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Este lunes 20 de abril se cumplen 27 años de la desaparición del entrañable actor mexicano Mario Moreno mundialmente conocido como Cantinflas. Nos dejó a los 81 años y con más de medio centenar de películas en las que inmortalizó a su inolvidable personaje. Una películas que ahora la cuarentena por coronavirus nos ofrece la oportunidad de repasar, no sólo por el tiempo que debemos estar sin salir sino también porque en plena pandemia el humor y la humanidad de Cantinflas se antojan más necesarios que nunca. Estas son algunas de sus mejores películas.
'Ahí está el detalle' (1940)
Cantinflas, novio de la sirvienta de un rico hombre industrial, entra en casa de este para acabar con un perro rabioso. De repente, el dueño de la casa aparece y la sirvienta le pone como excusa que es Leonardo, el hermano de su esposa, que llevaba años perdido. El industrial recuerda en ese momento que el testamento de su suegro solo podía pagarse cuando todos los hermanos estén juntos, por lo que trata a Cantinflas como un rey.
'El gendarme desconocido' (1941)
Una banda de ladrones ha puesto en peligro a la ciudad e incluso a la policía, cuyo jefe insta a sus fuerzas a capturarla en las próximas 48 horas. Mientras tanto, los miembros de la banda se reúnen en un café dirigido por una viuda, su hija y su pretendiente, Cantinflas, quien mantiene una pelea heroica con los ladrones. Desde entonces, Cantinflas se convierte en miembro de la fuerza policial para misiones especiales.
'El siete machos' (1951)
Rosario, la sobrina de un ranchero, regresa al rancho después de diez años de ausencia. La joven recibe a Margarito, una trabajador del rancho, quien se enamora inmediatamente de ella. Rosario es rescatada de un caballo fugitivo por los Siete Hombres, unos proscritos el estilo Robin Hood que roban a los ricos y lo dan a los pobres, siendo uno de ellos el hermano gemelo de Margarito, sin que él lo sepa. La confusión entre Margarito y los siete hombres genera enormes situaciones cómicas en la película.
'El padrecito' (1964)
El joven sacerdote Sebastián (Cantinflas) está asignado a una parroquia en San Jerónimo el Alto, donde no es bienvenido por la comunidad, en particular por el sacerdote residente Damián. El recién llegado se gana poco a poco la confianza de la gente a través del humor. El padre Sebastián aconseja a la gente del pueblo y utiliza la recolección para redistribuir la riqueza de la ciudad de manera más equitativa. Cuando es acusado de comunismo, se aventura en política, con un ataque velado contra el presidente municipal expresado en un sermón, lo que le llevará a negociar un acuerdo con el jefe político local.