Ainhoa Gómez
Motor
Los bulos a favor y en contra del coche eléctrico
Su compras sumaron el año pasado el 5,4% sobre el total de las ventas de vehículos
El coche eléctrico es ya una realidad, cada vez es más eficiente, ofrece mayores rangos de autonomía y es mucho mejor producto que hace unos años. Es decir, su evolución ha sido eminente.
Aunque la compra de coches eléctricos nuevos en España sumó el año pasado el 5,4% sobre el total de las ventas de vehículos, la cifra sigue aún lejos de la registrada en otros países vecinos como Portugal y Francia, donde alcanzaron un 18,2% y un 16,8% del total. La Organización de Consumidores y Usuarios (OCU) sigue considerando el coche eléctrico como una opción interesante para quienes puedan cargarlo en casa y no lo necesiten para hacer trayectos largos de manera habitual, ya que la falta de cargadores de uso público sigue siendo uno de los mayores problemas.
A esto se le añaden todo tipo de bulos, a favor y en contra del uso del coche eléctrico, que no hacen sino confundir al consumidor. OCU desmonta algunos de los más comunes.
Bulos contra el coche eléctrico
- Sus baterías se degradan rápido y no tienen garantía. Falso. De hecho, casi todos los fabricantes de vehículos garantizan su duración con una degradación inferior al 25% durante 8 años o 160.000 kilómetros.
- Hay muy poca oferta de coches eléctricos para elegir. Falso. Hay más de 100 modelos a la venta en España, y la oferta no para de crecer.
- Los coches eléctricos se incendian más fácilmente. Falso. El riesgo de incendio es 10 veces menor que el de uno de gasolina. Eso sí, el fuego tarda más en extinguirse y hay que aplicar unos protocolos distintos, ya que se trata de un incendio producido por una reacción entre metales.
- El coche eléctrico es más caro de mantener que el de gasolina. Falso. Un motor eléctrico es más sencillo que uno de gasolina y trabaja a temperaturas más bajas, lo que disminuye las averías. Es posible que haya que cambiar los neumáticos o amortiguadores con más frecuencia porque son coches más pesados, pero a cambio los frenos se usan menos al aprovechar la frenada regenerativa y no llevan caja de cambios.
- El sobrecoste de la compra no se llega a amortizar. Falso. Un coche que se carga en casa permite ahorrar unos 9.000 euros cada 100.000 kilómetros en combustible. Y eso sin contar con las subvenciones a la compra del Plan Moves, que llegan a los 7.000 euros si se entrega un coche para achatarrar.
Bulos a favor del coche eléctrico
- La mayoría de los españoles pueden usar un coche eléctrico. Falso. Seis de cada diez familias carecen de una plaza de aparcamiento propia donde cargarlo, lo que impide su uso, ya que los ayuntamientos apenas ofrecen puntos de recarga públicos en las calles.
- El coche eléctrico no contamina. Falso. No emite gases contaminantes durante su uso, pero sí las industrias que los fabrican, empezando por la extracción de los minerales necesarios para su producción; así como las empresas energéticas, durante la generación de la electricidad necesaria para cargarlos, sobre todo si emplean combustibles fósiles. Eso sí, según GreenNCAP, contamina menos que uno con motor de combustión si se tiene en cuenta todo el ciclo de vida, en concreto, alrededor de un 30 % menos.
- Hacer viajes largos es igual de cómodo que con un coche con motor de combustión. Falso. Pocos modelos tiene aún una autonomía real superior a los 400 kilómetros. Y el limitado número de estaciones de carga obliga al conductor a hacer una planificación de la ruta, sobre todo en periodos vacacionales; además de tener que registrarse en las distintas apps vinculadas a los puntos de carga.
- En caso de un accidente, el coche eléctrico es más barato de reparar. Falso. Si se dañaron las baterías, situadas en los bajos del automóvil, es muy probable que haya que cambiarlas todas, ya que se instalan en bloque. Y su coste puede alcanzar hasta 30.000 euros.
- El valor de reventa de un coche eléctrico es más elevado que el de uno de gasolina. Falso. El valor de reventa de un eléctrico baja notablemente según se aproxime la fecha de cambio de baterías, ya que su precio es muy elevado. En cambio, en un coche de gasolina, su vida se puede extender más tiempo con menor coste de reparaciones.