va a convertir en un pilar importante de la sanidad del futuro, especialmente en las fases de evaluación inicial y también en algunos contactos de seguimiento, ayudando a los profesionales sanitarios a realizar su trabajo”.
Carina Escobar, presidenta de la Plataforma de Organizaciones de Pacientes (POP) subraya que “los servicios de telemedicina tienen una ventaja notable y es que resultan adecuados para manejar los desafíos a los que se enfrentan los sistemas de salud en respuesta a brotes de enfermedades infecciosas como ha sido el producido por la COVID-19”.
Respecto a la relación con el paciente, Escobar señala que “se debe potenciar la teleconsulta garantizando el acceso de todos los pacientes que la necesiten, así como su formación y la de los profesionales sanitarios, sin que ello desplace la atención presencial. Creemos que la mejora de la comunicación profesional sanitario-paciente debe ser una palanca sobre la que construir un nuevo modelo asistencial”.
Desde Teladoc también apuntan es esta dirección. “Para que sea satisfactorio tanto para el paciente como para el profesional es fundamental que la telemedicina no sea sustitutiva de la asistencia presencial, sino que la complemente y mejore. Para ello, debe formar parte del día a día del profesional, aportándole mayor valor a su trabajo y debe estar muy bien integrada en los sistemas sanitarios. Además, se debe basar en sistemas seguros, fiables y que cumplan todas las normativas de protección de datos”.
En palabras de la doctora Laura Carbajo, miembro de la Junta Permanante de la semFYC, “la valoración de los médicos de familia en la incorporación de la telemedicina es desigual. Hacen falta cambios de mayor calado en la digitalización del sistema sanitario para automatizar tareas que no aportan valor y dar espacio a prácticas clínicas necesarias”. Y, aunque la telemedicina en general aporta muchas ventajas, señala que “hay que valorar muy bien las implicaciones ético-legales y la seguridad en el manejo de los datos. Además, el acceso a las tecnologías es desigual tanto por parte de la ciudadanía como de los propios profesionales sanitarios”.
Para una buena praxis de la telemedicina, desde la Asociación Salud Digital han trabajado en una Guía básica de recomendaciones para la Teleconsulta en el que se recogen consideraciones clínicas y tecnológicas para llevar a cabo esta práctica.
“Nuestro país está preparado para abordar los problemas de salud de la ciudadanía aportando soluciones que se apoyen en la telemedicina sin dejar de lado la presencialidad cuando se requiera. Hay mucho talento en la actualidad trabajando para que esta digitalización sea una realidad y si se nutre de los profesionales que trabajan en el día a día seguro que darán buenos frutos. El verdadero reto será realizar la transformación digital del Sistema Nacional de Salud y este país está suficientemente preparado para ello”, señala Carbajo.
Por su parte, desde Fenin apuntan que “la importancia de la telemedicina es máxima por los numerosos beneficios que reporta a los pacientes, quienes pueden ser tratados y seguidos de manera o remota, aportando claras ventajas no sólo en términos de supervivencia, sino también de calidad de vida, de autopercepción de la propia enfermedad, así como de mejora de la gestión del sistema sanitario.”
Proyecto Homecare
La Fundación Tecnología y Salud, una entidad sin ánimo de lucro creada en 2007 e impulsada por Fenin, va a poner en marcha próximamente el proyecto “Homecare”. Tecnología domiciliaria para el apoyo de la atención social y sanitaria, en colaboración con la Fundación Edad&Vida.
El objetivo de este proyecto es la elaboración de un plan que ponga de manifiesto la importancia de la atención domiciliaria y que plantee soluciones que mejoren el acceso y el conocimiento acerca las tecnologías vinculadas a este ámbito incidiendo en el control, bienestar y la mejora de la calidad de vida de los pacientes.
Desde Fenin señalan que “mayoritariamente, los ciudadanos expresan su preferencia acerca de continuar viviendo en sus domicilios el máximo tiempo posible y, en este contexto, la tecnología sanitaria desempeña un papel fundamental como un modulador entre las necesidades concretas de las personas y los recursos del entorno”.
Proyecto europeo Health Optimum
Un ejemplo de la apuesta y el impulso por la telemedicina en las comunidades autónomas es el caso del Servicio Aragonés de Salud (SAS) quien, en el año 2005 empezó a trabajar en el proyecto europeo Health Optimum.
“Las características del territorio, la extensa zona rural y la población con alta tasa de mayores de 65 años nos llevó a implicarnos en esta iniciativa centrada en crear una plataforma que permitiera la implantación de servicios de telemedicina”, señalan desde el SAS. “Desde ese momento se iniciaron las primeras consultas virtuales y los servicios de telemedicina básicos como el tele-ictus, tele-laboratorio, la tele-dermatología, entre otros, que confirmaron la necesidad de crear una plataforma universal donde desplegar servicios de telemedicina”.
La participación en ese proyecto ha permitido a esta región adquirir experiencia en la materia y actualmente, el 80% de los diagnósticos de tumores en la piel realizados por el SAS son mediante teledermatología. En el caso del tratamiento del ictus, la telemedicina ha permitido en el ámbito rural, implantar “la fibrinólisis”, tratamiento con una demostrada reducción de la morbi-mortalidad en los casos que está indicado.
No obstante, desde el SAS señalan que aún queda mucho trabajo en lo que a transformación digital se refiere. Entre los grandes retos pendiente se encuentran “la digitalización de los sistemas de información, la innovación organizativa, la reingeniería de procesos, la explotación de datos que avanzarán en la predicción de enfermedades, desestabilizaciones que faciliten el diagnostico precoz, la formación de los profesionales en el uso de estas herramientas y la capacitación de los pacientes como agentes corresponsables de la gestión de su propia salud”.