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Este viernes 29 de abril Netflix estrena Amor de madre, la nueva película de Paco Caballero (Donde caben dos, Perdiendo el este). Carmen Machi y Quim Gutiérrez interpretan a una madre y su hijo que "hacen el viaje adecuado por los motivos equivocados" en esta divertida comedia que también reivindica a todas esas mujeres que durante generaciones han renunciado, "y siguen renunciando", asegura la actriz, a muchas cosas para cuidar de su hogar y su familia.
"Es algo que sigue pasando. Como madre y ama de casa no trabajadora, crees que ese es tu cometido en la vida: cuidar y proteger, dedicar tu tiempo a tu familia, a tu marido y a tus hijos. Es todo para él, para los otros, eres la encargada de hacerlo todo", dice Machi en una entrevista concedida a Europa Press en la que señala que esta descompensación en los roles familiares que perpetuada durante siglos es en parte "culpa de ella" y de cómo una madre se ve a sí misma, pero, también y sobre todo, responsabilidad "de los otros".
En este sentido, Machi confía que esta película, que aborda las relaciones entre madre e hijo de forma "muy reconocible", sirva para que algunos espectadores "rectifiquen ciertas actitudes de su vida". Y es que uno de los puntos más interesantes de Amor de madre es que toca temas "importantes, emotivos y emocionales" pero todo "envuelto en comedia", un género que Machi reivindica, especialmente, en tiempos de dificultad.
"La comedia siempre es necesaria. El humor es fundamental y en esta película hay mucho humor. En las situaciones más extremas, más límites, nos ha salvado el humor", proclama Machi que recuerda que "los mejores memes se han creado en plena pandemia o ahora durante una guerra". "Es una manera de liberarte, de sentir que estás vivo y que no es el final de las cosas. El humor es el mejor vehículo del mundo para salvarnos", sentencia la ganadora del Goya a mejor actriz de reparto por Ocho apellidos vascos que en Amor de madre interpreta a Mari Carmen, una mujer que en su madurez se redescubre a sí misma de la manera más inesperada.
Rebelarse ante el nido vacío
"Cuando se hacen mayores y ya no dependen de los cuidados, los hijos pueden vivir su vida, tienen un camino por recorrer. Pero ella no puede vivir la suya. La madre se queda un poco estancada y muy vacía cuando desaparece esta responsabilidad", expone Machi, cuyo personaje se rebela "por azares del destino" ante este vacío después de ver cómo a su hijo José Luis le dejan plantado en el altar al empeñarse en viajar con él a Isla Mauricio para no perder el dinero de la luna de miel.
Y cada minuto que pasan en la isla, lejos de la rutina del día a día, mientras José Luis se siente más infeliz, Mari Carmen se lo pasa en grande viviendo algunas de las experiencias con las que siempre había soñado y descubriendo la divertida y maravillosa mujer que es en realidad.
"De pronto se da cuenta que puede vivir su propio viaje. Quiere a su hijo con locura, pero también necesita estar sola", señala Machi que asegura que hay muchas mujeres "se han dado cuenta hace mucho tiempo" de que este proceso es necesario pero "no están convencidas de que puede ocurrir". "Y no hace falta irte a Isla Mauricio, basta con abrir la puerta de casa, no hay que irse muy lejos. Hay que mirar a tus hijos y a tu marido de otra manera, mirarte a ti misma y saber que queda mucho por disfrutar", proclama.
La química madre e hijo
"Resulta siempre difícil redefinir las relaciones entre madre e hijo, verse de otra forma", apunta Gutiérrez que asegura que lo que "salva a Mari Carmen y José Luis" es su "voluntad de comunicación". "Aunque sea a gritos, hay una necesidad de permanecer juntos. Se ponen las cartas encima de la mesa, se dicen las verdades y eso duele... pero se metaboliza y siembra el terreno para una nueva relación más adulta, un amor profundo pero con respeto", apunta.
"Son dos personas que hacen el viaje adecuado pero por los motivos equivocados", resume el ganador del Premio Goya a mejor actor revelación por AzulOscuroCasiNegro que, a pesar de su ya larga trayectoria, reconoce que inicialmente se sintió un poco intimidado ante la figura de Machi, a la que define como "un icono de la interpretación en este país... y más allá".
"Pero me desmontó las defensas y mis miedos en el primer abrazo y a partir de ahí jugamos a ser madre e hijo durante las secuencias... y también fuera. Fue fantástico", recuerda entusiasmado Gutiérrez que asegura que la química en pantalla "no se trabaja" sino que surge "cuando encuentras a alguien que entienda la comedia como tú y que además tenga ganas de disfrutar en el proceso, del rodaje y del viaje que generas con la persona que miras a los ojos". "Y de Carmen no solamente su talento te deja boquiabierto, sino también su humanidad", concluye.