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El próximo mes de octubre, Valencia tendrá un nuevo mercado gastronómico. Se trata del Mercado de San Vicente, que se une a la lista de espacios de este tipo en la ciudad con una propuesta gastronómica que quiere hacer de la tradición su seña de identidad. El edificio, situado cerca de la calle San Vicente, se localiza en una muy zona cercana al centro.
Este nuevo espacio aspira a convertirse en el templo gastronómico de Valencia, con una esencia contemporánea de todos los rincones de la gastronomía española. Desde el mejor jamón ibérico hasta el marisco más fresco llegado diariamente de Galicia, los arroces mediterráneos, la bollería más tradicional, la horchata valenciana o los quesos más especiales de Castilla, Asturias o País Vasco. Productos y vinos de primera calidad que llegan de todos los rincones de España repartidos en los diferentes puestos que formarán el primer mercado gastronómico de gran formato en la ciudad.
El mercado constará de 19 puestos repartidos en los 2.000 metros cuadrados y dos plantas del edificio madre, en el que no sólo se encontrará gastronomía, también se podrá disfrutar de actuaciones en directo, exposiciones culturales variadas y actividades paralelas -como un espacio coworking de 900 metros cuadrados- para conseguir una experiencia global de entretenimiento para todos los públicos.
Muy cerca del centro
El edificio está situado entre las calles Maestro Sosa y Mascota, cerca de la calle San Vicente. Así, se localiza en una zona cercana al centro de Valencia, lo cual propiciaría el flujo de público, y además muy próximo a la estación de AVE Joaquin Sorolla, a apenas unos metros de Plaza de España y a cinco minutos andando del centro de la ciudad.
El complejo surgió a principios del siglo pasado de la mano de José Vila, el industrial de las Artes Gráficas que dio nombre a esta imprenta familiar, y que confió la construcción del conjunto al maestro de obras Vicente Cerdá.
A pesar de su amplitud y de su belleza arquitectónica es prácticamente desconocido para la gran mayoría de los valencianos. El hecho de que se halle oculto entre viviendas ha permitido el misterio que le rodea. Hace 12 años salió de su anonimato cuando se instaló en él el certamen Casa Decor, que muestra las últimas tendencias del hábitat. Se destapaba así un tesoro que gracias a su ubicación entre bloques altos ha logrado mantener su imagen.
Para llevar a cabo el evento en el año 2007 se afianzó la estructura, se acondicionó para un mayor aforo, se recuperó la carpintería y se nivelaron los suelos. Además se protegió contra incendios y se mejoró accesibilidad, según indicó en su día Sergio García-Gasco, uno de los arquitectos del proyecto.
La principal función del edificio en los últimos años ha sido la de servir como plató de cine. Por sus estancias, en las que aún se conserva la antigua maquinaria, han pasado los rodajes de películas como La isla del holandés, de Sigfrid Monleón o Las cerezas del cementerio, rodada por Juan Luis Iborra. También sirvió para algunas localizaciones para las series que grabó TVE en torno a las figuras de Blasco Ibáñez y de Severo Ochoa.