Quizás usted sea uno de los miles de españoles preocupados ante las noticias que alertan sobre la fecha del fin a las calderas de gas. Sobre todo a partir de las últimas Directivas de Eficiencia Energética de la Unión Europea publicadas este año, que señalan entre otras cosas, que los Estados miembros deberán en 2030 garantizar una reducción de al menos un 11,7% respecto a 2020 en el consumo de energía final y proponen alternativas más eficientes de calefacción eléctrica como las bombas de calor. Según la Agencia Internacional de la Energía (AIE), la calefacción es responsable de cuatro gigatoneladas de emisiones de CO2 al año, un 10% del total de las emisiones globales.
La UE también planea obligar a los Estados miembros a que eliminen progresivamente las calderas de gas y diésel para 2035 y que pongan fin a las subvenciones a los calentadores que usen esta tecnología a partir de 2024. "Para lograr cero emisiones, la eliminación gradual de los combustibles fósiles en la calefacción y la refrigeración resulta especialmente urgente", señalaba el texto del borrador la Directiva de Eficiencia Energética en los Edificios dado a conocer en primavera. Esto ha generado una serie de dudas e incertidumbres, que pretendemos aclarar a continuación.
Las directivas no suponen la prohibición expresa de las calderas de gas
Los expertos consultados aclaran que por el momento, el fin de las calderas de gas "no es inminente". "Estas directivas no supone la prohibición expresa de las calderas de gas de los hogares en los que ya estén instaladas, sino que se van a llevar a cabo una serie de medidas para mejorar la eficiencia energética, que supondrá entre otras cosas, limitar las subvenciones a las calderas de gas que en España otorgan algunas comunidades autónomas y en todo caso contemplar el caso en las residencias de nueva construcción", explica a 65ymás Yolanda Moratilla, profesora de Tecnologías Energéticas de Comillas ICAI (@ucomillas).
"No es como en el caso de los coches, que se van a prohibir definitivamente los que tengan determinados combustibles, sino que en este caso, será un proceso largo, que puede durar hasta una década y por tanto superar la vida útil de una caldera que se acabe de instalar. La gente tiene que estar tranquila, las calderas de gas existentes se van a poder seguir usando y comprando, otra cosa es que tengan que adaptarse en el futuro", añade.
Eficiencia energética que se puede lograr por otras vías
En esta útima se establece que a partir de 2030, todos los edificios nuevos de la UE deben ser de cero emisiones (2027 para todos los edificios públicos nuevos). En concreto, los edificios residenciales de clase G (la más baja) tendrán que alcanzar la clase F para 2030 y la clase E para 2033. Pero esto se puede conseguir por otras vías, cambiando las ventanas, por ejemplo, y manteniendo la caldera de gas. Hay que aclarar además, que las nuevas calderas de gas que se están instalando suelen ser más eficientes que las antiguas, lo cual podría dotarles de esa certificación y muchas ya se están haciendo adaptadas a otros combustibles que no son el gas, como el biodiesel o el gas natural con hidrógeno verde, que serían consideradas renovables".
Los pros y los contras de la alternativa: las bombas de calor
Una de las alternativas que se proponen a las caderas de gas son las bombas de calor. Actúan como un mecanismo del aire acondicionado, pero su precio sigue siendo elevado porque no está tan instaurado como otros países como Noruega. Existen de varios tipos. El sistema de aire-agua, que puede costar hasta 10.000 euros, el sistema aire-aire, cuyo precio oscila entre 2.000 y 8.000 euros y sistema geotérmico, que puede costar hasta 20.000 euros.
"La trampa es que se está ofreciendo únicamente bombas de calor por aerotermia, que es lo que les interesa a las compañías eléctricas, y no la geotermia que sería más eficiente", opina Yolanda Moratilla, quien confirma que el coste de una bomba de calor podría ser el doble o el triple que el de una caldera de gas. "Son mucho más eficientes, pero tiene algunas pegas como el costo, el posible cambio en las instalaciones y el confort térmico". En este sentido el ingeniero Gónzalez Barriada estima que frente a la temperatura que alcanza un radiador normal que funciona con caldera de gas (80ºC), los que funcionen por bombas de calor solo llegaría a los 55ºC por lo que habría que instalar más puntos de calor.
La otra opción, adaptar las calderas actuales a fuentes renovables
Tal como explican desde la patronal Sedigas (@sedigas), para que un sistema de calefacción sea reconocido como renovable no depende de la tecnología que tenga, sino del combustible que use, por lo que los gases de origen renovable son la solución para poder conseguir estos objetivos. Concretamente, las calderas de gas actualmente son compatibles con los gases renovables, como el biometano y con hasta un 20% de hidrógeno renovable, sin requerir actuaciones adicionales. Actualmente existen muchos proyectos de plantas de biometano a nivel nacional, por lo que pronto gran parte del gas que consumimos será renovable y el usuario no tiene que hacer nada.
Según el informe 'Los combustibles del futuro: alternativas a los sistemas eléctricos', donde a través de una encuesta demostraron que 8 de cada 10 personas declara sentirse preocupado por el gasto que supondría un cambio en las calderas y donde el 86% de los consumidores apoyarían indudablemente el desarrollo de sistemas que utilicen gases renovables o de cualquier origen, siempre que no supongan el cambio de los equipos actuales". Por eso los expertos recomiendan a los mayores no preocuparse, y aunque deben mirar la eficiencia de los aparatos que tengan o vayan a adquirir próximamente. En todo caso, Moratilla no cree que "en un futuro cercano vayan a desaparecer las calderas de gas y en todo caso podrán adaptarse a otras fuentes de energía", concluye.
Sobre el autor:
Marta Jurado
Marta Jurado es periodista especializada en Sociedad, Economía, Cultura, Política y redactora en el diario digital 65Ymás desde sus inicios. Licenciada en Periodismo por la Universidad Carlos III y en Filología Inglesa por la UNED, ha trabajado en medios de tirada nacional como El Mundo y Público y las revistas Cambio16 y Energía16. Tiene además experiencia en comunicación corporativa de empresas e instituciones como BBVA o INJUVE.