Victoria Herrero
Al aire libre
Este es el animal más feliz del planeta
Victoria Herrero
Lunes 4 de noviembre de 2019
ACTUALIZADO : Lunes 4 de noviembre de 2019 a las 0:10 H
3 minutos
El quokka es un animal originario de Australia y pertenece a la familia de los marsupiales
Solo hay que ver la cara a estos simpáticos animales para darse cuenta de que tienen más que merecido eso de ser el animal más feliz del planeta. Así, los quokka, originarios de Australia, ostentan desde hace seis años el título como los más sonrientes de todo el mundo. Lo cierto es que no son pocos los turistas que se acercan a conocerlos y tienen admiradores por todo el mundo.
Precisamente fue un conocido paisano suyo el que les dio a conocer gracias a su perfil en las redes sociales. El actor australiano Hugh Jackman les hizo una foto a finales del año 2015 y fue el inicio de una fiebre por conocer a estos animales que ha hecho que la isla donde viven, Rottnest, haya visto cómo se ha duplicado el número de turistas.
¿Cómo es el animal más feliz del mundo?
Los setonix brachyurus –su nombre científico– son mamíferos que están emparentados con los marsupiales tan típicos de estas lejanas tierras y llegan a vivir hasta 10 años en estado salvaje. Su rutina es más bien nocturna y se suelen alimentar de hierbas, bayas, frutas silvestres y hojas. Precisamente de estas últimas, este animal herbívoro obtiene el agua que necesita.
Así, con sus 'primos' comparte la misma bolsa –marsupio– para llevar a las crías cuando nacen, cuentan con un pelaje muy similar y tienen un aspecto y anatomía muy parecida a los primeros, pero con la particularidad de que su tamaño recuerda al de una rata bastante grande. Además, como los canguros, tienen la facilidad de desplazarse ágilmente con saltos.
Pero lo que sobre todo llama la atención es su jovial carácter. Ya no solo por el hecho de que no son nada asustadizos cuando ven a los turistas, con los que incluso llegan a ser sociables e interactúan; sino por la sonrisa de la que hacen gala y que despierta el cariño de todo aquel que se acerca a conocerlos.
En peligro de extinción
Felicidad aparte, lo cierto es que el futuro de estos pequeños animales no es tan bonito como su agradable imagen, ya que se incluyen en una lista de especies en peligro de extinción. En buena parte debido a esa afluencia masiva de turistas, que quieren jugar con ellos, tocarles, cogerles para hacerse un 'selfie' o darles de comer alimentos a los que no está acostumbrados. En el peor de los casos, incluso, son objeto de tráfico de animales para ser vendidos de forma ilegal como mascotas domésticas o como divertimento en zoos.
Por ello, las autoridades de la zona multan con hasta 2.000 dólares australianos –unos 1.300 euros– por cogerlos o llevárselos. Tampoco está permitido tocarlos o darles de comer. Podremos hacernos fotos con ellos, pero siempre respetando su hábitat ya que se trata de un animal, no de un peluche.